/ lunes 8 de enero de 2018

El flagelo de la violencia política contra las mujeres

Desde 1953 se establece el derecho de las mujeres a ejercer el voto y a ser votadas. Así fue que en una sola acción el Congreso Permanente reforma la Constitución para reconocer dos hechos trascendentales: el sufragio efectivo de las mujeres mexicanas y también su derecho a ser consideradas en la competencia electoral.

Es así como comienza la ruta hacia el empoderamiento de las mujeres que ha sido complicada y no exenta de presiones, hostigamiento, vejaciones, trampas y amenazas de todo tipo para evitar que sea ejercido este derecho, en primer lugar a estar inscritas en una boleta electoral y enseguida a estar ejerciendo el encargo sin cortapisas. El derecho a estar en los congresos o en cargos en los tribunales, organismos electorales o espacios en los gabinetes de los gobiernos, reitero, no ha sido fácil.

Los avances fueron preponderantes a partir de la ciudadanización de los organismos electorales en los 90 porque se señalan en la Ley acciones afirmativas para establecer poco a poco cuotas en los partidos políticos y en las leyes electorales, hasta avanzar en el establecimiento de la paridad y la igualdad sustantiva. En estas andamos.

Pero el gobierno y su partido sigue reactivo a reconocer los derechos plenos de las mujeres a estar en los espacios de poder y de decisión, protegiéndolas de las presiones a través de buenas leyes a favor de sus derechos; en el fondo no aceptan que las leyes sancionen a quienes perpetran violencia política contra las mujeres que están o aspiran a estar en espacios públicos.

Este artículo no tiene como objetivo analizar lo que es un sistema patriarcal y cómo ejerce su control para que el estado de cosas no cambie; sin embargo, si queremos encontrar una explicación de por qué no avanzan las mujeres a ser tratadas de manera igualitaria que los hombres, como desde 1953 lo señala la Constitución, esa contestación la encontramos precisamente en los resabios patriarcales que contundentemente cada que pueden, se expresan poniendo obstáculos para impedir el adelanto de las mujeres.

Esta reflexión viene al caso para recordar que desde meses antes del inicio formal de las elecciones de septiembre pasado, el Senado envió una Minuta con modificaciones a cinco leyes para prevenir, atender y sancionar las acciones de violencia que se perpetran contra las mujeres al invocar sus derechos a ser consideradas en los espacios de elección, de poder y de decisión.

Mucho tiempo negociamos las senadoras de todos los partidos para contar con los mínimos que protejan a quienes compitan en todo el país en la elección de julio de 2018. Sin embargo, en Cámara de Diputados, particularmente la presidenta de la Comisión de Igualdad del PRI no solo retiene la votación de esa Minuta, lo que impide su votación en tiempo y forma, es decir, no aplicará para la elección referida dejando sin protección jurídica a las mujeres que compitan, sino que hace unos días hizo cambios desfavorables a esa Minuta que trastocan el avance que desde el Senado establecimos.

Todavía falta mucho por hacer para que, además de estar en los espacios de poder, quienes están ahí sepan el origen de esta lucha y que el enemigo a vencer es sistémico y que hay que cuidarnos para no ser usadas por ese sistema. La violencia política contra las mujeres es real y hay que legislar bien. Lamentable que eso no se comprenda ni se entienda.

Senadora por el PRD

@angelicadelap

Desde 1953 se establece el derecho de las mujeres a ejercer el voto y a ser votadas. Así fue que en una sola acción el Congreso Permanente reforma la Constitución para reconocer dos hechos trascendentales: el sufragio efectivo de las mujeres mexicanas y también su derecho a ser consideradas en la competencia electoral.

Es así como comienza la ruta hacia el empoderamiento de las mujeres que ha sido complicada y no exenta de presiones, hostigamiento, vejaciones, trampas y amenazas de todo tipo para evitar que sea ejercido este derecho, en primer lugar a estar inscritas en una boleta electoral y enseguida a estar ejerciendo el encargo sin cortapisas. El derecho a estar en los congresos o en cargos en los tribunales, organismos electorales o espacios en los gabinetes de los gobiernos, reitero, no ha sido fácil.

Los avances fueron preponderantes a partir de la ciudadanización de los organismos electorales en los 90 porque se señalan en la Ley acciones afirmativas para establecer poco a poco cuotas en los partidos políticos y en las leyes electorales, hasta avanzar en el establecimiento de la paridad y la igualdad sustantiva. En estas andamos.

Pero el gobierno y su partido sigue reactivo a reconocer los derechos plenos de las mujeres a estar en los espacios de poder y de decisión, protegiéndolas de las presiones a través de buenas leyes a favor de sus derechos; en el fondo no aceptan que las leyes sancionen a quienes perpetran violencia política contra las mujeres que están o aspiran a estar en espacios públicos.

Este artículo no tiene como objetivo analizar lo que es un sistema patriarcal y cómo ejerce su control para que el estado de cosas no cambie; sin embargo, si queremos encontrar una explicación de por qué no avanzan las mujeres a ser tratadas de manera igualitaria que los hombres, como desde 1953 lo señala la Constitución, esa contestación la encontramos precisamente en los resabios patriarcales que contundentemente cada que pueden, se expresan poniendo obstáculos para impedir el adelanto de las mujeres.

Esta reflexión viene al caso para recordar que desde meses antes del inicio formal de las elecciones de septiembre pasado, el Senado envió una Minuta con modificaciones a cinco leyes para prevenir, atender y sancionar las acciones de violencia que se perpetran contra las mujeres al invocar sus derechos a ser consideradas en los espacios de elección, de poder y de decisión.

Mucho tiempo negociamos las senadoras de todos los partidos para contar con los mínimos que protejan a quienes compitan en todo el país en la elección de julio de 2018. Sin embargo, en Cámara de Diputados, particularmente la presidenta de la Comisión de Igualdad del PRI no solo retiene la votación de esa Minuta, lo que impide su votación en tiempo y forma, es decir, no aplicará para la elección referida dejando sin protección jurídica a las mujeres que compitan, sino que hace unos días hizo cambios desfavorables a esa Minuta que trastocan el avance que desde el Senado establecimos.

Todavía falta mucho por hacer para que, además de estar en los espacios de poder, quienes están ahí sepan el origen de esta lucha y que el enemigo a vencer es sistémico y que hay que cuidarnos para no ser usadas por ese sistema. La violencia política contra las mujeres es real y hay que legislar bien. Lamentable que eso no se comprenda ni se entienda.

Senadora por el PRD

@angelicadelap