/ jueves 2 de junio de 2022

El agua del molino | La UNAM, un gran compromiso

Ha terminado un período de clases en la Universidad, en concreto en la Facultad de Derecho, siendo que algunos alumnos de la Universidad han terminado sus estudios y se preparan para el examen final con el objeto de titularse o graduarse; lo que hace pensar en el sentido de ser universitario. Muchos piensan al respecto que se lo es meramente durante los estudios de una carrera y hasta que ellos concluyan. En este sentido fueron universitarios o hicieron sus estudios en la Universidad (tiempo pasado), pero en el resto de su vida profesional no actuarán como universitarios sino simplemente como abogados, médicos, ingenieros, etc.; egresados, eso si, de la Universidad. Ahora bien, lo importante e incluso trascendente en el caso es que el alumno se debe impregnar del espíritu de la Universidad hasta el grado de llenar su carrera, su trabajo profesional, de ese espíritu. Los grandes ideales de la Universidad no lo deben abandonar a uno. ¿Qué significa esto?

Existe una organización muy importante, la Fundación UNAM, asociación civil de carácter autónomo, que se encarga de llevar a cabo diversos programas y proyectos con el propósito de mantener viva, digamos, la llama universitaria; en lo que colaboran la comunidad académica y los egresados de la Universidad. La idea es clara: que esté presente y actuante la Universidad en el panorama social de México. Lo relevante es aquí a mi juicio que los ideales universitarios, registrados por la historia, han forjado el México en el que vivimos, lo que significa que tenemos un gran compromiso emanado de las aulas de estudio y de los espacios de investigación. Somos México. Lo que sucede es que unos lo saben y otros no, unos están conscientes de ello y otros no. Se impone despertar a tal realidad. No hay que perder de vista que en las condiciones actuales del país corre riesgo la autonomía universitaria debido al constante ataque de ciertos grupos de extrema derecha, ultraconservadores, que se aprovechan de los golpes que nos llegan desde la cima del poder político (donde también tienen en la mira a la autonomía). Por eso es de vital importancia que actuemos afiliándonos al esfuerzo de los que enarbolan la bandera de los ideales de la Máxima Casa de Estudios. Hay que tomar conciencia de que somos millones los egresados de la UNAM. Pero qué hacer en concreto. Yo veo la respuesta muy clara: ejercer nuestra responsabilidad política derivada de que la Universidad nos ha enseñado el valor y la fuerza del compromiso social del que somos depositarios. Somos parte integrante del cuerpo social, con todas las consecuencias que se desprenden de ello. Y llegado el extremo expresarlo en el terreno de la democracia haciendo oír nuestra voz. Todo lo que hemos heredado de la Universidad puede estar en juego, por la ignorancia y la ambición de algunos, por el descontento traumático y patológico del que son víctimas, guiado éste por la ambición y la soberbia. México es su Universidad, y no son meras palabras, ya que las pruebas están a la vista. Unámonos, manifestémonos. El compromiso de universitarios debe estar latente en nuestras vidas, ya que está en juego el destino social y moral del país. Somos millones, pero dónde estamos, qué hacemos. No hay que olvidar que nuestra pasividad impulsa al agresor. No somos ni hemos sido las paredes de las aulas sino seres humanos a quienes se ha entregado un poder: el de la inteligencia y la luz del conocimiento. Los títulos, grados, honores y tareas profesionales se deben justificar. Antonio Caso dijo que la verdad universitaria está destinada a ser realidad universitaria. ¿De qué manera? Sólo en la democracia que resuena, que vive, que reclama.

PROFESOR EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca


Ha terminado un período de clases en la Universidad, en concreto en la Facultad de Derecho, siendo que algunos alumnos de la Universidad han terminado sus estudios y se preparan para el examen final con el objeto de titularse o graduarse; lo que hace pensar en el sentido de ser universitario. Muchos piensan al respecto que se lo es meramente durante los estudios de una carrera y hasta que ellos concluyan. En este sentido fueron universitarios o hicieron sus estudios en la Universidad (tiempo pasado), pero en el resto de su vida profesional no actuarán como universitarios sino simplemente como abogados, médicos, ingenieros, etc.; egresados, eso si, de la Universidad. Ahora bien, lo importante e incluso trascendente en el caso es que el alumno se debe impregnar del espíritu de la Universidad hasta el grado de llenar su carrera, su trabajo profesional, de ese espíritu. Los grandes ideales de la Universidad no lo deben abandonar a uno. ¿Qué significa esto?

Existe una organización muy importante, la Fundación UNAM, asociación civil de carácter autónomo, que se encarga de llevar a cabo diversos programas y proyectos con el propósito de mantener viva, digamos, la llama universitaria; en lo que colaboran la comunidad académica y los egresados de la Universidad. La idea es clara: que esté presente y actuante la Universidad en el panorama social de México. Lo relevante es aquí a mi juicio que los ideales universitarios, registrados por la historia, han forjado el México en el que vivimos, lo que significa que tenemos un gran compromiso emanado de las aulas de estudio y de los espacios de investigación. Somos México. Lo que sucede es que unos lo saben y otros no, unos están conscientes de ello y otros no. Se impone despertar a tal realidad. No hay que perder de vista que en las condiciones actuales del país corre riesgo la autonomía universitaria debido al constante ataque de ciertos grupos de extrema derecha, ultraconservadores, que se aprovechan de los golpes que nos llegan desde la cima del poder político (donde también tienen en la mira a la autonomía). Por eso es de vital importancia que actuemos afiliándonos al esfuerzo de los que enarbolan la bandera de los ideales de la Máxima Casa de Estudios. Hay que tomar conciencia de que somos millones los egresados de la UNAM. Pero qué hacer en concreto. Yo veo la respuesta muy clara: ejercer nuestra responsabilidad política derivada de que la Universidad nos ha enseñado el valor y la fuerza del compromiso social del que somos depositarios. Somos parte integrante del cuerpo social, con todas las consecuencias que se desprenden de ello. Y llegado el extremo expresarlo en el terreno de la democracia haciendo oír nuestra voz. Todo lo que hemos heredado de la Universidad puede estar en juego, por la ignorancia y la ambición de algunos, por el descontento traumático y patológico del que son víctimas, guiado éste por la ambición y la soberbia. México es su Universidad, y no son meras palabras, ya que las pruebas están a la vista. Unámonos, manifestémonos. El compromiso de universitarios debe estar latente en nuestras vidas, ya que está en juego el destino social y moral del país. Somos millones, pero dónde estamos, qué hacemos. No hay que olvidar que nuestra pasividad impulsa al agresor. No somos ni hemos sido las paredes de las aulas sino seres humanos a quienes se ha entregado un poder: el de la inteligencia y la luz del conocimiento. Los títulos, grados, honores y tareas profesionales se deben justificar. Antonio Caso dijo que la verdad universitaria está destinada a ser realidad universitaria. ¿De qué manera? Sólo en la democracia que resuena, que vive, que reclama.

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