/ viernes 28 de agosto de 2020

El desafío de las escuelas

Esta semana, comenzó el Ciclo Escolar 2020-2021 a distancia. Se trata de un hecho sin precedentes que, por ahora, permitirá que las niñas, niños y adolescentes retomen su educación aun en medio de la pandemia.


A partir de este 24 de agosto, el sistema educativo inició una nueva etapa que requiere de un gran apoyo y compromiso de padres de familia, maestras y maestros, autoridades educativas y, particularmente, de la atención de los casi 30 millones de alumnas y alumnos, que deberán aprovechar los recursos tecnológicos que tengan en casa, para tomar sus clases. Otros tantos, deberán dedicar mayores esfuerzos debido a las precarias condiciones en que se encuentran sus hogares y comunidades.


Además del nuevo ciclo escolar, también se abre una etapa para atender el fortalecimiento integral de las escuelas. La pandemia, entre otras cosas, agudizó las vulnerabilidades y brechas que será necesario revertir para que los planteles escolares, de todo el país, cumplan plenamente con su función social en un contexto de nuevas exigencias y desafíos.


Es impensable que los planteles escolares puedan abrir sus puertas más adelante, sin haber pasado por un proceso de adaptación y fortalecimiento. Cuando sea el momento de regresar a las escuelas, la prioridad será garantizar la salud de todos los integrantes de la comunidad educativa.


Por esta razón, la UNESCO sugiere que es tiempo de preparar a las escuelas para una reapertura segura, pero que esto debe darse de acuerdo con la normatividad y protocolos diseñados por las autoridades de salud de cada país. Yo agregaría, que esto tendrá que ser mediante una efectiva coordinación con las autoridades educativas y con la participación de los tres niveles de gobierno.


El objetivo que plantea este organismo es que el retorno a la escuela debe darse de “manera segura, planificada, gradual e inclusiva, sin discriminar a nadie ni exponer a los alumnos, los maestros y al resto del personal educativo a riesgos para la salud”.


Todo parece indicar que seguiremos coexistiendo con la pandemia por mucho tiempo más. Todos deseamos que esto acabe lo más pronto posible. Hasta ahora, no hay país que haya logrado controlar la crisis sanitaria por completo; quienes se apresuraron a liberar distintas restricciones -incluso iniciar el regreso a clases presenciales- han tenido que hacer frente al surgimiento de reinfecciones y rebrotes.


Por eso, muy probablemente la apertura de las escuelas ocurrirá aún y cuando la pandemia no se haya erradicado en su totalidad. Esto va a implicar el despliegue de estrictas medidas sanitarias para evitar nuevos contagios.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) plantea dos cuestiones centrales: por una parte, “el cierre escolar generalizado y extendido representa un riesgo grave para el aprendizaje, protección y bienestar de los niños, niñas y adolescentes”; por la otra, los niños, niñas y adolescentes más marginados son los más perjudicados… y son quienes tienen menos posibilidades de regresar a la escuela”.


Las recomendaciones que aporta la UNICEF son muy amplias y en este espacio resultaría imposible abordarlas a detalle, pero todas tienen un objetivo central: la reapertura segura de las escuelas, sin riesgos de contagio; y que todos los integrantes de la comunidad educativa confíen en las medidas de prevención e higiene adoptadas.


Entre las sugerencias más relevantes que aporta dicho organismo están: apertura gradual; alternancia entre el aprendizaje presencial y a distancia; horarios escalonados; turnos múltiples; grupos reducidos; vigilancia de la salud física de estudiantes y maestros; provisión adecuada de servicios básicos de agua y saneamiento; presupuesto suficiente para la eficiente implementación de los protocolos de higiene, saneamiento y distanciamiento físico; fortalecimiento de la infraestructura escolar y su equipamiento tecnológico; suministro de termómetros, equipos de protección, alcohol, gel, mascarillas, entre otros; definición de protocolos para el manejo de casos sospechosos; capacitación de docentes; y, estrategias para lograr que todos los niños, niñas y adolescentes regresen a la escuela.


Como podemos ver, la tarea de preparar a las escuelas para su reapertura es titánica, pues tendrá que darse a la par que se desarrolla el actual ciclo escolar. En estos momentos, todo queda por hacerse. Además, es un tema que no se puede posponer, lo que está de por medio es la salud y la tranquilidad de cada uno de los integrantes de la comunidad educativa.


Ojalá que el gobierno así lo conciba y concentre todos sus esfuerzos para garantizar que las escuelas sean lugares seguros. La pandemia les ha impuesto a estas instituciones un gran reto, que, indudablemente va a requerir de una amplia participación y corresponsabilidad social.





Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

Esta semana, comenzó el Ciclo Escolar 2020-2021 a distancia. Se trata de un hecho sin precedentes que, por ahora, permitirá que las niñas, niños y adolescentes retomen su educación aun en medio de la pandemia.


A partir de este 24 de agosto, el sistema educativo inició una nueva etapa que requiere de un gran apoyo y compromiso de padres de familia, maestras y maestros, autoridades educativas y, particularmente, de la atención de los casi 30 millones de alumnas y alumnos, que deberán aprovechar los recursos tecnológicos que tengan en casa, para tomar sus clases. Otros tantos, deberán dedicar mayores esfuerzos debido a las precarias condiciones en que se encuentran sus hogares y comunidades.


Además del nuevo ciclo escolar, también se abre una etapa para atender el fortalecimiento integral de las escuelas. La pandemia, entre otras cosas, agudizó las vulnerabilidades y brechas que será necesario revertir para que los planteles escolares, de todo el país, cumplan plenamente con su función social en un contexto de nuevas exigencias y desafíos.


Es impensable que los planteles escolares puedan abrir sus puertas más adelante, sin haber pasado por un proceso de adaptación y fortalecimiento. Cuando sea el momento de regresar a las escuelas, la prioridad será garantizar la salud de todos los integrantes de la comunidad educativa.


Por esta razón, la UNESCO sugiere que es tiempo de preparar a las escuelas para una reapertura segura, pero que esto debe darse de acuerdo con la normatividad y protocolos diseñados por las autoridades de salud de cada país. Yo agregaría, que esto tendrá que ser mediante una efectiva coordinación con las autoridades educativas y con la participación de los tres niveles de gobierno.


El objetivo que plantea este organismo es que el retorno a la escuela debe darse de “manera segura, planificada, gradual e inclusiva, sin discriminar a nadie ni exponer a los alumnos, los maestros y al resto del personal educativo a riesgos para la salud”.


Todo parece indicar que seguiremos coexistiendo con la pandemia por mucho tiempo más. Todos deseamos que esto acabe lo más pronto posible. Hasta ahora, no hay país que haya logrado controlar la crisis sanitaria por completo; quienes se apresuraron a liberar distintas restricciones -incluso iniciar el regreso a clases presenciales- han tenido que hacer frente al surgimiento de reinfecciones y rebrotes.


Por eso, muy probablemente la apertura de las escuelas ocurrirá aún y cuando la pandemia no se haya erradicado en su totalidad. Esto va a implicar el despliegue de estrictas medidas sanitarias para evitar nuevos contagios.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) plantea dos cuestiones centrales: por una parte, “el cierre escolar generalizado y extendido representa un riesgo grave para el aprendizaje, protección y bienestar de los niños, niñas y adolescentes”; por la otra, los niños, niñas y adolescentes más marginados son los más perjudicados… y son quienes tienen menos posibilidades de regresar a la escuela”.


Las recomendaciones que aporta la UNICEF son muy amplias y en este espacio resultaría imposible abordarlas a detalle, pero todas tienen un objetivo central: la reapertura segura de las escuelas, sin riesgos de contagio; y que todos los integrantes de la comunidad educativa confíen en las medidas de prevención e higiene adoptadas.


Entre las sugerencias más relevantes que aporta dicho organismo están: apertura gradual; alternancia entre el aprendizaje presencial y a distancia; horarios escalonados; turnos múltiples; grupos reducidos; vigilancia de la salud física de estudiantes y maestros; provisión adecuada de servicios básicos de agua y saneamiento; presupuesto suficiente para la eficiente implementación de los protocolos de higiene, saneamiento y distanciamiento físico; fortalecimiento de la infraestructura escolar y su equipamiento tecnológico; suministro de termómetros, equipos de protección, alcohol, gel, mascarillas, entre otros; definición de protocolos para el manejo de casos sospechosos; capacitación de docentes; y, estrategias para lograr que todos los niños, niñas y adolescentes regresen a la escuela.


Como podemos ver, la tarea de preparar a las escuelas para su reapertura es titánica, pues tendrá que darse a la par que se desarrolla el actual ciclo escolar. En estos momentos, todo queda por hacerse. Además, es un tema que no se puede posponer, lo que está de por medio es la salud y la tranquilidad de cada uno de los integrantes de la comunidad educativa.


Ojalá que el gobierno así lo conciba y concentre todos sus esfuerzos para garantizar que las escuelas sean lugares seguros. La pandemia les ha impuesto a estas instituciones un gran reto, que, indudablemente va a requerir de una amplia participación y corresponsabilidad social.





Presidente de la Academia Mexicana de Educación.