/ domingo 25 de abril de 2021

El cambio climático

La reunión convocada por el Presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, el pasado jueves 22, sin duda que implicó un paso fundamental, en lo que hace a la reconsideración del poder político respecto del deterioro del medio ambiente. Más aún si consideramos el incuestionable liderazgo del país convocante, luego de una administración, por lo menos, ajena a las condiciones generales de la agenda internacional.

Los acuerdos logrados, por mínimos que puedan parecer, orientan aspectos como el desarrollo tecnológico y científico para impulsar la generación de energías renovables y limpias. Desde luego que las metas sugeridas, son eso, decisiones que al final, quedan bajo la voluntad y proyectos de cada gobierno. No obstante, lo que sí es nítido, es la toma de conciencia respecto de la catástrofe que se avecina de no modificar los patrones de consumo y de desarrollo industrial basado en la depredación de recursos naturales y daños al medio ambiente en general.

En el caso de México, hay desafortunadamente, varias evidencias de que el cambio climático ya está aquí. En una nota dada a conocer el pasado 22, por la Universidad Nacional Autónoma de México, por medio del Instituto de Geología, se difundió la extinción del glaciar Ayoloco del Iztaccíhuatl. Un equipo de científicas y especialistas, ascendieron 4, 600 metros para colocar una placa de remembranza a lo que hemos hecho mal como sociedad y como consumidores.

Las consecuencias, según la información, sobre el clima y los miles de pobladores a las faldas de los volcanes, serán inmediatas: escasez de agua, incremento en las temperaturas, sobre todo en época de estiaje y desde luego, reducción en la disponibilidad para la producción agrícola, además de las afectaciones a la flora y la fauna. Y de allí, la cascada de consecuencias económicas e incluso sociales. Así como este caso, hay otros repartidos en la geografía del país, que de no tomarse acciones inmediatas, el agravamiento de la crisis ambiental llegará al punto de ser irreversible.

Es cierto que los poderosos intereses de industrias como el caucho o la producción de plásticos, sin contar por supuesto con la petroquímica y la automovilística, ofrecen y ofrecerán resistencias. Pero también, las actividades de consumo personal, sobre todo en los sociedades con ciertas capacidades de adquisición, deberán observar cambios indispensable, más aún como ha sucedido en la epidemia con los servicios de entrega a domicilio en donde el desperdicio de los contenedores y los insumos sanitarios, se han convertido en una verdadera amenaza al medio ambiente.

México debe asumir una postura decidida respecto de los procesos que afectan o bien, favorecen al deterioro del medio ambiente. Más aún a propósitos de los retos que representan hechos como el referido en los párrafos precedentes. No sólo se trata de un reto, sino de una actitud de responsabilidad ante las evidentes e incuestionables consecuencias.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

La reunión convocada por el Presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, el pasado jueves 22, sin duda que implicó un paso fundamental, en lo que hace a la reconsideración del poder político respecto del deterioro del medio ambiente. Más aún si consideramos el incuestionable liderazgo del país convocante, luego de una administración, por lo menos, ajena a las condiciones generales de la agenda internacional.

Los acuerdos logrados, por mínimos que puedan parecer, orientan aspectos como el desarrollo tecnológico y científico para impulsar la generación de energías renovables y limpias. Desde luego que las metas sugeridas, son eso, decisiones que al final, quedan bajo la voluntad y proyectos de cada gobierno. No obstante, lo que sí es nítido, es la toma de conciencia respecto de la catástrofe que se avecina de no modificar los patrones de consumo y de desarrollo industrial basado en la depredación de recursos naturales y daños al medio ambiente en general.

En el caso de México, hay desafortunadamente, varias evidencias de que el cambio climático ya está aquí. En una nota dada a conocer el pasado 22, por la Universidad Nacional Autónoma de México, por medio del Instituto de Geología, se difundió la extinción del glaciar Ayoloco del Iztaccíhuatl. Un equipo de científicas y especialistas, ascendieron 4, 600 metros para colocar una placa de remembranza a lo que hemos hecho mal como sociedad y como consumidores.

Las consecuencias, según la información, sobre el clima y los miles de pobladores a las faldas de los volcanes, serán inmediatas: escasez de agua, incremento en las temperaturas, sobre todo en época de estiaje y desde luego, reducción en la disponibilidad para la producción agrícola, además de las afectaciones a la flora y la fauna. Y de allí, la cascada de consecuencias económicas e incluso sociales. Así como este caso, hay otros repartidos en la geografía del país, que de no tomarse acciones inmediatas, el agravamiento de la crisis ambiental llegará al punto de ser irreversible.

Es cierto que los poderosos intereses de industrias como el caucho o la producción de plásticos, sin contar por supuesto con la petroquímica y la automovilística, ofrecen y ofrecerán resistencias. Pero también, las actividades de consumo personal, sobre todo en los sociedades con ciertas capacidades de adquisición, deberán observar cambios indispensable, más aún como ha sucedido en la epidemia con los servicios de entrega a domicilio en donde el desperdicio de los contenedores y los insumos sanitarios, se han convertido en una verdadera amenaza al medio ambiente.

México debe asumir una postura decidida respecto de los procesos que afectan o bien, favorecen al deterioro del medio ambiente. Más aún a propósitos de los retos que representan hechos como el referido en los párrafos precedentes. No sólo se trata de un reto, sino de una actitud de responsabilidad ante las evidentes e incuestionables consecuencias.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso