El honor de ser presidente de la República de ninguna manera implica ser dueño de México; tampoco implica que los millones de votos ganados en las urnas otorgue la facultad de hacer lo que al representante del Poder Ejecutivo le plazca con el país y sus habitantes; ser presidente no se traduce en manejar la Constitución Política, las Leyes, el Congreso y ahora hasta al Poder Judicial a libre arbitrio…
El caso es que los legisladores se han basado en el “fast track” para sacar, dictámenes trascendentes a varias legislaciones como a la Ley de Hidrocarburos -que ya fue aprobada-, de la ampliación de mandato de Arturo Zaldívar al frente de la Suprema Corte de Justicia y el Consejo de la Judicatura, incluida en el paquete de todas las leyes secundarias de la reforma al Poder Judicial, y de la reforma a la Fiscalía General de la República.
Iniciativas trascendentales, meritorias de un amplio y serio debate por parte de los legisladores dado que, afectan principios básicos de la Constitución, del sistema político que nos rige -la tan abatida democracia-, el equilibrio de poderes, y llanamente, el futuro del país.
Lejos de entender o no, de estar de acuerdo o en desacuerdo, de filias y fobias con la actual administración y “su estilo personal de gobernar”, lo cierto es que no hay tiempo ni espacio para debatirlas con la seriedad y compromiso que se requiere.
Hablando del “período neoliberal” que tanto se critica en estos tiempos, recordemos que, todas las reformas impulsadas en ellos -de 1988 hasta el 2018-, fueron parte de un debate intenso y en su mayoría se aprobaron de conformidad, bajo la conciencia de cambios trascendentes y en su mayoría benéficos para el país, incluyendo a los legisladores del PRD en tiempos de López Obrador: muy al contrario; hoy por hoy la prisa es determinante para sacar leyes a como dé lugar y “sin cambiarle una coma”, como dice el Prejidente López. El Congreso “conservador” y en su mayoría morenista, ha aprobado prácticamente todo.
Todo parece indicar que esta prisa emana del inminente proceso electoral y de la impotencia ante la posibilidad de perder la mayoría absoluta en el Congreso. El tiempo apremia; no obstante, si no alcanza ahora, el Peje Jefe cuenta con un periodo extraordinario post electoral -pero anterior al inicio de la nueva legislatura-, para terminar de aprobar todo lo que sea necesario e imponer “su nuevo orden” social, político, jurídico o del tipo que sea…
En tiempos monárquicos, el poder absoluto -absolutismo-, se concentraba en el rey, no había mayor límite ni sometimiento a nadie, se trataba de un dios... En la actualidad y en este México nuestro, se trata de un régimen que pretende ser totalitario -al estilo de países como Cuba, la antigua Unión Soviética, o China-.
Finalmente, “de pena ajena”… Vayamos a la Cumbre de Líderes sobre el Clima convocada por Joe Biden y en la que Andrés López se limitó a escuchar los discursos del presidente Biden y de la vicepresidenta Kamala Harris; después, retomó su “rueda de prensa” para hablar de un tema ciertamente importante, pero no era el momento, y posteriormente, poco antes de su intervención, regresó a la cumbre para tratar un tema que al que no había lugar: se limitó a ensalzar las bondades de su programa Sembrando Vida que ya fue bateado por Estados Unidos.
Dijo que se modernizarán las hidroeléctricas generadoras de “energía limpia y barata”, aunque sabemos que el eje de su política energética pretende devolver al Estado el monopolio para manejar el petróleo y la electricidad: regresar al combustóleo y el carbón… Nuevamente le tocó al Canciller, Marcelo Ebrard, dar la cara por México.
Por el bien del país, nadie debe tener el poder absoluto, motivemos el sufragio en Junio, y no precisamente por los que están…
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