/ sábado 23 de septiembre de 2017

El impacto devastador de un terremoto

El pasado martes 19 de septiembre poco después de la una de la tarde, la ciudadanía cumplía con sus quehaceres habituales. De pronto la tierra empezó a estremecerse como si despertara de un letargo. Los movimientos fueron impresionantes para todos los millones de habitantes del centro del país. No hubo alarma sísmica porque el lugar del epicentro no repercute en los altavoces. En ese momento se suspendieron automáticamente todos los servicios y las actividades en cientos de miles de kilómetros a la redonda.

El impacto de los terremotos sobre la salud es devastador. Los científicos Susan A. Bartels, del Beth Israel Deaconess del Centro Médico de Boston, y Michael J. Van Rooyen, del Hospital Brigham and Women, también en Boston, destacan que debido a que los terremotos afectan, con frecuencia, a zonas urbanas con deficientes normas estructurales, “esto se traduce en altas tasas de mortalidad y un gran número de víctimas con lesiones traumáticas que, a menudo, requieren atención médica en cuidados intensivos en un momento en el que las capacidades médicas locales y regionales han sido parcialmente interrumpidas. Muchos de los pacientes que sobreviven a estas lesiones se enfrentan a complicaciones posteriores que conducen a la morbilidad y la mortalidad”.

También se producen efectos que influyen en el cerebro como:estrés, pánico, crisis nerviosas, agotamiento, angustia, ansiedad, pesadillas, insomnio, depresión, irritabilidad, etcétera.

Solamente en los últimos quince años, los terremotos han causado casi un millón de muertes, lo que representa casi el 60% de la mortalidad relacionada con los desastres naturales; solo la crisis del tsunami de 2004 cobró más de 200 mil vidas. Muchas de las ciudades más pobladas del mundo están situadas encima de fallas: la Ciudad de México, Los Ángeles, Tokio, Nueva York, Nueva Delhi, Santiago y Shanghái. Es decir, millones de seres humanos estamos expuestos a los efectos de los terremotos.

Los problemas de salud mental también son comunes después de los terremotos; la depresión puede tener una alta prevalencia (con informes que van desde el 6% al 72%). Tras el terremoto de Turquía de 1999, el 17% de la población tenía pensamientos suicidas. También el estrés post-traumático es muy común.

La población infantil tiene un mayor riesgo de sufrir lesiones y de fallecer durante los terremotos, más que los adultos. Los pacientes pediátricos pueden ser de gran preponderancia después de terremotos de gran magnitud. En el gran terremoto de Haití en 2010, el 53% de los pacientes eran menores de 20 años, y el 25% eran menores de cinco años.

En cuanto a los ancianos, están en mayor riesgo que la población general, ya que no reaccionan con rapidez y en ocasiones no son capaces de abandonar sus hogares.

Afortunadamente, en México, a partir de ese momento todos fuimos cautivos de la información, todos sin excepción. Todos los medios de comunicación informaron y reinformaron; empezamos a comunicarnos con quienes consideramos que necesitaban conocer los terribles acontecimientos que se sucedieronen esos doce días trágicos del 7 al 19 de septiembre. Días trágicos.

Todo lo ocurrido en esos siniestros cubrió las pantallas del país y las ondas de radio y de internet durante ese 19 de septiembre y el fin de semana siguiente. Fueron días de tener los oídos abiertos a la información. Información y más información.

Y gracias a esa información pudieron darse con prestancia los servicios de auxilio y ayuda. Tenemos la suerte de estar informados y superinformados al instante. Y tenemos más suerte de que el pueblo mexicano sea solidario y se apreste a ayudar sin miramientos a sus prójimos en desgracia. Somos un gran pueblo. Viva México.

 

pacofonn@yahoo.com.mx

El pasado martes 19 de septiembre poco después de la una de la tarde, la ciudadanía cumplía con sus quehaceres habituales. De pronto la tierra empezó a estremecerse como si despertara de un letargo. Los movimientos fueron impresionantes para todos los millones de habitantes del centro del país. No hubo alarma sísmica porque el lugar del epicentro no repercute en los altavoces. En ese momento se suspendieron automáticamente todos los servicios y las actividades en cientos de miles de kilómetros a la redonda.

El impacto de los terremotos sobre la salud es devastador. Los científicos Susan A. Bartels, del Beth Israel Deaconess del Centro Médico de Boston, y Michael J. Van Rooyen, del Hospital Brigham and Women, también en Boston, destacan que debido a que los terremotos afectan, con frecuencia, a zonas urbanas con deficientes normas estructurales, “esto se traduce en altas tasas de mortalidad y un gran número de víctimas con lesiones traumáticas que, a menudo, requieren atención médica en cuidados intensivos en un momento en el que las capacidades médicas locales y regionales han sido parcialmente interrumpidas. Muchos de los pacientes que sobreviven a estas lesiones se enfrentan a complicaciones posteriores que conducen a la morbilidad y la mortalidad”.

También se producen efectos que influyen en el cerebro como:estrés, pánico, crisis nerviosas, agotamiento, angustia, ansiedad, pesadillas, insomnio, depresión, irritabilidad, etcétera.

Solamente en los últimos quince años, los terremotos han causado casi un millón de muertes, lo que representa casi el 60% de la mortalidad relacionada con los desastres naturales; solo la crisis del tsunami de 2004 cobró más de 200 mil vidas. Muchas de las ciudades más pobladas del mundo están situadas encima de fallas: la Ciudad de México, Los Ángeles, Tokio, Nueva York, Nueva Delhi, Santiago y Shanghái. Es decir, millones de seres humanos estamos expuestos a los efectos de los terremotos.

Los problemas de salud mental también son comunes después de los terremotos; la depresión puede tener una alta prevalencia (con informes que van desde el 6% al 72%). Tras el terremoto de Turquía de 1999, el 17% de la población tenía pensamientos suicidas. También el estrés post-traumático es muy común.

La población infantil tiene un mayor riesgo de sufrir lesiones y de fallecer durante los terremotos, más que los adultos. Los pacientes pediátricos pueden ser de gran preponderancia después de terremotos de gran magnitud. En el gran terremoto de Haití en 2010, el 53% de los pacientes eran menores de 20 años, y el 25% eran menores de cinco años.

En cuanto a los ancianos, están en mayor riesgo que la población general, ya que no reaccionan con rapidez y en ocasiones no son capaces de abandonar sus hogares.

Afortunadamente, en México, a partir de ese momento todos fuimos cautivos de la información, todos sin excepción. Todos los medios de comunicación informaron y reinformaron; empezamos a comunicarnos con quienes consideramos que necesitaban conocer los terribles acontecimientos que se sucedieronen esos doce días trágicos del 7 al 19 de septiembre. Días trágicos.

Todo lo ocurrido en esos siniestros cubrió las pantallas del país y las ondas de radio y de internet durante ese 19 de septiembre y el fin de semana siguiente. Fueron días de tener los oídos abiertos a la información. Información y más información.

Y gracias a esa información pudieron darse con prestancia los servicios de auxilio y ayuda. Tenemos la suerte de estar informados y superinformados al instante. Y tenemos más suerte de que el pueblo mexicano sea solidario y se apreste a ayudar sin miramientos a sus prójimos en desgracia. Somos un gran pueblo. Viva México.

 

pacofonn@yahoo.com.mx