/ sábado 5 de junio de 2021

El fin del fraude, el mayor logro de AMLO

Desde julio de 2018 México es un nuevo México. Ese día desapareció el viejo país del fraude electoral institucional. A partir de ese momento el pueblo tomó en sus propias manos su destino. Haber dado fin al sistema del fraude electoral institucional ha sido el mayor logro, el mayor éxito, la mayor conquista del movimiento social y popular encabezado por López Obrador.

Extirpado el tumor maligno del fraude electoral institucional, pase lo que pase será el pueblo, como diría el poeta, el arquitecto de su propio destino. Y no habrá más ruta que obedecer el mandato popular.

La elección de mañana domingo 6 de junio será la primera en la historia de México que se realice sin la sombra del fraude electoral organizado, promovido, solapado y ejecutado desde la cúpula del poder político.

El pueblo podrá elegir libremente entre las dos únicas opciones electorales en liza. O sufraga por los partidos y candidatos de las privatizaciones y de la corrupción y el saqueo institucionales, o vota por lo contrario. Pero sea cual sea el resultado el único responsable será el pueblo, el ciudadano.

Cada uno de los bandos en lucha ya han aportado sus recursos. El conservadurismo, su enorme poder mediático nacional y extranjero. El obradorismo, su inconmensurable obra de gobierno. Dicho de otro modo: la realidad virtual de los medios de información contra la realidad palpable de la obra de gobierno de la Cuarta Transformación.

Además de su enorme poder mediático, el conservadurismo ha hecho valer los recursos del racismo, el clasismo y el criollismo. No ataca la obra de gobierno de López Obrador porque sencillamente es inatacable. Atacan al gobierno de los nacos, de los indios, de los pobres, de los prietos, de los iletrados, de los hablantes de las lenguas autóctonas.

Indudablemente el fraude electoral institucional tenía sus ventajas: no posibilitaba ni permitía al pueblo votar por el pueblo y de este modo impedía que el pueblo se equivocara.

Pero el fraude electoral institucional ya no existe. Y, consecuentemente, ya no es posible impedir que el pueblo se equivoque. Si el pueblo decide votar por los los partidos y candidatos del racismo, del clasismo, del criollismo y del neoliberalismo nadie podrá impedirlo.

Y si por lo contrario el pueblo decide sufragar por el obradorismo tampoco habrá manera de impedirlo. En cada bando existen millones de electores. Y sin fraude electoral institucional, será la mayoría la que decida. Nos guste o no.


mentorferrer@gmail.com

Desde julio de 2018 México es un nuevo México. Ese día desapareció el viejo país del fraude electoral institucional. A partir de ese momento el pueblo tomó en sus propias manos su destino. Haber dado fin al sistema del fraude electoral institucional ha sido el mayor logro, el mayor éxito, la mayor conquista del movimiento social y popular encabezado por López Obrador.

Extirpado el tumor maligno del fraude electoral institucional, pase lo que pase será el pueblo, como diría el poeta, el arquitecto de su propio destino. Y no habrá más ruta que obedecer el mandato popular.

La elección de mañana domingo 6 de junio será la primera en la historia de México que se realice sin la sombra del fraude electoral organizado, promovido, solapado y ejecutado desde la cúpula del poder político.

El pueblo podrá elegir libremente entre las dos únicas opciones electorales en liza. O sufraga por los partidos y candidatos de las privatizaciones y de la corrupción y el saqueo institucionales, o vota por lo contrario. Pero sea cual sea el resultado el único responsable será el pueblo, el ciudadano.

Cada uno de los bandos en lucha ya han aportado sus recursos. El conservadurismo, su enorme poder mediático nacional y extranjero. El obradorismo, su inconmensurable obra de gobierno. Dicho de otro modo: la realidad virtual de los medios de información contra la realidad palpable de la obra de gobierno de la Cuarta Transformación.

Además de su enorme poder mediático, el conservadurismo ha hecho valer los recursos del racismo, el clasismo y el criollismo. No ataca la obra de gobierno de López Obrador porque sencillamente es inatacable. Atacan al gobierno de los nacos, de los indios, de los pobres, de los prietos, de los iletrados, de los hablantes de las lenguas autóctonas.

Indudablemente el fraude electoral institucional tenía sus ventajas: no posibilitaba ni permitía al pueblo votar por el pueblo y de este modo impedía que el pueblo se equivocara.

Pero el fraude electoral institucional ya no existe. Y, consecuentemente, ya no es posible impedir que el pueblo se equivoque. Si el pueblo decide votar por los los partidos y candidatos del racismo, del clasismo, del criollismo y del neoliberalismo nadie podrá impedirlo.

Y si por lo contrario el pueblo decide sufragar por el obradorismo tampoco habrá manera de impedirlo. En cada bando existen millones de electores. Y sin fraude electoral institucional, será la mayoría la que decida. Nos guste o no.


mentorferrer@gmail.com