/ lunes 23 de octubre de 2017

El Fondo de Reconstrucción

Ante la inmensa devastación que trajeron consigo los sismos del pasado septiembre, la voluntad de México, así como la fuerza y solidaridad que se respiraban en las calles, cambiaron el clima ante la tragedia. Los terremotos renovaron el espíritu de una ciudadanía que hoy más que nunca, necesita se creen los instrumentos para canalizar esa participación, y actitud propositiva. Sin embargo, de la propuesta de un Fondo Único de Reconstrucción Nacional, una de las demandas más claras, es impedir que a unos meses de las elecciones de 2018, la corrupción pervierta esta semilla que ha florecido en la sociedad.

Gobierno federal estima que entre los dos sismos más de 12 millones de personas se han visto afectadas en más de 400 municipios de los estados de Chiapas, Oaxaca, CdMx, Edomex, Tlaxcala, Hidalgo, Puebla, y Morelos. En la CdMx se registraron más de cinco mil setecientas viviendas dañadas, de las cuales dos mil 273, casi el 40%, sufrieron daño total. El resto, tres mil 492, sufrieron daños parciales, y se habla de que se produjeron 44 derrumbes parciales, así como 9 inmuebles completamente colapsados.

Proyecciones oficiales calculan la reconstrucción en cerca de los 38 mil millones; especialistas consideran que se necesitarán al menos 48 mil millones para poder hacer frente a esta debacle, y las estimaciones menos optimistas aseguran que son necesarios 88 mil millones para poder atender por completo, las necesidades de la población afectada.

Hoy el reto más significativo es asegurase que la reconstrucción sea un proceso completamente transparente. La ciudadanía necesita una ruta para retomar los proyectos de vida que se han pausado abruptamente.

Las experiencias de fondos de reconstrucción por desastres en el mundo, son diversas. En Chile, derivado del terremoto de magnitud 8.8 de 2010, se creó un Fondo Nacional de Reconstrucción, que tardó años en entregar resultados, y que tuvo serias deficiencias en los primeros meses, al grado de que fue duramente criticado por la sociedad civil pues hubo errores que impidieron que millones de dólares pudiesen ser utilizados para enfrentar la emergencia. Los daños en Chile supusieron el 18% del PIB del país, y no fue sino hasta 2016, que se habían reconstruido el 97% de las viviendas.

Japón después del terremoto de magnitud 8.9 y el tsunami de 2011 creó el Japan Earthquake Relief Fund, destinado a la reconstrucción y que es dirigido por un Comité de Distribución operado por la sociedad civil. El presupuesto que reunió este fondo fue de cuatro billones de yenes solo en su primera etapa, mientras el primero año el Parlamento japonés aprobó recursos extraordinarios de casi 33 mil millones de dólares. En total se juntaron hasta 230 mil millones de dólares y aún así la reconstrucción completa llegó 5 años después.

En México, las preguntas están en el aire, no solo es ¿cuánto tardará la reconstrucción? o ¿cuánto costará realmente y de dónde saldrán todos los recursos?, sino la más inquietante ante un clima de desconfianza en las instituciones y un rechazo al gobierno superior al 80%, parece ser ¿cómo se administrarán los recursos?

Necesitamos garantizar que esta participación ciudadana no sea defraudada con un fondo que termine apoyando campañas. Es urgente se exija que sea la propia sociedad civil quien se encargue supervisar la reconstrucción de México. No solo es un tema de transparencia y combate a la corrupción, se trata de un tema de gobernanza, que de ser bien logrado, empoderaría a la ciudadanía con sus positivos impactos a una democracia que le urge este oxígeno.

Diputada por Movimiento Ciudadano

Ante la inmensa devastación que trajeron consigo los sismos del pasado septiembre, la voluntad de México, así como la fuerza y solidaridad que se respiraban en las calles, cambiaron el clima ante la tragedia. Los terremotos renovaron el espíritu de una ciudadanía que hoy más que nunca, necesita se creen los instrumentos para canalizar esa participación, y actitud propositiva. Sin embargo, de la propuesta de un Fondo Único de Reconstrucción Nacional, una de las demandas más claras, es impedir que a unos meses de las elecciones de 2018, la corrupción pervierta esta semilla que ha florecido en la sociedad.

Gobierno federal estima que entre los dos sismos más de 12 millones de personas se han visto afectadas en más de 400 municipios de los estados de Chiapas, Oaxaca, CdMx, Edomex, Tlaxcala, Hidalgo, Puebla, y Morelos. En la CdMx se registraron más de cinco mil setecientas viviendas dañadas, de las cuales dos mil 273, casi el 40%, sufrieron daño total. El resto, tres mil 492, sufrieron daños parciales, y se habla de que se produjeron 44 derrumbes parciales, así como 9 inmuebles completamente colapsados.

Proyecciones oficiales calculan la reconstrucción en cerca de los 38 mil millones; especialistas consideran que se necesitarán al menos 48 mil millones para poder hacer frente a esta debacle, y las estimaciones menos optimistas aseguran que son necesarios 88 mil millones para poder atender por completo, las necesidades de la población afectada.

Hoy el reto más significativo es asegurase que la reconstrucción sea un proceso completamente transparente. La ciudadanía necesita una ruta para retomar los proyectos de vida que se han pausado abruptamente.

Las experiencias de fondos de reconstrucción por desastres en el mundo, son diversas. En Chile, derivado del terremoto de magnitud 8.8 de 2010, se creó un Fondo Nacional de Reconstrucción, que tardó años en entregar resultados, y que tuvo serias deficiencias en los primeros meses, al grado de que fue duramente criticado por la sociedad civil pues hubo errores que impidieron que millones de dólares pudiesen ser utilizados para enfrentar la emergencia. Los daños en Chile supusieron el 18% del PIB del país, y no fue sino hasta 2016, que se habían reconstruido el 97% de las viviendas.

Japón después del terremoto de magnitud 8.9 y el tsunami de 2011 creó el Japan Earthquake Relief Fund, destinado a la reconstrucción y que es dirigido por un Comité de Distribución operado por la sociedad civil. El presupuesto que reunió este fondo fue de cuatro billones de yenes solo en su primera etapa, mientras el primero año el Parlamento japonés aprobó recursos extraordinarios de casi 33 mil millones de dólares. En total se juntaron hasta 230 mil millones de dólares y aún así la reconstrucción completa llegó 5 años después.

En México, las preguntas están en el aire, no solo es ¿cuánto tardará la reconstrucción? o ¿cuánto costará realmente y de dónde saldrán todos los recursos?, sino la más inquietante ante un clima de desconfianza en las instituciones y un rechazo al gobierno superior al 80%, parece ser ¿cómo se administrarán los recursos?

Necesitamos garantizar que esta participación ciudadana no sea defraudada con un fondo que termine apoyando campañas. Es urgente se exija que sea la propia sociedad civil quien se encargue supervisar la reconstrucción de México. No solo es un tema de transparencia y combate a la corrupción, se trata de un tema de gobernanza, que de ser bien logrado, empoderaría a la ciudadanía con sus positivos impactos a una democracia que le urge este oxígeno.

Diputada por Movimiento Ciudadano