/ lunes 8 de febrero de 2021

El mensaje de la fragilidad del consumo y la inversión

Por José Luis De La Cruz Gallegos

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico


La evolución del consumo privado y la inversión presentan el mejor acercamiento a la situación en la que se encuentran los hogares y el sistema productivo nacional.

La dinámica del consumo constituye una aproximación precisa sobre el bienestar de las familias. La inversión indica la situación financiera y la perspectiva económica que tienen las empresas en el corto, mediano y largo plazo. Sin inversión no hay crecimiento vigoroso y sostenible.

La creación de empleo formal depende de la inversión. La salud del mercado laboral constituye la variable estratégica para resolver los problemas de pobreza y elevar el nivel de bienestar de la sociedad.

Sin lugar a duda: la mayor proporción del consumo privado depende de contar con una fuente de ingreso laboral. Las remesas y el gasto público asistencial solamente complementan los recursos financieros que se obtienen a través del empleo.

Por ello es fundamental observar lo que ocurrió con el consumo y la inversión durante el 2020 y comprender cuál es su herencia para el 2021.

De acuerdo con la información del INEGI el Indicador Mensual del Consumo Privado del Mercado Interno retrocedió (-) 7.1% en noviembre pasado y (-) 11.5% en los primeros once meses del 2020.

Por su parte la Inversión Fija Bruta bajo (-) 12.1% en noviembre y (-) 18.8% en el acumulado de los primeros once meses del 2020.

¿Cuál es la relevancia de lo anterior? La inversión y el consumo privado representan el 85% del PIB: su tendencia marca la situación presente y futura de la economía y el bienestar nacional.

El nivel del consumo privado al mes de noviembre del 2020 fue similar al del último trimestre del 2014, ello fue producto de la contracción antes mencionada. Como referencia se puede citar que la minusvalía del consumo privado durante las recesiones de 1995 y el 2009 fue de (-) 4.7% y (-) 5.8% respectivamente.

El nivel de la inversión alcanzado en noviembre pasado es comparable al registrado al final del 2009. Además, se acumulan 22 meses de tasas anuales negativas y 24 en los últimos 25 meses. En las recesiones de 1995 y el 2009 la variación fue (-) 35.8% y (-) 11.4% respectivamente.

Las cifras negativas registradas en noviembre ya contemplan la reapertura de la economía, la entrada histórica de remesas, el gasto social asistencial y la promoción del Buen Fin: su caída muestra la afectación estructural causada por la recesión.

La debilidad del comercio privado incidió en la variación promedio negativa que se observó en el comercio al por menor en casi todos los estados durante los primeros once meses del 2020. Algo similar ocurrió en el comercio al por mayor, el que ocurre entre empresas. Ambos indicadores de comercio muestran la afectación que causó la fragilidad del consumo privado y la inversión.

El deterioro del consumo y la inversión refrendan la necesidad de contar con un programa de reactivación económica integral que tenga dos componentes básicos.

El primero es la conformación de grupos de trabajo público-privado que puedan colaborar en la creación de una agenda de propuestas que faciliten los procesos de inversión que den sostenibilidad a un desarrollo económico y social con bases productivas.

El segundo es la implementación de medidas de corto plazo que eviten el cierre de más empresas y una mayor precarización del mercado laboral.

Sin la consecución del último punto la consecuencia es clara: un aumento en los niveles de pobreza que el gasto social no podrá contener.



Te recomendamos el podcast ⬇️

Spotify

Apple Podcasts

Google Podcasts

Acast

Deezer

Amazon Music

Por José Luis De La Cruz Gallegos

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico


La evolución del consumo privado y la inversión presentan el mejor acercamiento a la situación en la que se encuentran los hogares y el sistema productivo nacional.

La dinámica del consumo constituye una aproximación precisa sobre el bienestar de las familias. La inversión indica la situación financiera y la perspectiva económica que tienen las empresas en el corto, mediano y largo plazo. Sin inversión no hay crecimiento vigoroso y sostenible.

La creación de empleo formal depende de la inversión. La salud del mercado laboral constituye la variable estratégica para resolver los problemas de pobreza y elevar el nivel de bienestar de la sociedad.

Sin lugar a duda: la mayor proporción del consumo privado depende de contar con una fuente de ingreso laboral. Las remesas y el gasto público asistencial solamente complementan los recursos financieros que se obtienen a través del empleo.

Por ello es fundamental observar lo que ocurrió con el consumo y la inversión durante el 2020 y comprender cuál es su herencia para el 2021.

De acuerdo con la información del INEGI el Indicador Mensual del Consumo Privado del Mercado Interno retrocedió (-) 7.1% en noviembre pasado y (-) 11.5% en los primeros once meses del 2020.

Por su parte la Inversión Fija Bruta bajo (-) 12.1% en noviembre y (-) 18.8% en el acumulado de los primeros once meses del 2020.

¿Cuál es la relevancia de lo anterior? La inversión y el consumo privado representan el 85% del PIB: su tendencia marca la situación presente y futura de la economía y el bienestar nacional.

El nivel del consumo privado al mes de noviembre del 2020 fue similar al del último trimestre del 2014, ello fue producto de la contracción antes mencionada. Como referencia se puede citar que la minusvalía del consumo privado durante las recesiones de 1995 y el 2009 fue de (-) 4.7% y (-) 5.8% respectivamente.

El nivel de la inversión alcanzado en noviembre pasado es comparable al registrado al final del 2009. Además, se acumulan 22 meses de tasas anuales negativas y 24 en los últimos 25 meses. En las recesiones de 1995 y el 2009 la variación fue (-) 35.8% y (-) 11.4% respectivamente.

Las cifras negativas registradas en noviembre ya contemplan la reapertura de la economía, la entrada histórica de remesas, el gasto social asistencial y la promoción del Buen Fin: su caída muestra la afectación estructural causada por la recesión.

La debilidad del comercio privado incidió en la variación promedio negativa que se observó en el comercio al por menor en casi todos los estados durante los primeros once meses del 2020. Algo similar ocurrió en el comercio al por mayor, el que ocurre entre empresas. Ambos indicadores de comercio muestran la afectación que causó la fragilidad del consumo privado y la inversión.

El deterioro del consumo y la inversión refrendan la necesidad de contar con un programa de reactivación económica integral que tenga dos componentes básicos.

El primero es la conformación de grupos de trabajo público-privado que puedan colaborar en la creación de una agenda de propuestas que faciliten los procesos de inversión que den sostenibilidad a un desarrollo económico y social con bases productivas.

El segundo es la implementación de medidas de corto plazo que eviten el cierre de más empresas y una mayor precarización del mercado laboral.

Sin la consecución del último punto la consecuencia es clara: un aumento en los niveles de pobreza que el gasto social no podrá contener.



Te recomendamos el podcast ⬇️

Spotify

Apple Podcasts

Google Podcasts

Acast

Deezer

Amazon Music