/ lunes 30 de julio de 2018

El mítico filósofo de Güemez

Desde hace más de tres décadas, la pequeña población de Güemez, cercana a Ciudad Victoria, Tamaulipas, adquirió inusitada notoriedad tanto en el país como en el extranjero. Lo anterior con motivo de que se ha difundido una serie de refranes y dicharachos cuya autoría se atribuye a un personaje, entre mítico y legendario, que se supone nativo de dicha población: el Filósofo de Güemez.

Su principal divulgador Ramón Durán Ruiz, exalcalde de Ciudad Victoria, fallecido en trágico accidente carretero en mayo de 2016, escribió que “el Filósofo de Güemez es el filósofo de lo obvio, piensa por nosotros, con una filosofía tan evidente, tan obvia, tan contundente, tan sencilla que nos lleva al reencuentro con nosotros mismos”. A manera de muestra, vayan las siguientes “cápsulas filosóficas” muy al estilo de Güemez: “Cualquier tiempo pasado, fue anterior”, frase tan ingeniosa como inobjetable que hace recordar a Jorge Manrique, el poeta español del siglo XV. Otra: “cuando el gallo canta en la madrugada, puede que llueva mucho, puede que llueva poco o que no llueva nada”. Uno más: “Si dos perros corretean a una liebre y el de adelante no la alcanza, el de atrás menos”. Una última cápsula: “Se está muriendo mucha gente, que antes no se había muerto”.

Sin mayor esfuerzo, se habrá notado que esas frases tienen como característica, cual más, cual menos, que se presentan de manera chispeante, festiva, graciosa. Pero además, cierta vena ingeniosa. Adicionalmente, vale poner de relieve que aunque son una especie de antología de lo obvio, guardan sin embargo distancia de Perogrullo, amo y señor de la obviedad a secas, en la medida en que esas frases provocan la reflexión en quien las escucha, lo hacen sonreír o de plano le provocan la carcajada. Ahora bien, ¿quién fue a ciencia cierta ese “pensador” tamaulipeco? A pesar de su fama, no se conoce con precisión quién fue. Más todavía:se discute si el personaje fue real o más bien mítico.

Según las investigaciones de Durán Ruiz, el hoy afamado personaje pudo haber sido el señor José Calderón Castillo, nacido en Ciudad Victoria en 1870 y fallecido en 1964, casi con cien años a cuestas, precisamente en Güemez, donde radicó buena parte de su vida. Carpintero de oficio, se sabe de él que fue un hombre dicharachero dotado de una inagotable vena humorística. Complementaba su talento con un gusto especial por la música, ya que además de la guitarra tocaba el violón, el bajo y hasta el acordeón.

Otro candidato a Filósofo de Güemez lo es el señor Darío Guerrero, originario de un ejido de Tamaulipas, donde nació en la segunda mitad del siglo XIX; desde muy temprana edad se avecindó en Güemez, donde se le recuerda por haber sido “un hombre con poco estudio pero superior inteligencia”. Se conoce de don Darío que dedicó su vida al servicio público, principalmente en la administración municipal.

Otro candidato a Filósofo de Güemez en el elenco formado por el fallecido Durán Ruiz fue el maestro Juan Mancillas, él sí nativo de Güemez, quien en su tiempo fue reconocido, aun en el extranjero, como un genio de las matemáticas. A la caída de Porfirio Díaz, el maestro Mancillas marchó a Europa. Se sabe que en un tiempo se dedicó a recopilar dichos y frases que estaban en boga en su región. Se tiene noticia también que la colección que hizo nunca la publicó, aunque sí circularon de mano en mano algunas copias, de las que desafortunadamente no ha sido posible localizar una sola.

Desde hace más de tres décadas, la pequeña población de Güemez, cercana a Ciudad Victoria, Tamaulipas, adquirió inusitada notoriedad tanto en el país como en el extranjero. Lo anterior con motivo de que se ha difundido una serie de refranes y dicharachos cuya autoría se atribuye a un personaje, entre mítico y legendario, que se supone nativo de dicha población: el Filósofo de Güemez.

Su principal divulgador Ramón Durán Ruiz, exalcalde de Ciudad Victoria, fallecido en trágico accidente carretero en mayo de 2016, escribió que “el Filósofo de Güemez es el filósofo de lo obvio, piensa por nosotros, con una filosofía tan evidente, tan obvia, tan contundente, tan sencilla que nos lleva al reencuentro con nosotros mismos”. A manera de muestra, vayan las siguientes “cápsulas filosóficas” muy al estilo de Güemez: “Cualquier tiempo pasado, fue anterior”, frase tan ingeniosa como inobjetable que hace recordar a Jorge Manrique, el poeta español del siglo XV. Otra: “cuando el gallo canta en la madrugada, puede que llueva mucho, puede que llueva poco o que no llueva nada”. Uno más: “Si dos perros corretean a una liebre y el de adelante no la alcanza, el de atrás menos”. Una última cápsula: “Se está muriendo mucha gente, que antes no se había muerto”.

Sin mayor esfuerzo, se habrá notado que esas frases tienen como característica, cual más, cual menos, que se presentan de manera chispeante, festiva, graciosa. Pero además, cierta vena ingeniosa. Adicionalmente, vale poner de relieve que aunque son una especie de antología de lo obvio, guardan sin embargo distancia de Perogrullo, amo y señor de la obviedad a secas, en la medida en que esas frases provocan la reflexión en quien las escucha, lo hacen sonreír o de plano le provocan la carcajada. Ahora bien, ¿quién fue a ciencia cierta ese “pensador” tamaulipeco? A pesar de su fama, no se conoce con precisión quién fue. Más todavía:se discute si el personaje fue real o más bien mítico.

Según las investigaciones de Durán Ruiz, el hoy afamado personaje pudo haber sido el señor José Calderón Castillo, nacido en Ciudad Victoria en 1870 y fallecido en 1964, casi con cien años a cuestas, precisamente en Güemez, donde radicó buena parte de su vida. Carpintero de oficio, se sabe de él que fue un hombre dicharachero dotado de una inagotable vena humorística. Complementaba su talento con un gusto especial por la música, ya que además de la guitarra tocaba el violón, el bajo y hasta el acordeón.

Otro candidato a Filósofo de Güemez lo es el señor Darío Guerrero, originario de un ejido de Tamaulipas, donde nació en la segunda mitad del siglo XIX; desde muy temprana edad se avecindó en Güemez, donde se le recuerda por haber sido “un hombre con poco estudio pero superior inteligencia”. Se conoce de don Darío que dedicó su vida al servicio público, principalmente en la administración municipal.

Otro candidato a Filósofo de Güemez en el elenco formado por el fallecido Durán Ruiz fue el maestro Juan Mancillas, él sí nativo de Güemez, quien en su tiempo fue reconocido, aun en el extranjero, como un genio de las matemáticas. A la caída de Porfirio Díaz, el maestro Mancillas marchó a Europa. Se sabe que en un tiempo se dedicó a recopilar dichos y frases que estaban en boga en su región. Se tiene noticia también que la colección que hizo nunca la publicó, aunque sí circularon de mano en mano algunas copias, de las que desafortunadamente no ha sido posible localizar una sola.