/ martes 30 de noviembre de 2021

El embrollo chileno

La disfuncionalidad del sistema electoral democrático y la creciente desilusión y desorientación de los electorados presenta un nivel crítico en Chile, donde en solo seis meses la ciudadanía dio un espectacular vuelco desde un posicionamiento favorable a las tendencias de izquierda con motivo de la elección de la Convención Constituyente, al apoyo mayoritario otorgado al candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, en la primera vuelta de la elección presidencial. Ya en mi libro Democracia Sin Partidos, publicado en 2020 por la editorial Tirant Lo Blanch, abordaba este fenómeno que parece acentuarse en todo el mundo debido a la imposibilidad práctica que enfrentan los gobiernos democráticos de superar las presiones externas ejercidas por el poderío del capital transnacional.

Dicha presión tiende a mantener el sistema económico neoliberal, el cual fue rechazado por los votantes chilenos en mayo pero, paradójicamente, el candidato que ha mostrado franca simpatía por el modelo pinochetista, que justamente responde al neoliberalismo, obtuvo el mayor número de votos el pasado 21 de noviembre.\u0009

Un primer síntoma de desaliento lo muestra la escasa participación electoral. En la elección de los constituyentes votó el 41.5 % del padrón y en la primera vuelta presidencial fue a las urnas el 47%. De esta cifra, el 28% se inclinó por Kast lo cual significa que cuenta con el apoyo explícito de alrededor del 13% del cuerpo electoral. en tanto que su rival más cercano, el izquierdista Gabriel Boric, recibió el respaldo indudable del 12%. Otra señal importante del desfondamiento de la confianza ciudadana es el rechazo a los partidos tradicionalmente fuertes del centro-derecha y el centro-izquierda quienes se fueron al cuarto y quinto lugar, en tanto que en el tercero se coló un peculiar candidato que hizo campaña desde EE. UU., sin pisar el territorio de su país.

Los primeros sondeos indican que probablemente en la segunda vuelta cada uno de los dos finalistas obtendrá aproximadamente el 40% evidenciando la profundidad de la división existente en la sociedad chilena. La decisión final estará en manos de la quinta parte del electorado que aún no decide por quién votar. Los analistas consideran que Boric y Kast buscarán acercarse al centro para ganar votantes que disienten de posiciones extremas, pero el problema es que parece muy difícil hacer coincidir en un área común las aspiraciones económicas y sociales con los posicionamientos culturales. Un sector de la sociedad desea medidas sociales más justas, disminuir la desigualdad y tener mejores perspectivas para el retiro lo cual lo dirigiría hacia Boric, pero en materias como el aborto o el matrimonio igualitario adoptan una postura conservadora que los empuja a la derecha. Esto es así porque sigue predominando una cultura conservadora en tales temas como lo indica el arrasador éxito que en Chile han tenido las telenovelas turcas que los sociólogos atribuyen al ambiente familiar tradicional que reflejan y el recato en cuanto a la no exhibición sexual explícita o a la aparición de parejas del mismo sexo. De modo que una buena parte de la población apoya concepciones morales de la derecha cuyas medidas económicas tiende a rechazar. Otra contradicción proviene de que tal repudio va acompañado del miedo a que las políticas anti neoliberales conduzcan a una radicalización de la izquierda que acabe afectando la estabilidad económica y dañe a sectores de la clase media muy sensibles a la alteración de su estatus. Un motivo mayor de preocupación para amplios sectores es la agudización de la inseguridad y la extensión de la violencia criminal, que provocan reacciones tendientes a privilegiar el orden y la tranquilidad ofrecidos por el derechista, sobre la extensión de los derechos humanos y las libertades que abandera la izquierda.

Una complicación adicional deriva de la composición que tendrá la Cámara de Diputado, en donde los dos partidos tradicionales rechazados en la presidencial ocuparán 90 lugares en su conjunto de los 155 existentes, contra solamente 10 o 15 de apoyo que podría tener el eventual presidente Kast o 37 favorables a Boric.

A este galimatías se suma la actividad de la convención constituyente que transcurre en paralelo con la elección presidencial y el inicio del periodo del futuro titular del ejecutivo. Las tendencias a una especie de progresismo desordenado que se orienta más por algunos ideales de izquierda que por las necesidades económicas y sociales inmediatas, ha desalentado el entusiasmo inicial por las tareas convencionales y generado una tendencia a arroparse en la seguridad de algunas de las políticas que ofrece la derecha. Esto conduce también a una posible crisis del proceso constituyente puesto que el resultado al que llegue la convención tendría que someterse a un referéndum aprobatorio y un presidente como Kast podría apoyar el rechazo al texto que finalmente se presente al electorado.

eduardoandrade1948@gmail.com

La disfuncionalidad del sistema electoral democrático y la creciente desilusión y desorientación de los electorados presenta un nivel crítico en Chile, donde en solo seis meses la ciudadanía dio un espectacular vuelco desde un posicionamiento favorable a las tendencias de izquierda con motivo de la elección de la Convención Constituyente, al apoyo mayoritario otorgado al candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, en la primera vuelta de la elección presidencial. Ya en mi libro Democracia Sin Partidos, publicado en 2020 por la editorial Tirant Lo Blanch, abordaba este fenómeno que parece acentuarse en todo el mundo debido a la imposibilidad práctica que enfrentan los gobiernos democráticos de superar las presiones externas ejercidas por el poderío del capital transnacional.

Dicha presión tiende a mantener el sistema económico neoliberal, el cual fue rechazado por los votantes chilenos en mayo pero, paradójicamente, el candidato que ha mostrado franca simpatía por el modelo pinochetista, que justamente responde al neoliberalismo, obtuvo el mayor número de votos el pasado 21 de noviembre.\u0009

Un primer síntoma de desaliento lo muestra la escasa participación electoral. En la elección de los constituyentes votó el 41.5 % del padrón y en la primera vuelta presidencial fue a las urnas el 47%. De esta cifra, el 28% se inclinó por Kast lo cual significa que cuenta con el apoyo explícito de alrededor del 13% del cuerpo electoral. en tanto que su rival más cercano, el izquierdista Gabriel Boric, recibió el respaldo indudable del 12%. Otra señal importante del desfondamiento de la confianza ciudadana es el rechazo a los partidos tradicionalmente fuertes del centro-derecha y el centro-izquierda quienes se fueron al cuarto y quinto lugar, en tanto que en el tercero se coló un peculiar candidato que hizo campaña desde EE. UU., sin pisar el territorio de su país.

Los primeros sondeos indican que probablemente en la segunda vuelta cada uno de los dos finalistas obtendrá aproximadamente el 40% evidenciando la profundidad de la división existente en la sociedad chilena. La decisión final estará en manos de la quinta parte del electorado que aún no decide por quién votar. Los analistas consideran que Boric y Kast buscarán acercarse al centro para ganar votantes que disienten de posiciones extremas, pero el problema es que parece muy difícil hacer coincidir en un área común las aspiraciones económicas y sociales con los posicionamientos culturales. Un sector de la sociedad desea medidas sociales más justas, disminuir la desigualdad y tener mejores perspectivas para el retiro lo cual lo dirigiría hacia Boric, pero en materias como el aborto o el matrimonio igualitario adoptan una postura conservadora que los empuja a la derecha. Esto es así porque sigue predominando una cultura conservadora en tales temas como lo indica el arrasador éxito que en Chile han tenido las telenovelas turcas que los sociólogos atribuyen al ambiente familiar tradicional que reflejan y el recato en cuanto a la no exhibición sexual explícita o a la aparición de parejas del mismo sexo. De modo que una buena parte de la población apoya concepciones morales de la derecha cuyas medidas económicas tiende a rechazar. Otra contradicción proviene de que tal repudio va acompañado del miedo a que las políticas anti neoliberales conduzcan a una radicalización de la izquierda que acabe afectando la estabilidad económica y dañe a sectores de la clase media muy sensibles a la alteración de su estatus. Un motivo mayor de preocupación para amplios sectores es la agudización de la inseguridad y la extensión de la violencia criminal, que provocan reacciones tendientes a privilegiar el orden y la tranquilidad ofrecidos por el derechista, sobre la extensión de los derechos humanos y las libertades que abandera la izquierda.

Una complicación adicional deriva de la composición que tendrá la Cámara de Diputado, en donde los dos partidos tradicionales rechazados en la presidencial ocuparán 90 lugares en su conjunto de los 155 existentes, contra solamente 10 o 15 de apoyo que podría tener el eventual presidente Kast o 37 favorables a Boric.

A este galimatías se suma la actividad de la convención constituyente que transcurre en paralelo con la elección presidencial y el inicio del periodo del futuro titular del ejecutivo. Las tendencias a una especie de progresismo desordenado que se orienta más por algunos ideales de izquierda que por las necesidades económicas y sociales inmediatas, ha desalentado el entusiasmo inicial por las tareas convencionales y generado una tendencia a arroparse en la seguridad de algunas de las políticas que ofrece la derecha. Esto conduce también a una posible crisis del proceso constituyente puesto que el resultado al que llegue la convención tendría que someterse a un referéndum aprobatorio y un presidente como Kast podría apoyar el rechazo al texto que finalmente se presente al electorado.

eduardoandrade1948@gmail.com