/ miércoles 23 de junio de 2021

El Espectador | Un descuido imperdonable

“Es una tragedia definitivamente y la primera conclusión que va a mi mente es un descuido en la construcción, en la edificación, en la supervisión, en la certificación de la obra, un descuido imperdonable”, dice Jorge Gaviño, diputado del PRD en el Congreso de la Ciudad de México y exdirector del Metro. Responde a botepronto, cuando le preguntamos por la tragedia de la Línea 12, en específico por los dictámenes que se presentaron hace unos días. “Es inédito en una obra de esa magnitud en México”.

Parece que nadie quiere hacerse cargo por las responsabilidades políticas, mientras que todo indica que las responsabilidades técnicas tendrá que asumirlas Carlos Slim, el hombre más rico de este país que ayer estuvo en Palacio Nacional con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Aunque no quisieron hablar nada sobre lo discutido a puerta cerrada, probablemente porque todo el crédito de la negociación se lo llevará la voz cantante de la mañanera, todo mundo espera que el empresario se haga cargo de los costos y reparación del tramo de la Línea 12 del Metro que colapsó, mató a 26 personas que viajaban de noche por esa estructura, y que una de sus empresas construyó.

“Todo mundo debe asumir su responsabilidad en el tramo que le corresponde”, dice el que fuera director del Metro entre julio de 2015 y marzo de 2018. “Nosotros tenemos como servidores públicos no solamente la obligación, creo yo, de asumir las responsabilidades de las acciones u omisiones que cometimos o no cometimos en nuestro periodo correspondiente. Sino también tenemos la obligación de salir a la opinión pública ante el llamado de la prensa para poder también aclarar nuestras posiciones, y que desde luego las personas sepan cuál es nuestra responsabilidad. Entonces yo creo que efectivamente en lugar de a veces tratar de aventar la responsabilidad a otros, a otro tiempo, a otros servidores públicos, deben de asumir, y discutir, y debatir, las posturas de cada uno de los servidores públicos para que se pueda esclarecer todas las acciones u omisiones que debemos de conocer, todas y todos los ciudadanos”.

The New York Times explica en su reportaje que la apertura de la línea se aceleró para que estuviera antes de que Marcelo Ebrard concluyera su mandato como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, sugiere que el hoy titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores quería quedar bien al costo que fuera. “Es un hecho”, ataja Jorge Gaviño. “Es un hecho incontrovertible que podemos nosotros... no sé las razones, si se referían a que se terminara la obra en un periodo determinado, puede ser, pero lo que sí es incontrovertible es el hecho del apresuramiento de la obra, hay muchísimas trabajadoras y trabajadores, ingenieros, jefes de cuadrilla, que nos relatan que en ocasiones se les contrataba sobre 16 horas seguidas para poder avanzar rápidamente determinados tramos en la construcción. Están las bitácoras de supervisión, en donde aparecen las horas de colados, por ejemplo, y estos estaban marcados también con un reloj que iba más aprisa del que debe de ir desde el punto de vista constructivo. Entonces, bueno, el tema de las prisas sí está documentado”.

Esa es una responsabilidad también que se tiene que asumir, tanto en el tema constructivo como en el tema político.

“Es una tragedia definitivamente y la primera conclusión que va a mi mente es un descuido en la construcción, en la edificación, en la supervisión, en la certificación de la obra, un descuido imperdonable”, dice Jorge Gaviño, diputado del PRD en el Congreso de la Ciudad de México y exdirector del Metro. Responde a botepronto, cuando le preguntamos por la tragedia de la Línea 12, en específico por los dictámenes que se presentaron hace unos días. “Es inédito en una obra de esa magnitud en México”.

Parece que nadie quiere hacerse cargo por las responsabilidades políticas, mientras que todo indica que las responsabilidades técnicas tendrá que asumirlas Carlos Slim, el hombre más rico de este país que ayer estuvo en Palacio Nacional con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Aunque no quisieron hablar nada sobre lo discutido a puerta cerrada, probablemente porque todo el crédito de la negociación se lo llevará la voz cantante de la mañanera, todo mundo espera que el empresario se haga cargo de los costos y reparación del tramo de la Línea 12 del Metro que colapsó, mató a 26 personas que viajaban de noche por esa estructura, y que una de sus empresas construyó.

“Todo mundo debe asumir su responsabilidad en el tramo que le corresponde”, dice el que fuera director del Metro entre julio de 2015 y marzo de 2018. “Nosotros tenemos como servidores públicos no solamente la obligación, creo yo, de asumir las responsabilidades de las acciones u omisiones que cometimos o no cometimos en nuestro periodo correspondiente. Sino también tenemos la obligación de salir a la opinión pública ante el llamado de la prensa para poder también aclarar nuestras posiciones, y que desde luego las personas sepan cuál es nuestra responsabilidad. Entonces yo creo que efectivamente en lugar de a veces tratar de aventar la responsabilidad a otros, a otro tiempo, a otros servidores públicos, deben de asumir, y discutir, y debatir, las posturas de cada uno de los servidores públicos para que se pueda esclarecer todas las acciones u omisiones que debemos de conocer, todas y todos los ciudadanos”.

The New York Times explica en su reportaje que la apertura de la línea se aceleró para que estuviera antes de que Marcelo Ebrard concluyera su mandato como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, sugiere que el hoy titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores quería quedar bien al costo que fuera. “Es un hecho”, ataja Jorge Gaviño. “Es un hecho incontrovertible que podemos nosotros... no sé las razones, si se referían a que se terminara la obra en un periodo determinado, puede ser, pero lo que sí es incontrovertible es el hecho del apresuramiento de la obra, hay muchísimas trabajadoras y trabajadores, ingenieros, jefes de cuadrilla, que nos relatan que en ocasiones se les contrataba sobre 16 horas seguidas para poder avanzar rápidamente determinados tramos en la construcción. Están las bitácoras de supervisión, en donde aparecen las horas de colados, por ejemplo, y estos estaban marcados también con un reloj que iba más aprisa del que debe de ir desde el punto de vista constructivo. Entonces, bueno, el tema de las prisas sí está documentado”.

Esa es una responsabilidad también que se tiene que asumir, tanto en el tema constructivo como en el tema político.