/ miércoles 24 de noviembre de 2021

El general se salta las trancas

Y, como si fuera baba de perico, se lanza el pasado 20 de noviembre, con un discurso político. Cresencio Sandoval, General Secretario de las Fuerzas Armadas, nos conmina a “estar unidos en el proyecto que está en marcha”. ¡O estás conmigo o contra mí!

La perorata alertó a un sector de mexicanos, inconformes con las estrategias de un López Obrador, que día a día militariza este país. Lo que fue una de sus mayores críticas en el sexenio pasado, en contra de que los soldados salieran de sus cuarteles, la revierte en su mandato y les da un poder inaudito, peligroso para cualquier democracia.

El Ejército pierde el rumbo involucrándose en tareas de la vida civil. Calderón los metió a la lucha abierta contra el narcotráfico, batalla que perdieron. Las quejas de la sociedad traspasaron fronteras y llegaron hasta organismos internacionales de Derechos Humanos, en contra de las tácticas de los verde olivo, contra la población.

Las violaciones a Derechos Humanos fueron, en muchos casos aberrantes y se quisieron ocultar, aunque algunas, como la de la anciana violada por un grupo de militares, es mancha imborrable en la trayectoria del cuerpo, para tantos, heroico.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos -cuando lo era y no ahora destrozada bajo la férula de la damisela Piedra-, emitió un buen número de Recomendaciones, que se presume fueron atendidas por los altos mandos.

No se ignora que han hecho intentos por adoptar una cultura de los Derechos Humanos y reciben en su escolaridad, clases sobre el tema. Lo que no se puede obviar es para lo que se preparan en su carrera, materia por completo ajena al ámbito civil, aquí y en cualquier otro enclave del Orbe.

AMLO decidió usarlos en cuanta ocurrencia tiene. Les dio la obra del aeropuerto de Santa Lucía, preponderancia sobre la construcción del Tren Maya y su usufructo, la hechura de los Bancos del Bienestar y otros encargos, además de militarizar a la Guardia Nacional.

De poco ha servido. La violencia es el máximo azote y este gobierno contabiliza el mayor número de homicidios de que se tenga memoria. Los malandrines, impunes, máxime cuando un tlatoani ciego al sufrimiento de las víctimas, determina que son intocables. Se ve a soldados humillados por delincuentes que los golpean, sin que levanten la mirada del suelo. Son órdenes y las obedecen. A cambio de este maltrato y desvío de lo que sería su encomienda -acabar con la inseguridad-, el tabasqueño los premia con su transformación en contratistas, constructores, administradores y demás tareas redituables para las carteras de altos y medianos mandos.

López intenta convencer con el argumento de que son los únicos “honrados”. O no tiene idea de lo que dice o lo dice para auto lavarse el coco. A lo largo de la historia ha habido expedientes de militares corruptos, los hay en el presente y los seguirá habiendo.

¿Qué no se han distinguido por destacar en el campo de la ratería nacional? Tampoco estaban en las candilejas autóctonas, como ahora y, sin embargo, han sido muchos a los que públicamente se ha acusado de su cercanía al narcotráfico. Que hayan quedado impunes es otro cantar, sobre todo por la proclividad de los sucesivos gobernantes, a cerrar los ojos.

AMLO hace lo contrario. Cresencio Sandoval hace un discurso político, Rafael Ojeda -Marina- critica al Poder Judicial y los aztecas, como el chinito, “nomás milando como se nos suben a las barbas”.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq






Y, como si fuera baba de perico, se lanza el pasado 20 de noviembre, con un discurso político. Cresencio Sandoval, General Secretario de las Fuerzas Armadas, nos conmina a “estar unidos en el proyecto que está en marcha”. ¡O estás conmigo o contra mí!

La perorata alertó a un sector de mexicanos, inconformes con las estrategias de un López Obrador, que día a día militariza este país. Lo que fue una de sus mayores críticas en el sexenio pasado, en contra de que los soldados salieran de sus cuarteles, la revierte en su mandato y les da un poder inaudito, peligroso para cualquier democracia.

El Ejército pierde el rumbo involucrándose en tareas de la vida civil. Calderón los metió a la lucha abierta contra el narcotráfico, batalla que perdieron. Las quejas de la sociedad traspasaron fronteras y llegaron hasta organismos internacionales de Derechos Humanos, en contra de las tácticas de los verde olivo, contra la población.

Las violaciones a Derechos Humanos fueron, en muchos casos aberrantes y se quisieron ocultar, aunque algunas, como la de la anciana violada por un grupo de militares, es mancha imborrable en la trayectoria del cuerpo, para tantos, heroico.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos -cuando lo era y no ahora destrozada bajo la férula de la damisela Piedra-, emitió un buen número de Recomendaciones, que se presume fueron atendidas por los altos mandos.

No se ignora que han hecho intentos por adoptar una cultura de los Derechos Humanos y reciben en su escolaridad, clases sobre el tema. Lo que no se puede obviar es para lo que se preparan en su carrera, materia por completo ajena al ámbito civil, aquí y en cualquier otro enclave del Orbe.

AMLO decidió usarlos en cuanta ocurrencia tiene. Les dio la obra del aeropuerto de Santa Lucía, preponderancia sobre la construcción del Tren Maya y su usufructo, la hechura de los Bancos del Bienestar y otros encargos, además de militarizar a la Guardia Nacional.

De poco ha servido. La violencia es el máximo azote y este gobierno contabiliza el mayor número de homicidios de que se tenga memoria. Los malandrines, impunes, máxime cuando un tlatoani ciego al sufrimiento de las víctimas, determina que son intocables. Se ve a soldados humillados por delincuentes que los golpean, sin que levanten la mirada del suelo. Son órdenes y las obedecen. A cambio de este maltrato y desvío de lo que sería su encomienda -acabar con la inseguridad-, el tabasqueño los premia con su transformación en contratistas, constructores, administradores y demás tareas redituables para las carteras de altos y medianos mandos.

López intenta convencer con el argumento de que son los únicos “honrados”. O no tiene idea de lo que dice o lo dice para auto lavarse el coco. A lo largo de la historia ha habido expedientes de militares corruptos, los hay en el presente y los seguirá habiendo.

¿Qué no se han distinguido por destacar en el campo de la ratería nacional? Tampoco estaban en las candilejas autóctonas, como ahora y, sin embargo, han sido muchos a los que públicamente se ha acusado de su cercanía al narcotráfico. Que hayan quedado impunes es otro cantar, sobre todo por la proclividad de los sucesivos gobernantes, a cerrar los ojos.

AMLO hace lo contrario. Cresencio Sandoval hace un discurso político, Rafael Ojeda -Marina- critica al Poder Judicial y los aztecas, como el chinito, “nomás milando como se nos suben a las barbas”.

catalinanq@hotmail.com

@catalinanq