/ jueves 8 de febrero de 2018

El chapulinismo: bendición y plaga

Hace mucho tiempo que, afortunadamente – porque cuando la burocracia te busca es siempre para j*d*r-,

que no recibo comunicaciones oficiales, así que ignoro si los funcionarios siguen usando la antefirma que por ley tenían que poner en sus oficios. O sea, Sufragio Efectivo, No Reelección. En esas cuatro palabras, de las cuales nuestros choznos se reirán como descosidos, está del origen de uno de los fenómenos más controvertidos de nuestro sistema político: el chapulinismo.

La revolución mexicana se hizo contra Porfirio Díaz,

quien se había reelegido siete veces,y cuando se formaron gobiernos emanados de ella, tomaron como lema la no reelección. Ya entrados en gastos, la prohibición fue general: si el Presidente no podía reelegirse, tampoco podía hacerlo nadie más.

Esa obsesión con la no reelección, más la existencia de un partido único - y el hecho de que el ejecutivo fuera el único que ejercía realmente el poder -  creó el chapulinismo, o sea, la práctica de saltar de un puesto a otro, hacia arriba, hacia abajo o hacia los lados. Porque el partido único tenía necesidad de pagar salarios políticos y premiar a sus cuadros distinguidos, así que había que irlos moviendo, especialmente en el

legislativo. Y así se consiguió tener tranquilos a los ubicados y a los que buscaban ubicarse, pero se perdió la posibilidad de tener, por ejemplo, un congreso de profesionales, con experiencia parlamentaria, capaz de darle al país las leyes que necesitara, sin depender de las iniciativas del ejecutivo.

¿ Plaga ? ¿ Bendición ?

Ante la imposibilidad  legal de hacer una carrera parlamentaria reeligiéndose  periódicamente, los

funcionarios con vocación e interés buscaron continuar formándose en otras cámaras o en el ejecutivo. Pese a los obstáculos de una regla obsoleta y dañina, con el paso del tiempo  algunos lograron conseguir la experiencia y el oficio político que les permitiría hacer funcionar gobiernos y congresos, sin perder tiempo precioso en desasnar a los recienllegados.

Eso fue lo positivo del chapulinismo. Lo negativo, que padecemos y seguiremos padeciendo hasta que desaparezca la ya también obsoleta y costosísima casta de los plurinominales, es que tendremos que seguir manteniendo a los dueños de partidos y sus cómplices.

Mientras llega esa indispensable poda para que la democracia mexicana pueda escribirse sin adjetivos, bien haremos los mexicanos de a pie en reflexionar

que la existencia de los chapulines es efectivamente inícuo vivero de rémoras y sanguijuelas, pero también sirve de núcleo al sistema de instituciones.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx

 

Hace mucho tiempo que, afortunadamente – porque cuando la burocracia te busca es siempre para j*d*r-,

que no recibo comunicaciones oficiales, así que ignoro si los funcionarios siguen usando la antefirma que por ley tenían que poner en sus oficios. O sea, Sufragio Efectivo, No Reelección. En esas cuatro palabras, de las cuales nuestros choznos se reirán como descosidos, está del origen de uno de los fenómenos más controvertidos de nuestro sistema político: el chapulinismo.

La revolución mexicana se hizo contra Porfirio Díaz,

quien se había reelegido siete veces,y cuando se formaron gobiernos emanados de ella, tomaron como lema la no reelección. Ya entrados en gastos, la prohibición fue general: si el Presidente no podía reelegirse, tampoco podía hacerlo nadie más.

Esa obsesión con la no reelección, más la existencia de un partido único - y el hecho de que el ejecutivo fuera el único que ejercía realmente el poder -  creó el chapulinismo, o sea, la práctica de saltar de un puesto a otro, hacia arriba, hacia abajo o hacia los lados. Porque el partido único tenía necesidad de pagar salarios políticos y premiar a sus cuadros distinguidos, así que había que irlos moviendo, especialmente en el

legislativo. Y así se consiguió tener tranquilos a los ubicados y a los que buscaban ubicarse, pero se perdió la posibilidad de tener, por ejemplo, un congreso de profesionales, con experiencia parlamentaria, capaz de darle al país las leyes que necesitara, sin depender de las iniciativas del ejecutivo.

¿ Plaga ? ¿ Bendición ?

Ante la imposibilidad  legal de hacer una carrera parlamentaria reeligiéndose  periódicamente, los

funcionarios con vocación e interés buscaron continuar formándose en otras cámaras o en el ejecutivo. Pese a los obstáculos de una regla obsoleta y dañina, con el paso del tiempo  algunos lograron conseguir la experiencia y el oficio político que les permitiría hacer funcionar gobiernos y congresos, sin perder tiempo precioso en desasnar a los recienllegados.

Eso fue lo positivo del chapulinismo. Lo negativo, que padecemos y seguiremos padeciendo hasta que desaparezca la ya también obsoleta y costosísima casta de los plurinominales, es que tendremos que seguir manteniendo a los dueños de partidos y sus cómplices.

Mientras llega esa indispensable poda para que la democracia mexicana pueda escribirse sin adjetivos, bien haremos los mexicanos de a pie en reflexionar

que la existencia de los chapulines es efectivamente inícuo vivero de rémoras y sanguijuelas, pero también sirve de núcleo al sistema de instituciones.

Buenos días. Buena suerte.

juegodepalabras1@yahoo.com

Sitio Web: juegodepalabras.mx