/ jueves 14 de abril de 2022

El agua del molino | La no reelección y el presidente

Si las palabras valen algo, en especial las de los políticos, el Presidente López Obrador tiene la razón: él no se reeligirá en el año 2024, porque quien lo puede reelegir es únicamente el pueblo en el ejercicio de su soberanía. Ya pasadas las elecciones del anterior domingo algo queda muy claro de acuerdo con los principios básicos de la democracia y en los términos de la Constitución vigente que nos rige, y es que sólo el pueblo es quien lo puede decidir. La conveniencia o inconveniencia de la reelección está harto estudiada bajo la poderosa luz de la historia. Pero… al final de cuentas el pueblo decide. Lo cual deja, quiérase que no, un espacio muy amplio, muy abierto, en México y en cualquier parte del mundo donde haya democracia. Por cierto, mucho se ha repetido, siguiendo al texto constitucional -art. 3º fr. II inciso a)-, que la democracia es un sistema de vida -según lo pensaba John Dewey-, lo que a mi juicio es un poco ambiguo e incierto, siendo en estricta realidad una forma de gobierno político -“estructura política”-, “régimen político”-. Pero valga o no la metáfora, la democracia la decide el pueblo.

Ahora bien, queda claro que el Presidente de la República no tiene facultades para reelegirse, pero sí para influir directa o indirectamente en la voluntad popular, en la soberanía popular con el fin de lograrlo. Y la única forma de evitarlo es o sería robustecer y fortalecer la representación popular expresada en las cámaras, en la de senadores y en la de diputados. En consecuencia, lo que le queda de mandato al Presidente debe ser constantemente sometido a juicio, a análisis crítico. O sea, de aquí al 2024 la nación ha de entregarse a un constante, cotidiano y permanente análisis de lo que hace o haga el titular del Poder Ejecutivo. No es tarea fácil habida cuenta de la presencia de los intereses creados. En este sentido lo importante es que el pueblo repase las páginas más sobresalientes de su historia democrática y vea, al margen de prejuicios y convencionalismos, si la conciencia popular a favor de la no reelección fue algo circunstancial o es algo permanente; teniendo en cuenta que hay democracias que admiten una reelección condicionada. En otros términos, el Presidente debe culminar el mandato que se le dio, pero el pueblo debe llevar a cabo por su parte una tarea hasta ahora inédita desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas hasta la fecha. La realidad es que la experiencia de la llamada revocación del mandato deja un fruto muy claro y evidente en cuanto fue el motivo, la razón de ser si cabe el término, de una revisión popular de nuestro camino histórico. Esto es lo que algunos llaman, como Sartori, “democracia dinámica”. La política dinámica no se debe hacer cada tres años, lo cual suele acontecer en México, La verdad es que a la urna se va a expresar lo que se ha pensado y decidido tiempo antes de votar. Se trata de la política constante a cargo del ciudadano elector, de un estado de conciencia activo, de una vigilancia permanente de la voluntad expresada. No se es soberano por unas horas, se lo es por siempre. Y esto, claro, es por supuesto impensable sin una madura conciencia cívica; que es la que hay que despertar. Aquí juegan un papel vital los medios de comunicación, las llamadas redes sociales y el liderazgo intelectual al que estamos obligados todos los ciudadanos conscientes. Es verdad que nos gobiernan, aunque en un sentido más amplio nos gobernamos junto con quienes nos gobiernan -aquí tal vez se trataría de un “estilo” de vida, de una forma o manera de ser más que de un “sistema” de vida-. Si no, entonces, el pueblo sería una entelequia y algo abstracto. Un motivo de citas y no de acciones y reflexiones.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL


Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca

Si las palabras valen algo, en especial las de los políticos, el Presidente López Obrador tiene la razón: él no se reeligirá en el año 2024, porque quien lo puede reelegir es únicamente el pueblo en el ejercicio de su soberanía. Ya pasadas las elecciones del anterior domingo algo queda muy claro de acuerdo con los principios básicos de la democracia y en los términos de la Constitución vigente que nos rige, y es que sólo el pueblo es quien lo puede decidir. La conveniencia o inconveniencia de la reelección está harto estudiada bajo la poderosa luz de la historia. Pero… al final de cuentas el pueblo decide. Lo cual deja, quiérase que no, un espacio muy amplio, muy abierto, en México y en cualquier parte del mundo donde haya democracia. Por cierto, mucho se ha repetido, siguiendo al texto constitucional -art. 3º fr. II inciso a)-, que la democracia es un sistema de vida -según lo pensaba John Dewey-, lo que a mi juicio es un poco ambiguo e incierto, siendo en estricta realidad una forma de gobierno político -“estructura política”-, “régimen político”-. Pero valga o no la metáfora, la democracia la decide el pueblo.

Ahora bien, queda claro que el Presidente de la República no tiene facultades para reelegirse, pero sí para influir directa o indirectamente en la voluntad popular, en la soberanía popular con el fin de lograrlo. Y la única forma de evitarlo es o sería robustecer y fortalecer la representación popular expresada en las cámaras, en la de senadores y en la de diputados. En consecuencia, lo que le queda de mandato al Presidente debe ser constantemente sometido a juicio, a análisis crítico. O sea, de aquí al 2024 la nación ha de entregarse a un constante, cotidiano y permanente análisis de lo que hace o haga el titular del Poder Ejecutivo. No es tarea fácil habida cuenta de la presencia de los intereses creados. En este sentido lo importante es que el pueblo repase las páginas más sobresalientes de su historia democrática y vea, al margen de prejuicios y convencionalismos, si la conciencia popular a favor de la no reelección fue algo circunstancial o es algo permanente; teniendo en cuenta que hay democracias que admiten una reelección condicionada. En otros términos, el Presidente debe culminar el mandato que se le dio, pero el pueblo debe llevar a cabo por su parte una tarea hasta ahora inédita desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas hasta la fecha. La realidad es que la experiencia de la llamada revocación del mandato deja un fruto muy claro y evidente en cuanto fue el motivo, la razón de ser si cabe el término, de una revisión popular de nuestro camino histórico. Esto es lo que algunos llaman, como Sartori, “democracia dinámica”. La política dinámica no se debe hacer cada tres años, lo cual suele acontecer en México, La verdad es que a la urna se va a expresar lo que se ha pensado y decidido tiempo antes de votar. Se trata de la política constante a cargo del ciudadano elector, de un estado de conciencia activo, de una vigilancia permanente de la voluntad expresada. No se es soberano por unas horas, se lo es por siempre. Y esto, claro, es por supuesto impensable sin una madura conciencia cívica; que es la que hay que despertar. Aquí juegan un papel vital los medios de comunicación, las llamadas redes sociales y el liderazgo intelectual al que estamos obligados todos los ciudadanos conscientes. Es verdad que nos gobiernan, aunque en un sentido más amplio nos gobernamos junto con quienes nos gobiernan -aquí tal vez se trataría de un “estilo” de vida, de una forma o manera de ser más que de un “sistema” de vida-. Si no, entonces, el pueblo sería una entelequia y algo abstracto. Un motivo de citas y no de acciones y reflexiones.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL


Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca