/ lunes 19 de agosto de 2019

El caso Rosario Robles

El proceso penal iniciado en contra de Rosario Robles no es un asunto nuevo, ni tampoco debe sorprender a nadie. Puede representar un avance histórico en el combate a la corrupción, pero también puede confundirse fácilmente con una venganza política. La historia de Rosario Robles es larga y ojalá que el caso no se limite a las denuncias propias de la investigación de 2017 llamada “la estafa maestra” o a su labor dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto.

En 2015 los Senadores del PAN denunciamos a la entonces Secretaria de Desarrollo Social por el uso de recursos públicos para fines electorales, en 2013 se dio la famosa frase de “no te preocupes Rosario” por las acusaciones, también de desvío de recursos de Sedesol. Antes de esto también fue muy conocida la historia de Carlos Ahumada y los traslados de recursos, y todavía antes, a finales de los 90, Carlos Castillo Peraza denunciaba las mentiras que decía Rosario Robles desde la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En pocas palabras, Rosario Robles ha sido constantemente señalada e involucrada (durante más de dos décadas) en actos de corrupción.

Hace menos de un año, -octubre del año pasado-, durante el periodo en el que ya ha ingresó la nueva legislatura, pero todavía no cambia el Poder Ejecutivo, Rosario Robles compareció ante el Pleno de la Cámara de Diputados y ahí, frente a ella, las diputadas y diputados de Acción Nacional mencionaron las irregularidades que se presumía existían en su gestión así como el hecho de que se mantuviera el halo protector de la impunidad.

A pesar de todo lo evidente que pueda ser el historial de corrupción de una persona, es necesario que la justicia sea imparcial y que responda exclusivamente al objetivo de hacer lo justo, sin caer en la tentación de venganzas políticas o actos para demostrar autoridad. También es de suma importancia que todo el proceso se construya de manera profesional y transparente para que no termine en un fiasco. Decía Manuel Gómez Morin, fundador del PAN, que el bien mal hecho es peor que el mal en sí mismo, porque anula la conciencia del mal; no vaya a pasar, que por armar un caso rápido y espectacular no se haga con la solidez necesaria.

Es importante seguir con atención el desarrollo judicial del caso para que no se vulneren el proceso ni derecho humano alguno. El reto es importante porque no deja de ser una realidad que el presidente López Obrador y Rosario Robles fueron compañeros de partido décadas, que ambos presidieron al PRD y que López Obrador fue el sucesor de Rosario Robles en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Es tiempo de que se rindan cuentas, pero también es tiempo de vigilar al poder. Tan importante será que todos los que han cometido actos de corrupción sean llevados a la justicia como que la Fiscalía General de la República actúe con autonomía y llegue hasta las últimas consecuencias. No debe quedar duda alguna de que lo que pase sea siempre por justicia y nunca por venganza.

@JCRomeroHicks

El proceso penal iniciado en contra de Rosario Robles no es un asunto nuevo, ni tampoco debe sorprender a nadie. Puede representar un avance histórico en el combate a la corrupción, pero también puede confundirse fácilmente con una venganza política. La historia de Rosario Robles es larga y ojalá que el caso no se limite a las denuncias propias de la investigación de 2017 llamada “la estafa maestra” o a su labor dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto.

En 2015 los Senadores del PAN denunciamos a la entonces Secretaria de Desarrollo Social por el uso de recursos públicos para fines electorales, en 2013 se dio la famosa frase de “no te preocupes Rosario” por las acusaciones, también de desvío de recursos de Sedesol. Antes de esto también fue muy conocida la historia de Carlos Ahumada y los traslados de recursos, y todavía antes, a finales de los 90, Carlos Castillo Peraza denunciaba las mentiras que decía Rosario Robles desde la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. En pocas palabras, Rosario Robles ha sido constantemente señalada e involucrada (durante más de dos décadas) en actos de corrupción.

Hace menos de un año, -octubre del año pasado-, durante el periodo en el que ya ha ingresó la nueva legislatura, pero todavía no cambia el Poder Ejecutivo, Rosario Robles compareció ante el Pleno de la Cámara de Diputados y ahí, frente a ella, las diputadas y diputados de Acción Nacional mencionaron las irregularidades que se presumía existían en su gestión así como el hecho de que se mantuviera el halo protector de la impunidad.

A pesar de todo lo evidente que pueda ser el historial de corrupción de una persona, es necesario que la justicia sea imparcial y que responda exclusivamente al objetivo de hacer lo justo, sin caer en la tentación de venganzas políticas o actos para demostrar autoridad. También es de suma importancia que todo el proceso se construya de manera profesional y transparente para que no termine en un fiasco. Decía Manuel Gómez Morin, fundador del PAN, que el bien mal hecho es peor que el mal en sí mismo, porque anula la conciencia del mal; no vaya a pasar, que por armar un caso rápido y espectacular no se haga con la solidez necesaria.

Es importante seguir con atención el desarrollo judicial del caso para que no se vulneren el proceso ni derecho humano alguno. El reto es importante porque no deja de ser una realidad que el presidente López Obrador y Rosario Robles fueron compañeros de partido décadas, que ambos presidieron al PRD y que López Obrador fue el sucesor de Rosario Robles en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Es tiempo de que se rindan cuentas, pero también es tiempo de vigilar al poder. Tan importante será que todos los que han cometido actos de corrupción sean llevados a la justicia como que la Fiscalía General de la República actúe con autonomía y llegue hasta las últimas consecuencias. No debe quedar duda alguna de que lo que pase sea siempre por justicia y nunca por venganza.

@JCRomeroHicks