/ viernes 7 de diciembre de 2018

El inicio de una era

Esta semana inició el cambio más importante del poder en la época moderna. Arrancó el gobierno de López Obrador en la Presidencia de la República y de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México. Es un día que los que militamos en la izquierda, después de tantos años, celebramos porque es la conclusión de una lucha histórica que reivindica las mejores causas de la nación y que, hay que decirlo, después de ver dos fraudes electorales gigantescos no sabíamos si lo alcanzaríamos a vivir.

Esta nueva era debe llenar de esperanza a los mexicanos de buena fe. Andrés Manuel inicia su gobierno cumpliendo varios compromisos: la venta del avión presidencial, la reducción de sueldos a altos funcionarios públicos, la creación de la Comisión para el caso Ayotzinapa, la apertura al público de la Residencia Oficial de Los Pinos, la realización de la consulta ciudadana para determinar el futuro del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, entre muchos otros. Nunca un Presidente había dado tantos resultados tan rápido, ni hecho tanto con tan poco.

El discurso de la toma de posesión no sólo cubrió el protocolo, planteó la agenda con directrices y compromisos de acciones, pero también con una direccionalidad ética y política, en especial, rescatar al nacionalismo frente al gran error histórico que significó el neoliberalismo. Ideas claras, contundentes y que están teniendo ya consecuencia.

Los malquerientes, la mayoría aficionados al neoliberalismo, amigos de la élite del poder y ninguno que haya vivido en alguna colonia popular, afirmaron con impostura que significa un regreso al pasado, qué lectura tan amargamente distorsionada de la realidad, no significa un regreso al pasado, es la reparación del error histórico del neoliberalismo, su devoción por el dinero, su desprecio por lo mexicano y los mexicanos, así como la abdicación de cualquier principio moral y ético, a favor de una política nacionalista con una clara directriz ética y poniendo al nacionalismo y mexicanos como los ejes del quehacer público.

El inicio de la Cuarta Transformación estuvo lleno de símbolos que dan noticia de lo que será el sexenio, un Presidente rodeado del pueblo sin la cortesanía ofensiva que representaba el Estado Mayor Presidencial, donde un ciclista es capaz de que sus ideas sean repetidas por el Presidente en la tribuna más alta de la nación, donde el Ejecutivo Federal es capaz de convivir con reyes y mandatarios, pero también con la humildad de hincarse junto a un representante de las comunidades indígenas.

La Cuarta Transformación va con fuerza y contenido. Los hechos nos muestran evidencia de que es un proyecto pacífico, respetuoso y responsable, pero también profundo que hoy ya tiene resultados. XXX TWITTER: @MBarbosaMX


Esta semana inició el cambio más importante del poder en la época moderna. Arrancó el gobierno de López Obrador en la Presidencia de la República y de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México. Es un día que los que militamos en la izquierda, después de tantos años, celebramos porque es la conclusión de una lucha histórica que reivindica las mejores causas de la nación y que, hay que decirlo, después de ver dos fraudes electorales gigantescos no sabíamos si lo alcanzaríamos a vivir.

Esta nueva era debe llenar de esperanza a los mexicanos de buena fe. Andrés Manuel inicia su gobierno cumpliendo varios compromisos: la venta del avión presidencial, la reducción de sueldos a altos funcionarios públicos, la creación de la Comisión para el caso Ayotzinapa, la apertura al público de la Residencia Oficial de Los Pinos, la realización de la consulta ciudadana para determinar el futuro del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, entre muchos otros. Nunca un Presidente había dado tantos resultados tan rápido, ni hecho tanto con tan poco.

El discurso de la toma de posesión no sólo cubrió el protocolo, planteó la agenda con directrices y compromisos de acciones, pero también con una direccionalidad ética y política, en especial, rescatar al nacionalismo frente al gran error histórico que significó el neoliberalismo. Ideas claras, contundentes y que están teniendo ya consecuencia.

Los malquerientes, la mayoría aficionados al neoliberalismo, amigos de la élite del poder y ninguno que haya vivido en alguna colonia popular, afirmaron con impostura que significa un regreso al pasado, qué lectura tan amargamente distorsionada de la realidad, no significa un regreso al pasado, es la reparación del error histórico del neoliberalismo, su devoción por el dinero, su desprecio por lo mexicano y los mexicanos, así como la abdicación de cualquier principio moral y ético, a favor de una política nacionalista con una clara directriz ética y poniendo al nacionalismo y mexicanos como los ejes del quehacer público.

El inicio de la Cuarta Transformación estuvo lleno de símbolos que dan noticia de lo que será el sexenio, un Presidente rodeado del pueblo sin la cortesanía ofensiva que representaba el Estado Mayor Presidencial, donde un ciclista es capaz de que sus ideas sean repetidas por el Presidente en la tribuna más alta de la nación, donde el Ejecutivo Federal es capaz de convivir con reyes y mandatarios, pero también con la humildad de hincarse junto a un representante de las comunidades indígenas.

La Cuarta Transformación va con fuerza y contenido. Los hechos nos muestran evidencia de que es un proyecto pacífico, respetuoso y responsable, pero también profundo que hoy ya tiene resultados. XXX TWITTER: @MBarbosaMX