/ viernes 30 de abril de 2021

El mito del matriarcado mexicano

Por: Fernanda Baños Cervantes

¿Cuántas veces hemos pensado que vivimos en un sistema matriarcal, en donde las mamás y abuelas mexicanas son las jefas de la familia, las tomadoras de decisiones y quienes han sacado adelante a sus familias a lo largo de los años?

Me atrevo a decir que todos, o por lo menos la mayoría de los mexicanos hemos formado parte o escuchado hablar de familias que tienen una estructura como esta. En realidad, es algo tan común en nuestro país, que hemos llegado a pensar que existe algo como un “matriarcado mexicano”.

La Real Academia Española define el matriarcado como una “organización social en donde el mando corresponde a las mujeres” o el “predominio o fuerte ascendiente femenino en una sociedad o grupo”. Asimismo, la antropóloga Margarita Dalton explica que “el matriarcado se entiende como el ejercicio del poder de parte de las mujeres por encima de los hombres.” A partir de estos conceptos, es claro que la situación que se vive dentro de las familias lideradas por mujeres no entra en la definición de matriarcado, y la realidad de lo que vemos en el país es algo totalmente diferente.

Aunque sí, es muy claro que las mujeres han asumido el papel de jefas de miles de familias en México, la existencia de un sistema matriarcal mexicano no es más que un mito. Existen varias razones por las cuales un sistema de este carácter es una mentira para la realidad actual mexicana, empezando por el hecho de que ser una mujer que ocupa el puesto de cabeza de una familia no significa que ésta tiene poder por encima de los hombres, ni dentro de la familia ni para el resto de la sociedad, y esta necesidad de las mujeres de hacerse cargo es una consecuencia más del patriarcado.

Para comprenderlo de mejor forma, es necesario regresar al origen de esta estructura “matriarcal”, o más bien, preguntarnos qué es lo que a lo largo de los años ha llevado a que tantas mujeres se hayan visto obligadas a tomar este papel. Para responder esto, se debe tomar en cuenta que la mayoría de las mujeres que se han posicionado como jefas de familia en México tienen en común que son viudas, separadas, divorciadas o madres solteras, por lo que esta posición de “poder” es más bien el resultado de la ausencia de los hombres en el sistema, y no de una estructura que pone a las mujeres por encima sin importar si los hombres están presentes o no en el panorama.

Por lo tanto, la existencia de un matriarcado mexicano no es más que un mito que ha estado presente a lo largo de la historia, un falso sentimiento de poder para las mujeres dentro de las familias mexicanas. En una sociedad como esta, el poder verdadero debe partir de una igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.

Por: Fernanda Baños Cervantes

¿Cuántas veces hemos pensado que vivimos en un sistema matriarcal, en donde las mamás y abuelas mexicanas son las jefas de la familia, las tomadoras de decisiones y quienes han sacado adelante a sus familias a lo largo de los años?

Me atrevo a decir que todos, o por lo menos la mayoría de los mexicanos hemos formado parte o escuchado hablar de familias que tienen una estructura como esta. En realidad, es algo tan común en nuestro país, que hemos llegado a pensar que existe algo como un “matriarcado mexicano”.

La Real Academia Española define el matriarcado como una “organización social en donde el mando corresponde a las mujeres” o el “predominio o fuerte ascendiente femenino en una sociedad o grupo”. Asimismo, la antropóloga Margarita Dalton explica que “el matriarcado se entiende como el ejercicio del poder de parte de las mujeres por encima de los hombres.” A partir de estos conceptos, es claro que la situación que se vive dentro de las familias lideradas por mujeres no entra en la definición de matriarcado, y la realidad de lo que vemos en el país es algo totalmente diferente.

Aunque sí, es muy claro que las mujeres han asumido el papel de jefas de miles de familias en México, la existencia de un sistema matriarcal mexicano no es más que un mito. Existen varias razones por las cuales un sistema de este carácter es una mentira para la realidad actual mexicana, empezando por el hecho de que ser una mujer que ocupa el puesto de cabeza de una familia no significa que ésta tiene poder por encima de los hombres, ni dentro de la familia ni para el resto de la sociedad, y esta necesidad de las mujeres de hacerse cargo es una consecuencia más del patriarcado.

Para comprenderlo de mejor forma, es necesario regresar al origen de esta estructura “matriarcal”, o más bien, preguntarnos qué es lo que a lo largo de los años ha llevado a que tantas mujeres se hayan visto obligadas a tomar este papel. Para responder esto, se debe tomar en cuenta que la mayoría de las mujeres que se han posicionado como jefas de familia en México tienen en común que son viudas, separadas, divorciadas o madres solteras, por lo que esta posición de “poder” es más bien el resultado de la ausencia de los hombres en el sistema, y no de una estructura que pone a las mujeres por encima sin importar si los hombres están presentes o no en el panorama.

Por lo tanto, la existencia de un matriarcado mexicano no es más que un mito que ha estado presente a lo largo de la historia, un falso sentimiento de poder para las mujeres dentro de las familias mexicanas. En una sociedad como esta, el poder verdadero debe partir de una igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.