/ lunes 7 de octubre de 2019

Ejes de la 4T industrial

El contexto global ha puesto en evidencia un mundo mucho más interconectado que a finales del siglo XX. La conectividad no sólo se trata de mantener informada a la población, ser parte del mundo digital como consumidor y que las industrias encuentren nuevas formas de distribución y comercialización de sus productos en cadenas de valor integradas globalmente y mediante el comercio electrónico.

En muy pocos años, la faz tecnológica del Planeta cambió dramáticamente, surgen nuevos desafíos y también acciones convergentes que permiten el despliegue de una nueva forma de organizar los mercados, desarrollar las empresas, involucrar al talento y definitivamente, una nueva forma de ver las políticas públicas del fomento industrial.

Mercados, marcas, políticas industriales y patrones de consumo digital avasallan procesos y productos hiperflexibles que permiten una nueva reorganización industrial y como se veía en los años noventa, el surgimiento de nuevas profesiones, profesionales de las tecnologías de la información y comunicación, y sobre todo, nuevos puestos de trabajo que para el 2030, alrededor del 40% serán nuevas posiciones en los organigramas funcionales de empresas, servicios públicos y recintos educativos.

Recientemente realicé, con CANACINTRA una misión comercial y tecnológica a Alemania y a Italia, dos naciones industriales que en el contexto Europeo se distinguen por su tejido industrial y productivo, así como la presencia de políticas industriales activas que fomentan la innovación, la revolución digital y el relanzamiento de la industria para un nuevo contexto, donde la calidad es importante -por supuesto- como sello de sus conglomerados industriales, pero más importante aún es la organización industrial y las nuevas plataformas tecnológicas para transitar a las nuevas formas descentralizadas de organización industrial y comercial.

La organización industrial sintetiza la historia de la formación de las empresas, la estructuración de los mercados y el marco regulatorio que induce determinadas formas de abordar la educación tecnológica, los instrumentos de fomento, la apertura comercial y el fomento al cambio tecnológico y la innovación.

La organización industrial de Alemania por ejemplo se basa más en modelos de “integración vertical” mediante consorcios fuertes que desarrollan a su vez, varios niveles en la cadena de valor agregado en un sistema nacional de regiones manufactureras y de innovación. En cambio, Italia presenta mayor concentración regional de sus industrias y una prevalencia de redes horizontales de PYMES industriales que comparten recursos, tecnologías y mecanismos de cooperación tecnológica que no sólo permea en las PYMES, sino que define regiones enteras como clusters de alta especialización, a través de sus consorcios industriales de innovación.

El contexto global ha puesto en evidencia un mundo mucho más interconectado que a finales del siglo XX. La conectividad no sólo se trata de mantener informada a la población, ser parte del mundo digital como consumidor y que las industrias encuentren nuevas formas de distribución y comercialización de sus productos en cadenas de valor integradas globalmente y mediante el comercio electrónico.

En muy pocos años, la faz tecnológica del Planeta cambió dramáticamente, surgen nuevos desafíos y también acciones convergentes que permiten el despliegue de una nueva forma de organizar los mercados, desarrollar las empresas, involucrar al talento y definitivamente, una nueva forma de ver las políticas públicas del fomento industrial.

Mercados, marcas, políticas industriales y patrones de consumo digital avasallan procesos y productos hiperflexibles que permiten una nueva reorganización industrial y como se veía en los años noventa, el surgimiento de nuevas profesiones, profesionales de las tecnologías de la información y comunicación, y sobre todo, nuevos puestos de trabajo que para el 2030, alrededor del 40% serán nuevas posiciones en los organigramas funcionales de empresas, servicios públicos y recintos educativos.

Recientemente realicé, con CANACINTRA una misión comercial y tecnológica a Alemania y a Italia, dos naciones industriales que en el contexto Europeo se distinguen por su tejido industrial y productivo, así como la presencia de políticas industriales activas que fomentan la innovación, la revolución digital y el relanzamiento de la industria para un nuevo contexto, donde la calidad es importante -por supuesto- como sello de sus conglomerados industriales, pero más importante aún es la organización industrial y las nuevas plataformas tecnológicas para transitar a las nuevas formas descentralizadas de organización industrial y comercial.

La organización industrial sintetiza la historia de la formación de las empresas, la estructuración de los mercados y el marco regulatorio que induce determinadas formas de abordar la educación tecnológica, los instrumentos de fomento, la apertura comercial y el fomento al cambio tecnológico y la innovación.

La organización industrial de Alemania por ejemplo se basa más en modelos de “integración vertical” mediante consorcios fuertes que desarrollan a su vez, varios niveles en la cadena de valor agregado en un sistema nacional de regiones manufactureras y de innovación. En cambio, Italia presenta mayor concentración regional de sus industrias y una prevalencia de redes horizontales de PYMES industriales que comparten recursos, tecnologías y mecanismos de cooperación tecnológica que no sólo permea en las PYMES, sino que define regiones enteras como clusters de alta especialización, a través de sus consorcios industriales de innovación.