La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) acaba de publicar la versión ejecutiva del documento intitulado: “Compromiso Común por el Futuro de la Educación Superior en México: Trazando una Ruta al 2030”.
Al inicio de cada sexenio, la ANUIES redacta un documento de este tipo, el cual normalmente se convierte en el apartado específico sobre educación superior del Programa Nacional de Educación. A partir de esta versión, se recogerán opiniones y propuestas de las diversas universidades del país para conformar el documento amplio.
Siguiendo este espíritu, comentaré dos aspectos del texto. Primero, después de describir el contexto, remarcar el papel de las IES, y establecer los principios de la política y la visión a seis años, la ANUIES presenta 11 propuestas concretas. Estos “medios” caen en los clásicos ejes de política educativa (equidad, relevancia, calidad, financiamiento, desarrollo académico, infraestructura, autonomía, gobernanza y “marco institucional”)
Pese a ello, sí hay rasgos novedosos en algunas propuestas como adoptar un enfoque intersectorial para combatir la desigualdad intergeneracional o centrarse en el aprendizaje del estudiante poniendo atención a sus diversos componentes como lo socioemocional. No obstante, sí son mayores las menciones a acciones ya ejecutadas que a lo nuevo.
Esto se explica porque no hemos avanzado lo suficiente en varios aspectos de la política educativa. He aquí entonces la “piedra de toque” para iniciar la deliberación pública y recoger de manera sistemática las opiniones y propuestas de las y los universitarios. ¿En qué ejes de la política universitaria hay avances? ¿En dónde no hay información para saberlo? ¿Dónde y por qué hubo retrocesos? ¿Cómo podemos abatir los inveterados problemas que las y los universitarios enfrentamos de modo efectivo y democrático? Tiene razón la ANUIES: hay que pasar del “desiderátum a la aplicación real y efectiva” de la política.
Segundo, toda nueva propuesta de políticas lleva implícita una revisión de la gestión del gobierno previo. En ello, hay avances y retrocesos. Si la ANUIES en verdad desea que este documento establezca acciones efectivas y reales, deberá ofrecer un mejor balance de lo ocurrido en el pasado. Para ello, tendría que ampliar el rango de tiempo de análisis. Pareciera que el punto de partida de este documento inicia en este sexenio, cuando es obvio que para poder comprender los problemas universitarios requerimos de un lapso más amplio.
Asimismo, es importante reconocer que, así como los gobiernos electos pueden funcionar para desarrollar las políticas públicas, lo contrario también es verdad. Algunas universidades, centros de investigación, académicos y científicas fueron objeto de persecución, intervención arbitraria y descrédito por parte del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. En el nivel universitario, la supuesta “revalorización” del maestro no llegó, al contrario.
El documento de la ANUIES es valioso y oportuno, aunque habrá que enriquecerlo. Es valioso porque contribuye a desplegar la deliberación pública en tiempos de “fatiga democrática” y amenaza a la pluralidad. Es oportuno porque podemos replantear mejor los problemas universitarios. En la medida que lo logremos, las acciones podrán ser más efectivas. Para ello, valdría la pena no ocultar incumplimientos, minimizar errores o evitar la utilización de ciertos términos. La realidad no cambia por el siempre hecho de quererlo. Pensemos y discutamos en libertad.