/ miércoles 27 de diciembre de 2017

El debate abierto

Aún semanas antes del comienzo formal de las campañas políticas, el debate está abierto. Por encima de las concentraciones en las que por número el PRI lleva la mano, ideas, propuestas, programas de gobierno están ya a la luz de la opinión pública.  Los tres precandidatos de las triples alianzas ventilan ya, en el escenario electoral parte de  lo que será la gran discusión que el votante tiene ante sí para decidir el sufragio el próximo primero de julio.

Andrés Manuel López Obrador hace un alto en la diatriba, la descalificación y la alusión personal – al diablo las instituciones, cállense chachalacas, señoritingos y pirruris—y presenta en décalogo un programa de ocurrencias entre las que resalta la idea del olvido, llámese amnistía, de los delitos de la mafia de la delincuencia, que no es la misma que la del poder. Ricardo Anaya, el candidato de una minoría seudo izquierdista y pobremente derechista, propone el quimérico ingreso universal para todas las personas, 120 millones de mexicanos ricos y pobres sin distinción de condición económica o social. Populismo de derecha. José Antonio Meade, precandidato del PRI, ofrece soluciones prácticas, concretas, a graves problemas como la corrupción, el lavado de dinero y la impunidad con el imperio del derecho y la aplicación de la ley. Si en ese camino, se supone, habría que afectar a propios y extraños del presente y del pasado, la afirmación está ahí, en espera de ser aplicada.

El debate está abierto. Ampliado en los tres encuentros que tendrán lugar durante la campaña de tres meses con fechas establecidas por el calendario político, los temas centrales y distintivos de cada una de las propuestas están a la vista y sin equivoco ante la opinión pública: tres programas, tres propuestas que corresponden a los principios  y el enfoque de cada uno de los contendientes y de los partidos que los postulan. La estridencia de la solución simplista, la ocurrencia y la inviabilidad por parte de López Obrador. El empecinamiento de una nueva alternancia sin el apoyo de grandes núcleos de la población –el poder por el poder – por parte del candidatos del Frente, primero ciudadano, luego opositor y ahora Por México, de Ricardo Anaya, postulado por una alianza fragmentada y fracturada en los propios partidos que la integran. Por parte del PRI, la propuesta es de una continuidad, --que no continuismo-- en la que se lleve adelante la serie de reformas de la actual administración sin que por ello se deje de revisar y se corrijan los errores, las fallas y las omisiones en las que se haya incurrido. El reto  del candidato José Antonio Meade será el apoyo  del partido que lo postula y de las fuerzas económicas, políticas y sociales para impulsar y concretar las propuestas y los programas que ha enunciado  en los principios de su plataforma electoral.

Lejos de ataques personales y de las veleidades de las encuestas, los sondeos de opinión y las expresiones de la opinión pública, el debate está ahí. Las propuestas fundamentales están a la vista, a la consideración del análisis y la valoración por parte de la ciudadanía. El proceso electoral sigue su curso, más allá de la batalla personal, las descalificaciones y todo lo que pueda venir en favor o en contra de la imagen personal de cada uno de los contendientes y de las de los partidos que los apoyan. Lejos de estar pospuesto, el debate a nivel nacional ha comenzado y es indetenible

Srio28@prodigy.net.mx    

Aún semanas antes del comienzo formal de las campañas políticas, el debate está abierto. Por encima de las concentraciones en las que por número el PRI lleva la mano, ideas, propuestas, programas de gobierno están ya a la luz de la opinión pública.  Los tres precandidatos de las triples alianzas ventilan ya, en el escenario electoral parte de  lo que será la gran discusión que el votante tiene ante sí para decidir el sufragio el próximo primero de julio.

Andrés Manuel López Obrador hace un alto en la diatriba, la descalificación y la alusión personal – al diablo las instituciones, cállense chachalacas, señoritingos y pirruris—y presenta en décalogo un programa de ocurrencias entre las que resalta la idea del olvido, llámese amnistía, de los delitos de la mafia de la delincuencia, que no es la misma que la del poder. Ricardo Anaya, el candidato de una minoría seudo izquierdista y pobremente derechista, propone el quimérico ingreso universal para todas las personas, 120 millones de mexicanos ricos y pobres sin distinción de condición económica o social. Populismo de derecha. José Antonio Meade, precandidato del PRI, ofrece soluciones prácticas, concretas, a graves problemas como la corrupción, el lavado de dinero y la impunidad con el imperio del derecho y la aplicación de la ley. Si en ese camino, se supone, habría que afectar a propios y extraños del presente y del pasado, la afirmación está ahí, en espera de ser aplicada.

El debate está abierto. Ampliado en los tres encuentros que tendrán lugar durante la campaña de tres meses con fechas establecidas por el calendario político, los temas centrales y distintivos de cada una de las propuestas están a la vista y sin equivoco ante la opinión pública: tres programas, tres propuestas que corresponden a los principios  y el enfoque de cada uno de los contendientes y de los partidos que los postulan. La estridencia de la solución simplista, la ocurrencia y la inviabilidad por parte de López Obrador. El empecinamiento de una nueva alternancia sin el apoyo de grandes núcleos de la población –el poder por el poder – por parte del candidatos del Frente, primero ciudadano, luego opositor y ahora Por México, de Ricardo Anaya, postulado por una alianza fragmentada y fracturada en los propios partidos que la integran. Por parte del PRI, la propuesta es de una continuidad, --que no continuismo-- en la que se lleve adelante la serie de reformas de la actual administración sin que por ello se deje de revisar y se corrijan los errores, las fallas y las omisiones en las que se haya incurrido. El reto  del candidato José Antonio Meade será el apoyo  del partido que lo postula y de las fuerzas económicas, políticas y sociales para impulsar y concretar las propuestas y los programas que ha enunciado  en los principios de su plataforma electoral.

Lejos de ataques personales y de las veleidades de las encuestas, los sondeos de opinión y las expresiones de la opinión pública, el debate está ahí. Las propuestas fundamentales están a la vista, a la consideración del análisis y la valoración por parte de la ciudadanía. El proceso electoral sigue su curso, más allá de la batalla personal, las descalificaciones y todo lo que pueda venir en favor o en contra de la imagen personal de cada uno de los contendientes y de las de los partidos que los apoyan. Lejos de estar pospuesto, el debate a nivel nacional ha comenzado y es indetenible

Srio28@prodigy.net.mx