/ viernes 30 de julio de 2021

El juicio a expresidentes va

Enrique Peña Nieto, expresidente de México, en una desatinada y absurda afirmación, expresó que la corrupción era una cultura, por ello, al estar aceptada entre la sociedad mexicana era muy difícil desarraigar. Quizá su percepción de cultura le hizo encabezar uno de los gobiernos más corruptos de la historia nacional. Los gobernadores que coincidieron con él, lo mismo que legisladores y servidores públicos de su gabinete, se encuentran sujetos a procesos penales o sentenciados por delitos que van desde el enriquecimiento ilícito hasta los fiscales, además de peculado y delincuencia organizada; ha habido hasta homicidios ordenados para encubrirse entre sí, esa es una vieja práctica mexicana en la colusión de funcionarios.

La cultura, en general, la adquiere una sociedad por virtud de la lectura, el estudio y las facultades intelectuales que se desarrollan todos los días desde el nacimiento de una persona. Por ello nuestra población, ha estado blindada frente los ataques permanentes desde el exterior. Gracias a nuestras culturas originarias se fortalecen los valores de la gente, sin duda, nuestro pueblo es sabio. No se requieren estudios sofisticados o ser políglota, simplemente tener empatía, ética, moral, lógica y razón.

Hay diversos criterios para definir la cultura; el lenguaje es una de ellas, la escritura, el arte en todas sus manifestaciones, la forma de organización política, religiosa o económica, los usos y costumbres, en fin, una serie de actividades que han hecho a las diversas sociedades ricas en tradiciones que se han heredado de generación en generación para el fortalecimiento de sus naciones. También hay subculturas y contraculturas, que dentro de las clasificaciones van en sentido contrario de un orden hegemónico.

En el caso que nos ocupa, la cultura de la legalidad, debe ser una de las que más debe identificarnos como mexicanos, no sólo por el sentido de la consecuencia legal por no respetar las normas, sino como algo intrínseco a nuestras raíces y formas de ser.

La cultura de la legalidad se refiere al interés que la población debe adquirir por conocer sus derechos pero también sus obligaciones, hacerlas valer frente a cualquier poder del Estado Mexicano, los derechos no se exigen, simplemente se ejercen.

Contar con cultura de la legalidad es tener sentido de Estado de Derecho, es creer en la justicia. Sabemos que en nuestro país, la impunidad es la madre de la corrupción, y el saber que “no pasa nada” crea un sentimiento de injusticia permanente, pero no podemos simplemente aceptarlo y dejarlo pasar. Tenemos la obligación como mexicanos de cambiar la percepción que se tiene del poder público, respetarlo y tener fe en los buenos gobernantes, para que eso ocurra, se requiere de acciones de democracia participativa como la Consulta Ciudadana que se llevará a cabo el próximo 1 de agosto.

Si no participamos, no podremos exigir a nadie que no se cumple la ley; la nación mexicana la integramos todos, la sociedad y el gobierno; la consulta ciudadana es un ejercicio de promoción de la cultura de la legalidad y un llamado contra la impunidad.


Es probable que muchos delitos que hayan cometido los expresidentes hayan prescrito, o sea, que por el tiempo transcurrido, la ley no pueda aplicarse contra los hechos cometidos en los períodos más antiguos; pero tenemos que dejar claro el mensaje que la ciudadanía tiene un poder fundamental para la memoria historia y la no repetición. Y que deseamos profundamente que la cultura de la legalidad sea la que se adopte a las nuevas generaciones de manera permanente, por ello, el juicio a expresidentes va. Participa y vota.

Enrique Peña Nieto, expresidente de México, en una desatinada y absurda afirmación, expresó que la corrupción era una cultura, por ello, al estar aceptada entre la sociedad mexicana era muy difícil desarraigar. Quizá su percepción de cultura le hizo encabezar uno de los gobiernos más corruptos de la historia nacional. Los gobernadores que coincidieron con él, lo mismo que legisladores y servidores públicos de su gabinete, se encuentran sujetos a procesos penales o sentenciados por delitos que van desde el enriquecimiento ilícito hasta los fiscales, además de peculado y delincuencia organizada; ha habido hasta homicidios ordenados para encubrirse entre sí, esa es una vieja práctica mexicana en la colusión de funcionarios.

La cultura, en general, la adquiere una sociedad por virtud de la lectura, el estudio y las facultades intelectuales que se desarrollan todos los días desde el nacimiento de una persona. Por ello nuestra población, ha estado blindada frente los ataques permanentes desde el exterior. Gracias a nuestras culturas originarias se fortalecen los valores de la gente, sin duda, nuestro pueblo es sabio. No se requieren estudios sofisticados o ser políglota, simplemente tener empatía, ética, moral, lógica y razón.

Hay diversos criterios para definir la cultura; el lenguaje es una de ellas, la escritura, el arte en todas sus manifestaciones, la forma de organización política, religiosa o económica, los usos y costumbres, en fin, una serie de actividades que han hecho a las diversas sociedades ricas en tradiciones que se han heredado de generación en generación para el fortalecimiento de sus naciones. También hay subculturas y contraculturas, que dentro de las clasificaciones van en sentido contrario de un orden hegemónico.

En el caso que nos ocupa, la cultura de la legalidad, debe ser una de las que más debe identificarnos como mexicanos, no sólo por el sentido de la consecuencia legal por no respetar las normas, sino como algo intrínseco a nuestras raíces y formas de ser.

La cultura de la legalidad se refiere al interés que la población debe adquirir por conocer sus derechos pero también sus obligaciones, hacerlas valer frente a cualquier poder del Estado Mexicano, los derechos no se exigen, simplemente se ejercen.

Contar con cultura de la legalidad es tener sentido de Estado de Derecho, es creer en la justicia. Sabemos que en nuestro país, la impunidad es la madre de la corrupción, y el saber que “no pasa nada” crea un sentimiento de injusticia permanente, pero no podemos simplemente aceptarlo y dejarlo pasar. Tenemos la obligación como mexicanos de cambiar la percepción que se tiene del poder público, respetarlo y tener fe en los buenos gobernantes, para que eso ocurra, se requiere de acciones de democracia participativa como la Consulta Ciudadana que se llevará a cabo el próximo 1 de agosto.

Si no participamos, no podremos exigir a nadie que no se cumple la ley; la nación mexicana la integramos todos, la sociedad y el gobierno; la consulta ciudadana es un ejercicio de promoción de la cultura de la legalidad y un llamado contra la impunidad.


Es probable que muchos delitos que hayan cometido los expresidentes hayan prescrito, o sea, que por el tiempo transcurrido, la ley no pueda aplicarse contra los hechos cometidos en los períodos más antiguos; pero tenemos que dejar claro el mensaje que la ciudadanía tiene un poder fundamental para la memoria historia y la no repetición. Y que deseamos profundamente que la cultura de la legalidad sea la que se adopte a las nuevas generaciones de manera permanente, por ello, el juicio a expresidentes va. Participa y vota.