/ lunes 29 de marzo de 2021

El canal de Suez y la fragilidad económica

A la complicada situación económica que enfrentamos a nivel mundial, debido a la pandemia, debemos sumar el cierre del Canal de Suez en Egipto, que está bloqueado desde el martes 23, debido a que un buque portacontenedores de 400 metros de eslora, encalló.

El cierre de una de uno de los puntos estratégicos del tráfico marítimo, responsable del 10% del consumo mundial y del traslado de petróleo a gran parte del mundo, significa que las cadenas de suministro global de todas las industrias van a sufrir interrupciones y retrasos: desde el sector químico hasta el alimenticio, pues aunque las mayores afectaciones en materia de disponibilidad de bienes, serán en Europa y Asia, no hay que olvidar que muchos insumos que se usan de nuestro lado del mundo, provienen de las regiones de Asia Central y Pacífico.

También hay que sumar que los precios en el transporte de petróleo se elevarán, lo cual golpea al mercado energético, que desde las heladas de los meses pasados, han tenido números complicados.

Este incidente se suma al cierre económico y a la disminución de la demanda mundial que ya veníamos arrastrando, demostrando que la economía global está en su momento más frágil. Los esfuerzos de interdependencia que nos permitieron lograr eficacia y una conectividad global nunca antes vista, hoy nos revelan una gran vulnerabilidad.

También nos muestras que la resiliencia es mucho más que una charla corporativa para CEOs, sino que debe ser parte de la forma de participar en los negocios, pues si bien es casi imposible escapar al efecto dominó, también es cierto que hacer negocios en cualquier industria, implica considerar variables globales que generen desabasto o incremento en los insumos.

Frente a esta incertidumbre, solo queda estar preparados creando reservas, controlando el inventario y los gastos, buscar estrategias para reducir pérdidas en caso de emergencia y, en la medida de lo posible, buscando insumos más cerca de nuestras regiones geográficas.

Desde luego, este no puede ser un esfuerzo individual desde una empresa, sino que debe ir acompañada de decisiones económicas estatales y de políticas industriales que permitan a las industrias del país, tener un margen de acción para hacer frente a la incertidumbre.

A la complicada situación económica que enfrentamos a nivel mundial, debido a la pandemia, debemos sumar el cierre del Canal de Suez en Egipto, que está bloqueado desde el martes 23, debido a que un buque portacontenedores de 400 metros de eslora, encalló.

El cierre de una de uno de los puntos estratégicos del tráfico marítimo, responsable del 10% del consumo mundial y del traslado de petróleo a gran parte del mundo, significa que las cadenas de suministro global de todas las industrias van a sufrir interrupciones y retrasos: desde el sector químico hasta el alimenticio, pues aunque las mayores afectaciones en materia de disponibilidad de bienes, serán en Europa y Asia, no hay que olvidar que muchos insumos que se usan de nuestro lado del mundo, provienen de las regiones de Asia Central y Pacífico.

También hay que sumar que los precios en el transporte de petróleo se elevarán, lo cual golpea al mercado energético, que desde las heladas de los meses pasados, han tenido números complicados.

Este incidente se suma al cierre económico y a la disminución de la demanda mundial que ya veníamos arrastrando, demostrando que la economía global está en su momento más frágil. Los esfuerzos de interdependencia que nos permitieron lograr eficacia y una conectividad global nunca antes vista, hoy nos revelan una gran vulnerabilidad.

También nos muestras que la resiliencia es mucho más que una charla corporativa para CEOs, sino que debe ser parte de la forma de participar en los negocios, pues si bien es casi imposible escapar al efecto dominó, también es cierto que hacer negocios en cualquier industria, implica considerar variables globales que generen desabasto o incremento en los insumos.

Frente a esta incertidumbre, solo queda estar preparados creando reservas, controlando el inventario y los gastos, buscar estrategias para reducir pérdidas en caso de emergencia y, en la medida de lo posible, buscando insumos más cerca de nuestras regiones geográficas.

Desde luego, este no puede ser un esfuerzo individual desde una empresa, sino que debe ir acompañada de decisiones económicas estatales y de políticas industriales que permitan a las industrias del país, tener un margen de acción para hacer frente a la incertidumbre.