/ domingo 16 de diciembre de 2018

El compromiso social con la Seguridad

A partir del anuncio del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, respecto de la creación de la Guardia Nacional, de forma gradual y errónea, se ha instalado en la opinión pública, que dicha medida es única y exclusiva responsabilidad de las Fuerzas Armadas, y en particular como dependencia gubernamental, de la Secretaría de la Defensa Nacional. Veamos en dónde radica el yerro.


En primer lugar, la posibilidad para la construcción de un ambiente social sano, seguro y certero, radica en la calidad de los propios ciudadanos en cuanto a su compromiso con la ley y los buenos hábitos. Por supuesto, que no hay sistema social libre de patologías, prejuicios y problemas, pero las condiciones para hacerles frente, se fortalecen a partir de las tonalidades de convivencia, tolerancia y apego a las normas. Ante esa positiva situación, las instituciones y sobre todo, las encargadas de velar por la Seguridad Pública, en primer lugar, ven facilitadas sus labores en tanto existe una extendida convicción para condenar y/o rechazar las conductas delictivas.


Y en segundo término, hay diversas áreas del gobierno en los niveles locales y federal, que tienen mucho que ver con la creación de las condiciones para que la Seguridad Pública funcione. Desde la Secretaría de Educación Pública (civismo), hasta la de Comunicaciones y Transportes (conectividad y articulación regional), pasando por la de Salud (prácticas cotidianas de alimentación), entre otras, así como sus réplicas en municipios y Estados, que contribuyen a formular perspectivas de superación y desarrollo individual y colectivo.


Señalado lo anterior, la Guardia Nacional, como inicial y principal propuesta del nuevo gobierno de la República, es en realidad una medida para impulsar las bases y condiciones para que a su vez, la sociedad en su conjunto, participe de forma activa. Suponer o argumentar que la Seguridad Pública será exclusiva competencia de esta nueva Fuerza Armada, representa persistir/aceptar en el aletargamiento de las autoridades locales y sobre todo, de la apatía de la colectividad.


Lo anterior lo podemos comprobar con otros casos, en donde ante una crisis de inseguridad, la autoridad actúa de forma ágil y efectiva, apoyada por la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, la manera en que las autoridades, opinión pública y sociedad francesas le hicieron frente al más reciente atentado terrorista en Estrasburgo. Si hay una agresión a la colectividad, la misma colectividad reacciona para defenderse y recuperar a la brevedad la vida cotidiana.


No hay duda, de que las Fuerzas Armadas en estas circunstancias de inseguridad pública, que se han prolongado por poco más de 24 años, harán un buen trabajo. La aceptación y respaldo mayoritario de la población es la mejor base con la que cuentan. Pero esa virtud, deberá traducirse por parte de la sociedad y autoridades civiles, en mejores prácticas cívicas.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

A partir del anuncio del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, respecto de la creación de la Guardia Nacional, de forma gradual y errónea, se ha instalado en la opinión pública, que dicha medida es única y exclusiva responsabilidad de las Fuerzas Armadas, y en particular como dependencia gubernamental, de la Secretaría de la Defensa Nacional. Veamos en dónde radica el yerro.


En primer lugar, la posibilidad para la construcción de un ambiente social sano, seguro y certero, radica en la calidad de los propios ciudadanos en cuanto a su compromiso con la ley y los buenos hábitos. Por supuesto, que no hay sistema social libre de patologías, prejuicios y problemas, pero las condiciones para hacerles frente, se fortalecen a partir de las tonalidades de convivencia, tolerancia y apego a las normas. Ante esa positiva situación, las instituciones y sobre todo, las encargadas de velar por la Seguridad Pública, en primer lugar, ven facilitadas sus labores en tanto existe una extendida convicción para condenar y/o rechazar las conductas delictivas.


Y en segundo término, hay diversas áreas del gobierno en los niveles locales y federal, que tienen mucho que ver con la creación de las condiciones para que la Seguridad Pública funcione. Desde la Secretaría de Educación Pública (civismo), hasta la de Comunicaciones y Transportes (conectividad y articulación regional), pasando por la de Salud (prácticas cotidianas de alimentación), entre otras, así como sus réplicas en municipios y Estados, que contribuyen a formular perspectivas de superación y desarrollo individual y colectivo.


Señalado lo anterior, la Guardia Nacional, como inicial y principal propuesta del nuevo gobierno de la República, es en realidad una medida para impulsar las bases y condiciones para que a su vez, la sociedad en su conjunto, participe de forma activa. Suponer o argumentar que la Seguridad Pública será exclusiva competencia de esta nueva Fuerza Armada, representa persistir/aceptar en el aletargamiento de las autoridades locales y sobre todo, de la apatía de la colectividad.


Lo anterior lo podemos comprobar con otros casos, en donde ante una crisis de inseguridad, la autoridad actúa de forma ágil y efectiva, apoyada por la sociedad en su conjunto. Por ejemplo, la manera en que las autoridades, opinión pública y sociedad francesas le hicieron frente al más reciente atentado terrorista en Estrasburgo. Si hay una agresión a la colectividad, la misma colectividad reacciona para defenderse y recuperar a la brevedad la vida cotidiana.


No hay duda, de que las Fuerzas Armadas en estas circunstancias de inseguridad pública, que se han prolongado por poco más de 24 años, harán un buen trabajo. La aceptación y respaldo mayoritario de la población es la mejor base con la que cuentan. Pero esa virtud, deberá traducirse por parte de la sociedad y autoridades civiles, en mejores prácticas cívicas.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso