/ martes 12 de diciembre de 2017

El impacto de la reforma tributaria de EU en México

Entender el debate sobre la reforma fiscal estadounidense obedece a una lógica histórica del bipartidismo norteamericano muy simple, la ideología económica del partido demócrata siempre ha estado a favor de la subida de impuestos y la ideología republicana siempre pugna por un recorte de los mismos.

La filosofía económica del partido demócrata obedece a la lógica keynesiana, o de demanda agregada, esta se sustenta en la idea de que el gasto de gobierno en programas sociales inyecta dinero nuevo a la economía. Los keynesianos tienen la firme creencia que los precios se mantienen relativamente estables y por consecuencia cualquier tipo de gasto, ya sea por parte del gobierno o de los consumidores hará crecer la economía.

En cambio la filosofía económica del partido republicano siempre ha sido sustentada en el recorte de impuestos para lograr el desarrollo económico. Las administraciones republicanas a lo largo de la historia de nuestro vecino del norte se han caracterizado por los recortes fiscales a las empresas para permitirles el crecimiento y por ende que contraten más empleados (aunque estén mal remunerados), a nivel de personas físicas el enfoque fiscal de este partido sostiene que un recorte sobre el impuesto sobre la renta hace que la gente tenga más dinero para gastar, ahorrar o invertir.

Obedeciendo a la premisa histórica de la filosofía económica del partido republicano, la idea de impulsar una reforma fiscal en el país vecino ha sido una de las piedras angulares de las promesas de campaña hechas a su electorado por parte del primer mandatario de aquel país que por fin parece que va a materializarse en un año que ha estado caracterizado por escándalos y reveses para la presente administración de la Casa Blanca.

¿En qué consiste la reforma fiscal norteamericana y cómo afecta a México?

Tras la aprobación de la reforma fiscal en el Senado norteamericano, la tasa corporativa de la Unión Americana bajará de 35% a 20%, ubicándose por debajo de la tasa vigente en México que es del 30%. Esto se traduce en una pérdida de competitividad para las empresas maquiladoras ubicadas en territorio nacional, que podrían optar por cambiar su domicilio fiscal al vecino país del norte para tributar menos, propiciando una disminución de la inversión extranjera directa. Esto nos obligaría a hacer una reforma fiscal a mediano plazo con el objeto de ser igual de atractivos, si México replicara la reducción de la tasa de ISR dejaría de recaudar alrededor de 210 mil millones de pesos al año, lo que resta la posibilidad de hacerlo ya que el sector publico percibiría menos ingresos por concepto de impuestos y se vería en la necesidad de aumentar la deuda pública  o incrementar o generalizar las tasas de los impuestos al consumo (IVA) , las tasas a impuestos Estatales (Impuesto sobre nómina) o las tasas de impuestos a personas físicas , una alternativa seria revisar otros capítulos como son las deducciones, por ejemplo: facilidad para realizar la deducción inmediata de inversiones, eliminar la limitante que existe para la deducción de automóviles así como la deducción total de sueldos exentos de los trabajadores.

Por otro lado podría acelerar la puesta en marcha de las Zonas Económicas Especiales para impulsar el potencial de diversas regiones del país convirtiéndolas en áreas altamente productivas y mirar hacia el mercado interno apoyando a la inversión local.

Las complejas cadenas de producción transfronterizas que actualmente operan en ambos países, podrían verse trastocadas y por ende reducir su inversión en el país, limitando el grado de desarrollo de nuevas líneas de producción de alto valor agregado.

La reforma tributaria estadounidense podría dificultar aún más la ríspida renegociación del TLCAN, debido a que muchas de las empresas norteamericanas que cabildean a favor de nuestro país podrían reconsiderar su postura teniendo ese tipo de incentivos fiscales disponibles.

Otro punto neurálgico para la competitividad que plantea la reforma tributaria estadounidense, es el impuesto a la repatriación de capitales, que en un futuro no muy lejano será del cero por ciento, esto incentivaría a las empresas norteamericanas a retornar sus utilidades a la Unión Americana, en lugar de reinvertirlas en el país. Lo que provocaría que multinacionales que operan en México lleven a cabo distribución de dividendos hacia sus matrices en Estados Unidos, impactando planes de inversión en subsidiarias mexicanas y por ende menos recaudación de impuestos. Además de afectar la canasta de monedas ya que si hubiera una repatriación masiva de capitales fortalecería el dólar debilitando así el peso mexicano.

La inversión extranjera directa de cartera también estaría en la lista de víctimas de la reforma tributaria norteamericana, tradicionalmente los capitales se fugan momentáneamente con cada elección federal para presidente en el país y luego regresan, este tipo de inversiones podría verse tentado a emigrar permanentemente a EU debido al entorno fiscal tan favorable que predominaría al norte del Río Bravo.

Una disminución de los impuestos sobre la renta individual del 12%, 25%, 35% y 39.6% podría favorecer a México, ya que las personas al pagar menos impuestos tendrían mayor poder adquisitivo y contarían con más capacidad de compra y consumo, por lo que mucho de lo que exportamos a EU. se consumiría en mayores cantidades.

Los recortes de impuestos jugarán un papel muy modesto para impulsar el crecimiento de la Unión Americana a pesar de que el estrambótico mandatario norteamericano afirme lo contrario, pero podrían tener un efecto cataclismico en nuestro país si no se hacen los ajustes necesarios para poder competir con los incentivos fiscales que ofrece el país vecino.

Entender el debate sobre la reforma fiscal estadounidense obedece a una lógica histórica del bipartidismo norteamericano muy simple, la ideología económica del partido demócrata siempre ha estado a favor de la subida de impuestos y la ideología republicana siempre pugna por un recorte de los mismos.

La filosofía económica del partido demócrata obedece a la lógica keynesiana, o de demanda agregada, esta se sustenta en la idea de que el gasto de gobierno en programas sociales inyecta dinero nuevo a la economía. Los keynesianos tienen la firme creencia que los precios se mantienen relativamente estables y por consecuencia cualquier tipo de gasto, ya sea por parte del gobierno o de los consumidores hará crecer la economía.

En cambio la filosofía económica del partido republicano siempre ha sido sustentada en el recorte de impuestos para lograr el desarrollo económico. Las administraciones republicanas a lo largo de la historia de nuestro vecino del norte se han caracterizado por los recortes fiscales a las empresas para permitirles el crecimiento y por ende que contraten más empleados (aunque estén mal remunerados), a nivel de personas físicas el enfoque fiscal de este partido sostiene que un recorte sobre el impuesto sobre la renta hace que la gente tenga más dinero para gastar, ahorrar o invertir.

Obedeciendo a la premisa histórica de la filosofía económica del partido republicano, la idea de impulsar una reforma fiscal en el país vecino ha sido una de las piedras angulares de las promesas de campaña hechas a su electorado por parte del primer mandatario de aquel país que por fin parece que va a materializarse en un año que ha estado caracterizado por escándalos y reveses para la presente administración de la Casa Blanca.

¿En qué consiste la reforma fiscal norteamericana y cómo afecta a México?

Tras la aprobación de la reforma fiscal en el Senado norteamericano, la tasa corporativa de la Unión Americana bajará de 35% a 20%, ubicándose por debajo de la tasa vigente en México que es del 30%. Esto se traduce en una pérdida de competitividad para las empresas maquiladoras ubicadas en territorio nacional, que podrían optar por cambiar su domicilio fiscal al vecino país del norte para tributar menos, propiciando una disminución de la inversión extranjera directa. Esto nos obligaría a hacer una reforma fiscal a mediano plazo con el objeto de ser igual de atractivos, si México replicara la reducción de la tasa de ISR dejaría de recaudar alrededor de 210 mil millones de pesos al año, lo que resta la posibilidad de hacerlo ya que el sector publico percibiría menos ingresos por concepto de impuestos y se vería en la necesidad de aumentar la deuda pública  o incrementar o generalizar las tasas de los impuestos al consumo (IVA) , las tasas a impuestos Estatales (Impuesto sobre nómina) o las tasas de impuestos a personas físicas , una alternativa seria revisar otros capítulos como son las deducciones, por ejemplo: facilidad para realizar la deducción inmediata de inversiones, eliminar la limitante que existe para la deducción de automóviles así como la deducción total de sueldos exentos de los trabajadores.

Por otro lado podría acelerar la puesta en marcha de las Zonas Económicas Especiales para impulsar el potencial de diversas regiones del país convirtiéndolas en áreas altamente productivas y mirar hacia el mercado interno apoyando a la inversión local.

Las complejas cadenas de producción transfronterizas que actualmente operan en ambos países, podrían verse trastocadas y por ende reducir su inversión en el país, limitando el grado de desarrollo de nuevas líneas de producción de alto valor agregado.

La reforma tributaria estadounidense podría dificultar aún más la ríspida renegociación del TLCAN, debido a que muchas de las empresas norteamericanas que cabildean a favor de nuestro país podrían reconsiderar su postura teniendo ese tipo de incentivos fiscales disponibles.

Otro punto neurálgico para la competitividad que plantea la reforma tributaria estadounidense, es el impuesto a la repatriación de capitales, que en un futuro no muy lejano será del cero por ciento, esto incentivaría a las empresas norteamericanas a retornar sus utilidades a la Unión Americana, en lugar de reinvertirlas en el país. Lo que provocaría que multinacionales que operan en México lleven a cabo distribución de dividendos hacia sus matrices en Estados Unidos, impactando planes de inversión en subsidiarias mexicanas y por ende menos recaudación de impuestos. Además de afectar la canasta de monedas ya que si hubiera una repatriación masiva de capitales fortalecería el dólar debilitando así el peso mexicano.

La inversión extranjera directa de cartera también estaría en la lista de víctimas de la reforma tributaria norteamericana, tradicionalmente los capitales se fugan momentáneamente con cada elección federal para presidente en el país y luego regresan, este tipo de inversiones podría verse tentado a emigrar permanentemente a EU debido al entorno fiscal tan favorable que predominaría al norte del Río Bravo.

Una disminución de los impuestos sobre la renta individual del 12%, 25%, 35% y 39.6% podría favorecer a México, ya que las personas al pagar menos impuestos tendrían mayor poder adquisitivo y contarían con más capacidad de compra y consumo, por lo que mucho de lo que exportamos a EU. se consumiría en mayores cantidades.

Los recortes de impuestos jugarán un papel muy modesto para impulsar el crecimiento de la Unión Americana a pesar de que el estrambótico mandatario norteamericano afirme lo contrario, pero podrían tener un efecto cataclismico en nuestro país si no se hacen los ajustes necesarios para poder competir con los incentivos fiscales que ofrece el país vecino.