/ domingo 15 de julio de 2018

El desafío de los pueblos

El pasado 11 de julio celebramos el Día Mundial de la Población, una iniciativa del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo que data de 1989, con el objetivo de identificar problemas y desafíos en la materia, así como plantear propuestas de solución.

Uno de los grandes desafíos de las poblaciones del mundo, por ejemplo, tiene que ver con educación y desarrollo. El ya viejo planteamiento de que una población o país, mientras menos nivel educativo tenga menos desarrollo alcanzará para obtener satisfactores socioeconómicos. Pero dar educación suficiente, de calidad, a un pueblo implica inversión de muchos recursos.

México, por ejemplo, se debate hoy en ofrecer a sus niños y jóvenes una educación más efectiva, de mayor calidad y mayor alcance. Pero aquí mismo identificamos problemas en los adolescentes de 15 a 17 años. La causa fundamental de no asistencia a la escuela es la falta de interés, aptitud o requisitos para ingresar a ella (43.5%). En segundo lugar se encuentran aquellos que abandonan sus estudios por trabajar (14.4%), seguidos por aquellos que lo hacen por falta de recursos económicos (12.7%).

Las causantes, de acuerdo a este reporte, difieren por sexo. Entre los varones de 15 a 17 años destaca el trabajo como la segunda causa de abandono escolar (21.5%), mientras que en las mujeres esta posición es ocupada por el embarazo, matrimonio o unión y motivos familiares (18.1%).

Cito estos datos para poner en contexto problemas y desafíos que enfrentamos los pueblos del mundo, unos más que otros, y a los que se agregan conflictos de desplazamiento y migración; de delincuencia organizada y pandillerismo; de alimentación y salud.

Problemas y conflictos que además son dinámicos, cambiantes y demandantes que ponen a prueba la capacidad y tenacidad de los gobiernos y de los propios habitantes de las poblaciones del mundo para enfrentarlos, y eventualmente, atenuarlos o eliminarlos con la certeza de que estas mismas poblaciones siguen creciendo y generándose los mismos conflictos u otros que surjan.

Hay quienes advierten que la concatenación de problemas en una población han hecho, y hacen, prácticamente imposible lograr su resolución. La cadena va así: un núcleo poblacional con gobiernos inexpertos o corruptos que no genera las políticas públicas adecuadas o que se queda con los recursos que, por tanto, no llegan para educación, salud e impulso del empleo y otras áreas; y la población en su conjunto no alcanza lo que identificamos como desarrollo óptimo o adecuado.

Por supuesto que los problemas y desafíos expuestos aquí como ejemplo en unas líneas, en cualquier población son de una magnitud no fácil de resolver, ni siquiera cuando se cuenta con los recursos humanos y económicos suficientes porque se requiere tiempo, voluntad política y capacidades específicas.

Por ello hay que observar que el Día Mundial de la Población, su celebración, no es en sí misma una fiesta sino la concientización para que todos los individuos que formamos parte de cada población del mundo sepamos bien a bien que muchos de los desafíos y problemas que tenemos en el día a día en realidad son parte de situaciones mucho más grandes y complejas, pero que sí podemos empezar a resolverlos desde la intimidad de nuestras familias.

Senador del PRI

El pasado 11 de julio celebramos el Día Mundial de la Población, una iniciativa del Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo que data de 1989, con el objetivo de identificar problemas y desafíos en la materia, así como plantear propuestas de solución.

Uno de los grandes desafíos de las poblaciones del mundo, por ejemplo, tiene que ver con educación y desarrollo. El ya viejo planteamiento de que una población o país, mientras menos nivel educativo tenga menos desarrollo alcanzará para obtener satisfactores socioeconómicos. Pero dar educación suficiente, de calidad, a un pueblo implica inversión de muchos recursos.

México, por ejemplo, se debate hoy en ofrecer a sus niños y jóvenes una educación más efectiva, de mayor calidad y mayor alcance. Pero aquí mismo identificamos problemas en los adolescentes de 15 a 17 años. La causa fundamental de no asistencia a la escuela es la falta de interés, aptitud o requisitos para ingresar a ella (43.5%). En segundo lugar se encuentran aquellos que abandonan sus estudios por trabajar (14.4%), seguidos por aquellos que lo hacen por falta de recursos económicos (12.7%).

Las causantes, de acuerdo a este reporte, difieren por sexo. Entre los varones de 15 a 17 años destaca el trabajo como la segunda causa de abandono escolar (21.5%), mientras que en las mujeres esta posición es ocupada por el embarazo, matrimonio o unión y motivos familiares (18.1%).

Cito estos datos para poner en contexto problemas y desafíos que enfrentamos los pueblos del mundo, unos más que otros, y a los que se agregan conflictos de desplazamiento y migración; de delincuencia organizada y pandillerismo; de alimentación y salud.

Problemas y conflictos que además son dinámicos, cambiantes y demandantes que ponen a prueba la capacidad y tenacidad de los gobiernos y de los propios habitantes de las poblaciones del mundo para enfrentarlos, y eventualmente, atenuarlos o eliminarlos con la certeza de que estas mismas poblaciones siguen creciendo y generándose los mismos conflictos u otros que surjan.

Hay quienes advierten que la concatenación de problemas en una población han hecho, y hacen, prácticamente imposible lograr su resolución. La cadena va así: un núcleo poblacional con gobiernos inexpertos o corruptos que no genera las políticas públicas adecuadas o que se queda con los recursos que, por tanto, no llegan para educación, salud e impulso del empleo y otras áreas; y la población en su conjunto no alcanza lo que identificamos como desarrollo óptimo o adecuado.

Por supuesto que los problemas y desafíos expuestos aquí como ejemplo en unas líneas, en cualquier población son de una magnitud no fácil de resolver, ni siquiera cuando se cuenta con los recursos humanos y económicos suficientes porque se requiere tiempo, voluntad política y capacidades específicas.

Por ello hay que observar que el Día Mundial de la Población, su celebración, no es en sí misma una fiesta sino la concientización para que todos los individuos que formamos parte de cada población del mundo sepamos bien a bien que muchos de los desafíos y problemas que tenemos en el día a día en realidad son parte de situaciones mucho más grandes y complejas, pero que sí podemos empezar a resolverlos desde la intimidad de nuestras familias.

Senador del PRI