/ jueves 29 de marzo de 2018

El desafío de las armas criminales

Tamaulipas, como otros Estados de la República, viene siendo para muy mal, una referencia de cómo la delincuencia lejos de debilitarse por las acciones de la autoridad, se refuerza e incluso incrementa sus desafíos mediante la capacidad de fuego de armas propias de Fuerzas Armadas. No hay quien en su sano juicio, pueda menospreciar la letalidad de las violentas capacidades de las bandas delictivas. El peligro es mayúsculo.

En medio de esa pendiente, en diversos círculos de opinión, ya sean académicos, políticos o en simples conversaciones, parece no haber la suficiente conciencia de la disfunción en materia de seguridad pública y sus efectos en una amplia variedad de actividades. Desde la gradual consolidación de un Estado paralegal, hasta el sensible hartazgo de comunidades e incluso ciudades importantes, la democracia que nos hemos dado, resulta ostensiblemente incapaz para atender las exigencias que demanda la población. El Ejército Mexicano, la Armada de México y la Fuerza Aérea Mexicana, como fundamental recurso para contener y someter a la criminalidad, observan sustanciales dificultades desde la perspectiva legal y presupuestal para mejor atender las órdenes de Presidente de la República y Comandane Supremo de las Fuerzas Armadas .

Ya no se diga del enorme retraso para aplicar la suspendida Ley de Seguridad Interior. Basta con revisar las intermitentes medidas aplicadas por la autoridad civil, para darse cuenta que entre la debilidad institucional y la fácil disposición de los delincuentes para armarse, nos encontramos en medio de un ambiente en donde a pesar del proceso electoral, la atención se concentra en la dinámica delictiva, e incluso considerando a los 42 asesinatos de militantes de partidos políticos, que desde el primero de septiembre recorren el país y han sido victimados por sicarios.

Con la información dada a conocer por los medios de comunicación, la manera en que se sucedieron los enfrentamientos Reynosa, los criminales operaron como un grupo capacitado para el combate urbano y la contrainsurgencia. El planeo de los ataques y emboscada, ilustra con toda claridad que la capacidad en el ejercicio de la violencia armada, se ha incrementado. Mediante la circulación de grabaciones de personas que testimoniaron los enfrentamientos, la cantidad de proyectiles utilizados es propia de combates entre fuerzas regulares. El abastecimiento de balas y pertrechosson determinantes para que los participantes puedan liquidar a sus enemigos.

Pasan los meses y los años, empiezan y terminan gobiernos federales, pero la situación de violencia e inseguridad, está muy lejos de controlarse. De manera muy desafortunada, quienes sí involucionan en sus nocivas capacidades, son los criminales. Semana con semana, aportan pruebas a nuestra dramática realidad.

javierolivaposada@gmail.com

Tamaulipas, como otros Estados de la República, viene siendo para muy mal, una referencia de cómo la delincuencia lejos de debilitarse por las acciones de la autoridad, se refuerza e incluso incrementa sus desafíos mediante la capacidad de fuego de armas propias de Fuerzas Armadas. No hay quien en su sano juicio, pueda menospreciar la letalidad de las violentas capacidades de las bandas delictivas. El peligro es mayúsculo.

En medio de esa pendiente, en diversos círculos de opinión, ya sean académicos, políticos o en simples conversaciones, parece no haber la suficiente conciencia de la disfunción en materia de seguridad pública y sus efectos en una amplia variedad de actividades. Desde la gradual consolidación de un Estado paralegal, hasta el sensible hartazgo de comunidades e incluso ciudades importantes, la democracia que nos hemos dado, resulta ostensiblemente incapaz para atender las exigencias que demanda la población. El Ejército Mexicano, la Armada de México y la Fuerza Aérea Mexicana, como fundamental recurso para contener y someter a la criminalidad, observan sustanciales dificultades desde la perspectiva legal y presupuestal para mejor atender las órdenes de Presidente de la República y Comandane Supremo de las Fuerzas Armadas .

Ya no se diga del enorme retraso para aplicar la suspendida Ley de Seguridad Interior. Basta con revisar las intermitentes medidas aplicadas por la autoridad civil, para darse cuenta que entre la debilidad institucional y la fácil disposición de los delincuentes para armarse, nos encontramos en medio de un ambiente en donde a pesar del proceso electoral, la atención se concentra en la dinámica delictiva, e incluso considerando a los 42 asesinatos de militantes de partidos políticos, que desde el primero de septiembre recorren el país y han sido victimados por sicarios.

Con la información dada a conocer por los medios de comunicación, la manera en que se sucedieron los enfrentamientos Reynosa, los criminales operaron como un grupo capacitado para el combate urbano y la contrainsurgencia. El planeo de los ataques y emboscada, ilustra con toda claridad que la capacidad en el ejercicio de la violencia armada, se ha incrementado. Mediante la circulación de grabaciones de personas que testimoniaron los enfrentamientos, la cantidad de proyectiles utilizados es propia de combates entre fuerzas regulares. El abastecimiento de balas y pertrechosson determinantes para que los participantes puedan liquidar a sus enemigos.

Pasan los meses y los años, empiezan y terminan gobiernos federales, pero la situación de violencia e inseguridad, está muy lejos de controlarse. De manera muy desafortunada, quienes sí involucionan en sus nocivas capacidades, son los criminales. Semana con semana, aportan pruebas a nuestra dramática realidad.

javierolivaposada@gmail.com