/ jueves 27 de enero de 2022

 El agua del molino | El testimonio del presidente

El presidente López Obrador dijo que tiene licencia para consumar la transformación del país, horas después de que se lo sometiera a un cateterismo cardiaco, añadiendo además que “ya cuenta con un testamento político como una forma de garantizar la continuidad de su proyecto político si pierde la vida”, aunque considera que no será necesario validarlo. Un testamento es como se sabe un acto jurídico por medio del cual quien lo realiza dispone, para después de su muerte, de lo que tenga que hacerse con sus bienes y derechos transmisibles, expresando su voluntad sobre todo aquello que sin tener carácter patrimonial pueda ordenar conforme a la ley. Queda claro y es obvio, pues, que sin ser México un bien del presidente ni tampoco un derecho transmisible sólo puede expresar su voluntad política, como lo ha hecho, en relación con su filiación partidista, pero sin dar ni medio paso más allá y respetando la voluntad popular emanada de los comicios. No es el del caso un testamento para México sino en concreto para Morena y para los que apoyan políticamente a López Obrador.

Ahora bien, del propio testamento se puede deducir que el presidente asume no dejar al país en un caos político en el caso de su ausencia física. Sea uno su partidario o no, se trata del presidente de la República y su permanencia en el poder garantiza de suyo la estabilidad política. El propio testamento evitará, se supone, discordias y desacuerdos entre los suyos; quedando el resto en manos de los electores que dispongan otra cosa. En este sentido hay que ser muy precisos y no suponer siquiera que el presidente está disponiendo de lo que no podría disponer. No se trata de un testamento para México, digámoslo así, siendo única y exclusivamente para una parte de México. Lo relevante es, a mayor abundamiento, que la voluntad del presidente pretende poner orden en una atmósfera de desorden -el de Morena- donde cada día van apareciendo las rencillas y los intereses encontrados. La pregunta es si el presidente podrá, con autoridad política y moral, evitar las diferencias y por ende la descomposición de su herencia política. Y así se vuelve el testamento un instrumento de la mayor relevancia en la consolidación del lopez obradorismo. Igualmente es de esperar que en la segunda parte del sexenio y para beneficio de la “Cuarta T” lo escrito en el testamento se consolide en la realidad, operación política ésta en la que el presidente ha de poner su mayor empeño; el cual incumbe de manera directa a Morena y al presidente, pero también al país. Me explico. Las obstrucciones y complicaciones, los obstáculos, la “guerra sucia”, dañarían mucho a México y al proceso electoral de 2024. Lo cierto es que tal proceso se llevará a cabo en el entorno de una determinada atmósfera. Será el mismo aire el que respiren los contendientes y los aspirantes, aire que a todos nos conviene limpio. En otras palabras, lo deseable es que termine López Obrador lo que ha iniciado, lo que políticamente conviene también a todos. No hay que enturbiar la atmósfera política del 2024. ¿Un beneficio real del testamento? Que sus partidarios, equipo de gobierno y simpatizantes respeten la voluntad testada del presidente; no por obligación legal sino por conveniencia general. Que no se le pare el corazón a México ni que le de un infarto.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL


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Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca

El presidente López Obrador dijo que tiene licencia para consumar la transformación del país, horas después de que se lo sometiera a un cateterismo cardiaco, añadiendo además que “ya cuenta con un testamento político como una forma de garantizar la continuidad de su proyecto político si pierde la vida”, aunque considera que no será necesario validarlo. Un testamento es como se sabe un acto jurídico por medio del cual quien lo realiza dispone, para después de su muerte, de lo que tenga que hacerse con sus bienes y derechos transmisibles, expresando su voluntad sobre todo aquello que sin tener carácter patrimonial pueda ordenar conforme a la ley. Queda claro y es obvio, pues, que sin ser México un bien del presidente ni tampoco un derecho transmisible sólo puede expresar su voluntad política, como lo ha hecho, en relación con su filiación partidista, pero sin dar ni medio paso más allá y respetando la voluntad popular emanada de los comicios. No es el del caso un testamento para México sino en concreto para Morena y para los que apoyan políticamente a López Obrador.

Ahora bien, del propio testamento se puede deducir que el presidente asume no dejar al país en un caos político en el caso de su ausencia física. Sea uno su partidario o no, se trata del presidente de la República y su permanencia en el poder garantiza de suyo la estabilidad política. El propio testamento evitará, se supone, discordias y desacuerdos entre los suyos; quedando el resto en manos de los electores que dispongan otra cosa. En este sentido hay que ser muy precisos y no suponer siquiera que el presidente está disponiendo de lo que no podría disponer. No se trata de un testamento para México, digámoslo así, siendo única y exclusivamente para una parte de México. Lo relevante es, a mayor abundamiento, que la voluntad del presidente pretende poner orden en una atmósfera de desorden -el de Morena- donde cada día van apareciendo las rencillas y los intereses encontrados. La pregunta es si el presidente podrá, con autoridad política y moral, evitar las diferencias y por ende la descomposición de su herencia política. Y así se vuelve el testamento un instrumento de la mayor relevancia en la consolidación del lopez obradorismo. Igualmente es de esperar que en la segunda parte del sexenio y para beneficio de la “Cuarta T” lo escrito en el testamento se consolide en la realidad, operación política ésta en la que el presidente ha de poner su mayor empeño; el cual incumbe de manera directa a Morena y al presidente, pero también al país. Me explico. Las obstrucciones y complicaciones, los obstáculos, la “guerra sucia”, dañarían mucho a México y al proceso electoral de 2024. Lo cierto es que tal proceso se llevará a cabo en el entorno de una determinada atmósfera. Será el mismo aire el que respiren los contendientes y los aspirantes, aire que a todos nos conviene limpio. En otras palabras, lo deseable es que termine López Obrador lo que ha iniciado, lo que políticamente conviene también a todos. No hay que enturbiar la atmósfera política del 2024. ¿Un beneficio real del testamento? Que sus partidarios, equipo de gobierno y simpatizantes respeten la voluntad testada del presidente; no por obligación legal sino por conveniencia general. Que no se le pare el corazón a México ni que le de un infarto.


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