/ viernes 5 de agosto de 2022

El Espectador | ¿El día en que Adán Augusto perdió la presidencia? 

Cercanos al presidente dicen que la regó, que se notó prepotencia, falta de tacto y que eso estuvo mal. Desde adentro tratan de componer el error, pero fue un descuido que ni con notas del principal noticiario de televisión se pueden reparar. La confianza con la que Adán Augusto López Hernández enfrenta una batalla para alcanzar la candidatura presidencial se perdió.

Las desafortunadas declaraciones del pasado martes frente a familiares de personas desaparecidas son una tormenta que caerá sobre un proyecto que parecía empezaba a caminar con paso firme. Sin embargo, la historia y el escenario político apuntan a que no todo está perdido.

“Yo tampoco confío en usted”, es la frase que acompañará al funcionario tabasqueño durante toda su carrera política, y que le recordarán sus opositores en cualquier campaña por cargos de elección popular, como le recordaron el tema de que “los mexicanos viven con seis mil pesos” al exsecretario de Hacienda, Ernesto Cordero, cuando aspiraba a ser candidato presidencial del PAN, como delfín de Felipe Calderón.

Pero también la historia arroja ejemplos de que esas frases que generan crisis se pueden revertir, hasta transformarlas en una oportunidad o incluso en un lema. Se recuerda, por ejemplo, la necedad que el 26 de mayo del 2000 mostró el entonces candidato presidencial panista, Vicente Fox, cuando en reunión con Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida insistía con adelantar la fecha de un debate: “Hoy, hoy, hoy”, fue la frase intransigente que ponía en vilo su sueño presidencial.

El 1 de diciembre de ese mismo año, el guanajuatense iniciaba su mandato en el Congreso de la Unión, con un muy largo discurso en el que la frase “Hoy” se repetía como grito de batalla, como el símbolo del parteaguas que representaba en aquel momento la alternancia, nada más y nada menos que la culminación de los 70 años de lo que se conoce como la dictadura perfecta: el control presidencial del hoy disminuido Partido Revolucionario Institucional, de Alito.

No sólo la historia abre la posibilidad para que “el error” de Adán Augusto se recuerde, más adelante, como una anécdota dentro de reuniones que él mismo presida como titular del Ejecutivo en Palacio Nacional, también las acciones que ha ordenado el presidente para proteger a esta “corcholata” son muestra de que sus aspiraciones y posibilidades hacia el futuro pueden, por el momento, mantenerse intactas.

Para nada es una coincidencia que, el mismo día en que el virtual vicepresidente del país se enfrascaba en un “poco confiable” intercambio de palabras con víctimas y activistas, la Fiscalía General de la República decidiera anunciar que mantiene abiertas tres carpetas de investigación contra el expresidente Enrique Peña Nieto, por probables lavado de dinero, delitos electorales y enriquecimiento ilícito. La falla del titular de Segob, en un país donde el número de desaparecidos es un cáncer que crece todos los días, es más que grave, apetecible ahora para Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, pero salvable si se acude a la estrategia adecuada y, sobre todo, al cobijo que recibe de la actual figura presidencial.

Cercanos al presidente dicen que la regó, que se notó prepotencia, falta de tacto y que eso estuvo mal. Desde adentro tratan de componer el error, pero fue un descuido que ni con notas del principal noticiario de televisión se pueden reparar. La confianza con la que Adán Augusto López Hernández enfrenta una batalla para alcanzar la candidatura presidencial se perdió.

Las desafortunadas declaraciones del pasado martes frente a familiares de personas desaparecidas son una tormenta que caerá sobre un proyecto que parecía empezaba a caminar con paso firme. Sin embargo, la historia y el escenario político apuntan a que no todo está perdido.

“Yo tampoco confío en usted”, es la frase que acompañará al funcionario tabasqueño durante toda su carrera política, y que le recordarán sus opositores en cualquier campaña por cargos de elección popular, como le recordaron el tema de que “los mexicanos viven con seis mil pesos” al exsecretario de Hacienda, Ernesto Cordero, cuando aspiraba a ser candidato presidencial del PAN, como delfín de Felipe Calderón.

Pero también la historia arroja ejemplos de que esas frases que generan crisis se pueden revertir, hasta transformarlas en una oportunidad o incluso en un lema. Se recuerda, por ejemplo, la necedad que el 26 de mayo del 2000 mostró el entonces candidato presidencial panista, Vicente Fox, cuando en reunión con Cuauhtémoc Cárdenas y Francisco Labastida insistía con adelantar la fecha de un debate: “Hoy, hoy, hoy”, fue la frase intransigente que ponía en vilo su sueño presidencial.

El 1 de diciembre de ese mismo año, el guanajuatense iniciaba su mandato en el Congreso de la Unión, con un muy largo discurso en el que la frase “Hoy” se repetía como grito de batalla, como el símbolo del parteaguas que representaba en aquel momento la alternancia, nada más y nada menos que la culminación de los 70 años de lo que se conoce como la dictadura perfecta: el control presidencial del hoy disminuido Partido Revolucionario Institucional, de Alito.

No sólo la historia abre la posibilidad para que “el error” de Adán Augusto se recuerde, más adelante, como una anécdota dentro de reuniones que él mismo presida como titular del Ejecutivo en Palacio Nacional, también las acciones que ha ordenado el presidente para proteger a esta “corcholata” son muestra de que sus aspiraciones y posibilidades hacia el futuro pueden, por el momento, mantenerse intactas.

Para nada es una coincidencia que, el mismo día en que el virtual vicepresidente del país se enfrascaba en un “poco confiable” intercambio de palabras con víctimas y activistas, la Fiscalía General de la República decidiera anunciar que mantiene abiertas tres carpetas de investigación contra el expresidente Enrique Peña Nieto, por probables lavado de dinero, delitos electorales y enriquecimiento ilícito. La falla del titular de Segob, en un país donde el número de desaparecidos es un cáncer que crece todos los días, es más que grave, apetecible ahora para Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, pero salvable si se acude a la estrategia adecuada y, sobre todo, al cobijo que recibe de la actual figura presidencial.