/ martes 6 de octubre de 2020

El 1 de octubre de la SCJN

La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió de manera totalmente errónea el asunto de la consulta popular. Ese jueves 1 de octubre, la Suprema Corte tiró buena parte de su legitimidad al vacío. Los Ministros y la Ministra que votaron en contra de la consulta nos dan esperanza, pero el futuro se ve complicado. Querido lector, aquí se repiten algunas de las razones del porque el asunto se decidió de manera desatinada:

La justicia o el cumplimiento de la ley no están sujetos a la deliberación de las mayorías. Los Ministros y la Ministra en minoría fueron muy claros: la Justicia no se consulta. Querido lector, imagine que usted es víctima del delito de secuestro. El ministerio público y usted logran obtener todas las pruebas sobre quién y cómo lo secuestraron. El día que se debe dictar sentencia, el juez les solicita a los asistentes de la audiencia que alcen la mano derecha si consideran que debe condenar o que levanten la mano izquierda si estiman que debe absolver. Usted se sentiría ofendido. Ese acto de circo agraviaría a cualquier persona. No importa sí el resultado de la votación no obliga al juez, ese fenómeno está en contra de cualquier noción de justicia.

Los Ministros y Ministras en mayoría no acataron el criterio que se había adoptado en el pasado, en lo que toca al tema de consultas populares. El fenómeno de respetar el pasado es muy importante en el derecho, pues, le da estabilidad a éste y nos brinda certeza. Querido lector, veamos un ejemplo muy básico sobre la necesidad de certeza en la actuación del Estado: el tráfico de las ciudades está organizado, en cierta medida, por los semáforos. Todos sabemos que el rojo es alto, amarillo cuidado y el verde permite avanzar. No es necesario que nos lo digan todos los días, sabemos que es así. Imagine usted que mañana el amarillo es avance lo más rápido posible. El día que se cambien los símbolos de transito van a ocurrir muchos incidentes, hasta que nos acostumbremos a los nuevos símbolos. Ahora pensemos que una semana después les ponen color morado a los semáforos, y que no sabemos que significa. Pues los Ministros y Ministras, que aprobaron la consulta, sacaron un color morado, que nadie había visto, para hacer constitucional la consulta. Ahora, con toda razón, la comunidad jurídica no sabe si en el próximo asunto saldrá otro símbolo que nadie había visto en el derecho. Han generado inseguridad e incertidumbre en toda la sociedad mexicana.

Las Altas Cortes tienen legitimidad política y social a partir de las sentencias que emiten. Su legitimidad no está relacionada con la popularidad de las sentencias, sino con la razonabilidad de las mismas, su defensa de la Constitución y el respeto a los derechos humanos. Muchas sentencias son impopulares, pues defienden a pocos individuos en contra de decisiones que gozan de aceptación mayoritaria, como es el caso de la obtención de pruebas a través de la tortura o la pena de muerte. Por lo general, las mayorías tienden a desbordar el poder, y allí deben de estar las Cortes para protegernos y poner orden. Una gaviota no hace un verano. Esperemos que esto solo haya sido un ave no identificable en otoño, y que en el invierno podamos recobrar nuestra confianza en la SCJN.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió de manera totalmente errónea el asunto de la consulta popular. Ese jueves 1 de octubre, la Suprema Corte tiró buena parte de su legitimidad al vacío. Los Ministros y la Ministra que votaron en contra de la consulta nos dan esperanza, pero el futuro se ve complicado. Querido lector, aquí se repiten algunas de las razones del porque el asunto se decidió de manera desatinada:

La justicia o el cumplimiento de la ley no están sujetos a la deliberación de las mayorías. Los Ministros y la Ministra en minoría fueron muy claros: la Justicia no se consulta. Querido lector, imagine que usted es víctima del delito de secuestro. El ministerio público y usted logran obtener todas las pruebas sobre quién y cómo lo secuestraron. El día que se debe dictar sentencia, el juez les solicita a los asistentes de la audiencia que alcen la mano derecha si consideran que debe condenar o que levanten la mano izquierda si estiman que debe absolver. Usted se sentiría ofendido. Ese acto de circo agraviaría a cualquier persona. No importa sí el resultado de la votación no obliga al juez, ese fenómeno está en contra de cualquier noción de justicia.

Los Ministros y Ministras en mayoría no acataron el criterio que se había adoptado en el pasado, en lo que toca al tema de consultas populares. El fenómeno de respetar el pasado es muy importante en el derecho, pues, le da estabilidad a éste y nos brinda certeza. Querido lector, veamos un ejemplo muy básico sobre la necesidad de certeza en la actuación del Estado: el tráfico de las ciudades está organizado, en cierta medida, por los semáforos. Todos sabemos que el rojo es alto, amarillo cuidado y el verde permite avanzar. No es necesario que nos lo digan todos los días, sabemos que es así. Imagine usted que mañana el amarillo es avance lo más rápido posible. El día que se cambien los símbolos de transito van a ocurrir muchos incidentes, hasta que nos acostumbremos a los nuevos símbolos. Ahora pensemos que una semana después les ponen color morado a los semáforos, y que no sabemos que significa. Pues los Ministros y Ministras, que aprobaron la consulta, sacaron un color morado, que nadie había visto, para hacer constitucional la consulta. Ahora, con toda razón, la comunidad jurídica no sabe si en el próximo asunto saldrá otro símbolo que nadie había visto en el derecho. Han generado inseguridad e incertidumbre en toda la sociedad mexicana.

Las Altas Cortes tienen legitimidad política y social a partir de las sentencias que emiten. Su legitimidad no está relacionada con la popularidad de las sentencias, sino con la razonabilidad de las mismas, su defensa de la Constitución y el respeto a los derechos humanos. Muchas sentencias son impopulares, pues defienden a pocos individuos en contra de decisiones que gozan de aceptación mayoritaria, como es el caso de la obtención de pruebas a través de la tortura o la pena de muerte. Por lo general, las mayorías tienden a desbordar el poder, y allí deben de estar las Cortes para protegernos y poner orden. Una gaviota no hace un verano. Esperemos que esto solo haya sido un ave no identificable en otoño, y que en el invierno podamos recobrar nuestra confianza en la SCJN.

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