/ jueves 7 de noviembre de 2019

El dueño de la verdad

La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.

Aldous Huxley


1. Caminando en círculos. López Obrador tiene un problema medular, a saber, su notable ausencia de visión de largo aliento. Y esto no es fortuito, es producto de una lógica fundamentalista que lo ha venido acompañando. Para él los cambios, en cualquier sentido, son exclusivos de su voluntad y de nadie más. Esto sustentando en su convocatoria de masas y su retórica populachera. Por eso, no tiene empacho en construir una narrativa inconexa y contradictoria del operativo fallido en Culiacán y de su “estrategia” de seguridad; es más, hasta puede juguetear con un imaginario golpe de Estado a partir de las opiniones críticas de un par de generales. Frente al asesinato de algunos miembros de la comunidad Le Baron su reacción es la misma de siempre, acudir al expediente del pasado. ¿Qué sabía su área de inteligencia del contexo de la zona? Nada, o si lo sabia volteó a otro lado. De nuevo, emerge la improvisación y la estulticia. Y luego, las lagrimas de cocodrilo. La irresponsabilidad.


2. La economía no importa. AMLO tiene facultadas metafisicas inigualables, por ello, el estancamiento de la economía, confirmada por diversos organismos e instituciones, para él es una información falsa. No sólo tiene “otros datos”, sino que el rumbo del país es el correcto. De igual forma, insiste en una dicotomía de párvulos: crecimiento vs desarrollo. Los añejos textos de los dependentistas no le ilustraron en sus mocedades escolares.

El problema que evade el presidente es el punto de la redistribución del ingreso vía fiscal, el cual sólo puede darse si se modifica el paradigma dominante orientado a exprimir a los causantes cautivos y a los deciles medios, con lo cual, lo único que hace es reproducir y ampliar los privilegios de la minorías privilegiadas. AMLO tiene temor de tocar las ganancias de la élites, lo “derrocarían”, dijo recientemente, en un seminario de la UNAM, uno de sus más conspicuos seguidores. Sí, se agita el “cambio”, sin tocar el corazón de las políticas neoliberales, esto es, el binomio desigualdad social-achicamiento del Estado.


Epílogo. Los desafíos de un Capitalismo periférico, como el mexicano, intentan ser enfrentados con recetas motivacionales y controles verticales propios del añejo presidencialismo. El escudo mágico y verbalizado reiteradamente por AMLO son sus 30 millones de votantes. Suena bien, pero eso no ha sido un dique para detener la vorágine de las violencias. Quizá, el tabasqueño olvida que en política nada es para siempre. Y la Casa Blanca sigue al acecho.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede.

Aldous Huxley


1. Caminando en círculos. López Obrador tiene un problema medular, a saber, su notable ausencia de visión de largo aliento. Y esto no es fortuito, es producto de una lógica fundamentalista que lo ha venido acompañando. Para él los cambios, en cualquier sentido, son exclusivos de su voluntad y de nadie más. Esto sustentando en su convocatoria de masas y su retórica populachera. Por eso, no tiene empacho en construir una narrativa inconexa y contradictoria del operativo fallido en Culiacán y de su “estrategia” de seguridad; es más, hasta puede juguetear con un imaginario golpe de Estado a partir de las opiniones críticas de un par de generales. Frente al asesinato de algunos miembros de la comunidad Le Baron su reacción es la misma de siempre, acudir al expediente del pasado. ¿Qué sabía su área de inteligencia del contexo de la zona? Nada, o si lo sabia volteó a otro lado. De nuevo, emerge la improvisación y la estulticia. Y luego, las lagrimas de cocodrilo. La irresponsabilidad.


2. La economía no importa. AMLO tiene facultadas metafisicas inigualables, por ello, el estancamiento de la economía, confirmada por diversos organismos e instituciones, para él es una información falsa. No sólo tiene “otros datos”, sino que el rumbo del país es el correcto. De igual forma, insiste en una dicotomía de párvulos: crecimiento vs desarrollo. Los añejos textos de los dependentistas no le ilustraron en sus mocedades escolares.

El problema que evade el presidente es el punto de la redistribución del ingreso vía fiscal, el cual sólo puede darse si se modifica el paradigma dominante orientado a exprimir a los causantes cautivos y a los deciles medios, con lo cual, lo único que hace es reproducir y ampliar los privilegios de la minorías privilegiadas. AMLO tiene temor de tocar las ganancias de la élites, lo “derrocarían”, dijo recientemente, en un seminario de la UNAM, uno de sus más conspicuos seguidores. Sí, se agita el “cambio”, sin tocar el corazón de las políticas neoliberales, esto es, el binomio desigualdad social-achicamiento del Estado.


Epílogo. Los desafíos de un Capitalismo periférico, como el mexicano, intentan ser enfrentados con recetas motivacionales y controles verticales propios del añejo presidencialismo. El escudo mágico y verbalizado reiteradamente por AMLO son sus 30 millones de votantes. Suena bien, pero eso no ha sido un dique para detener la vorágine de las violencias. Quizá, el tabasqueño olvida que en política nada es para siempre. Y la Casa Blanca sigue al acecho.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

ÚLTIMASCOLUMNAS