/ viernes 7 de enero de 2022

El mundo a prueba en 2022

Por Mariana Flores Abdo


La crisis sanitaria que afecta a nuestro planeta desde finales de 2019 ha demostrado que México no puede obviar el hecho de que vivimos en un mundo interconectado. La política exterior, el multilateralismo, la coordinación y cooperación internacional han sido valiosas herramientas para lograr sortear uno a uno los retos que se han suscitado en un mundo que cambió irremediablemente tras la aprición del COVID-19.

La esperanza que despertaba el imaginar que en 2022 podríamos vislumbrar los inicios de un mundo post pandemia se empezó a difuminar a finales de 2021, cuando se incrementaron los contagios de COVID-19. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus ha señalado que podemos esperar que en 2022 concluya la fase aguda de la pandemia sin embargo, la geopolítica y economía mundial seguirán siendo interpretadas a la luz de los efectos de la pandemia.

En términos generales, la economía en 2022 se encuentra en un mejor punto de partida que en 2021, incluso se habla de una recuperación económica global. En el caso de los países de América Latina, las perspectivas de crecimiento son alentadoras sin embargo, los gobiernos se enfrentarán a un doble reto. Tendrán que hacer frente a los efectos económicos del avance desigual en la vacunación y, simultáneamente, atender el tema pendiente de los problemas estructurales para lograr la recuperación de los de por sí bajos niveles de crecimiento que mostraron antes de la pandemia.

La construcción de instituciones gubernamentales ha sido un proceso complejo para los países en desarrollo y la pandemia ha evidenciado el largo camino que aún queda por recorrer. La presión sobre los sistemas públicos de salud, educación y seguridad, por mencionar algunos, se suma a la falta de oportunidades y violencia que afectan de manera desigual a distintos estractos de las sociedades. Como ejemplo se puede mencionar que los países de América Latina, que suman a menos del 10% de la población, sufrieron el deceso de una tercera parte de las muertes a nivel global.

Para la población mundial, el estatus quo en términos económicos, sociales y políticos es insostenible. Los efectos desproporcionados de la crisis sanitaria, al interior de cada país y en perspectiva comparada, han agravado este sentimiento. No obstante, resulta esperanzador que, por lo menos en un gran número de los países, podemos hablar de fortaleza institucional pues la sociedad continúa privilegiando la democracia como el mecanismo para manifestar su inconformidad y castigar a gobiernos que no han cumplido con sus promesas de cambio. Consecuentemente, hemos observado el ascenso al poder de políticos no tradicionales y el aumento de tendencias populistas.

Las elecciones que habrá este año reconfigurarán una vez más las alianzas internacionales y el juego geopolítico. Veremos elecciones, por ejemplo, en Australia, Brasil, Colombia, Estados Unidos, Kenia y Francia. A los procesos democráticos habrá que sumarles los conflictos que se iniciaron años atrás y que se han agudizado en los últimos meses. Destaca la confrontación entre las superpotencias que no tendrá una fácil salida. Previsiblemente continuará la escalada de tensiones de Estados Unidos con China y Rusia.

Uno de los principales riesgos que se prevé para este 2022 es un aumento de la conflictividad social. Tras la resiliencia que ha tenido que crear la sociedad para sobrevivir a dos años críticos, ha llegado la reflexión. En un mundo conectado por las redes sociales y con fácil acceso a la información, ciertos procesos locales y regionales se podrían tornar más explosivos porque existe el sentimiento de que las crisis económicas no tienen el mismo efecto en todos los lugares. Esto ha sido cierto para manifestaciones, protestas y conflictos sociales que han surgido en países con altos índices de desigualdad tanto en África, Asia, Europa y América Latina.

En cuanto a información, hemos visto en las últimas décadas la construcción y crecimeinto del mundo digital. Eurasia Group ha detectado como uno de los principales riesgos de 2022 el manejo de datos en un mundo cada vez más tecnológico, que plantea nuevos desafíos para los Estados y el orden global. El espacio digital ha crecido más allá de la geopolítica y tiene una influencia directa en la forma en la que las personas entienden y perciben el mundo.

El espacio es muy breve para enlistar los conflictos irresueltos que dejó el 2021. Durante todo el año deberemos estar pendientes de temas como la descarbonización y el cambio climático; la inaplazable necesidad de actuación conjunta ante las grandes olas migratorias producto de una suma de crisis; el crecimiento del terrorismo; la ciberseguridad ante la globalización; Irán y su programa nuclear; Etiopía ante el riesgo de genocidio; Myanmar y el golpe de Estado; Afganistán en manos de los talibanes; los efectos de la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el nuevo gobierno en Chile, entre muchos otros.

Las bajísimas tasas de vacunación en África (4% para la población en general y escasa vacunación del personal médico) demuestran lo alejados que estamos de construir comunidad global para hacer frente a los grandes retos y las enormes áreas de oportunidad para la cooperación. El mundo no puede dejar pasar esta oportunidad. Confiamos en que México, así como lo hizo con la diplomacia de las vacunas para garantizar el suministro para la población, no dejará de privilegiar la solidaridad e impulsará iniciativas de cooperación que pavimenten el camino para mejorar la coordinación internacional frente a amenazas globales. Desde el mundo corporativo, la sociedad civil, academia y gobierno deberemos tejer alianzas para estar a la altura de los grandes retos que nos esperan.

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Mariana Flores Abdo, COMEXI

Por Mariana Flores Abdo


La crisis sanitaria que afecta a nuestro planeta desde finales de 2019 ha demostrado que México no puede obviar el hecho de que vivimos en un mundo interconectado. La política exterior, el multilateralismo, la coordinación y cooperación internacional han sido valiosas herramientas para lograr sortear uno a uno los retos que se han suscitado en un mundo que cambió irremediablemente tras la aprición del COVID-19.

La esperanza que despertaba el imaginar que en 2022 podríamos vislumbrar los inicios de un mundo post pandemia se empezó a difuminar a finales de 2021, cuando se incrementaron los contagios de COVID-19. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus ha señalado que podemos esperar que en 2022 concluya la fase aguda de la pandemia sin embargo, la geopolítica y economía mundial seguirán siendo interpretadas a la luz de los efectos de la pandemia.

En términos generales, la economía en 2022 se encuentra en un mejor punto de partida que en 2021, incluso se habla de una recuperación económica global. En el caso de los países de América Latina, las perspectivas de crecimiento son alentadoras sin embargo, los gobiernos se enfrentarán a un doble reto. Tendrán que hacer frente a los efectos económicos del avance desigual en la vacunación y, simultáneamente, atender el tema pendiente de los problemas estructurales para lograr la recuperación de los de por sí bajos niveles de crecimiento que mostraron antes de la pandemia.

La construcción de instituciones gubernamentales ha sido un proceso complejo para los países en desarrollo y la pandemia ha evidenciado el largo camino que aún queda por recorrer. La presión sobre los sistemas públicos de salud, educación y seguridad, por mencionar algunos, se suma a la falta de oportunidades y violencia que afectan de manera desigual a distintos estractos de las sociedades. Como ejemplo se puede mencionar que los países de América Latina, que suman a menos del 10% de la población, sufrieron el deceso de una tercera parte de las muertes a nivel global.

Para la población mundial, el estatus quo en términos económicos, sociales y políticos es insostenible. Los efectos desproporcionados de la crisis sanitaria, al interior de cada país y en perspectiva comparada, han agravado este sentimiento. No obstante, resulta esperanzador que, por lo menos en un gran número de los países, podemos hablar de fortaleza institucional pues la sociedad continúa privilegiando la democracia como el mecanismo para manifestar su inconformidad y castigar a gobiernos que no han cumplido con sus promesas de cambio. Consecuentemente, hemos observado el ascenso al poder de políticos no tradicionales y el aumento de tendencias populistas.

Las elecciones que habrá este año reconfigurarán una vez más las alianzas internacionales y el juego geopolítico. Veremos elecciones, por ejemplo, en Australia, Brasil, Colombia, Estados Unidos, Kenia y Francia. A los procesos democráticos habrá que sumarles los conflictos que se iniciaron años atrás y que se han agudizado en los últimos meses. Destaca la confrontación entre las superpotencias que no tendrá una fácil salida. Previsiblemente continuará la escalada de tensiones de Estados Unidos con China y Rusia.

Uno de los principales riesgos que se prevé para este 2022 es un aumento de la conflictividad social. Tras la resiliencia que ha tenido que crear la sociedad para sobrevivir a dos años críticos, ha llegado la reflexión. En un mundo conectado por las redes sociales y con fácil acceso a la información, ciertos procesos locales y regionales se podrían tornar más explosivos porque existe el sentimiento de que las crisis económicas no tienen el mismo efecto en todos los lugares. Esto ha sido cierto para manifestaciones, protestas y conflictos sociales que han surgido en países con altos índices de desigualdad tanto en África, Asia, Europa y América Latina.

En cuanto a información, hemos visto en las últimas décadas la construcción y crecimeinto del mundo digital. Eurasia Group ha detectado como uno de los principales riesgos de 2022 el manejo de datos en un mundo cada vez más tecnológico, que plantea nuevos desafíos para los Estados y el orden global. El espacio digital ha crecido más allá de la geopolítica y tiene una influencia directa en la forma en la que las personas entienden y perciben el mundo.

El espacio es muy breve para enlistar los conflictos irresueltos que dejó el 2021. Durante todo el año deberemos estar pendientes de temas como la descarbonización y el cambio climático; la inaplazable necesidad de actuación conjunta ante las grandes olas migratorias producto de una suma de crisis; el crecimiento del terrorismo; la ciberseguridad ante la globalización; Irán y su programa nuclear; Etiopía ante el riesgo de genocidio; Myanmar y el golpe de Estado; Afganistán en manos de los talibanes; los efectos de la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el nuevo gobierno en Chile, entre muchos otros.

Las bajísimas tasas de vacunación en África (4% para la población en general y escasa vacunación del personal médico) demuestran lo alejados que estamos de construir comunidad global para hacer frente a los grandes retos y las enormes áreas de oportunidad para la cooperación. El mundo no puede dejar pasar esta oportunidad. Confiamos en que México, así como lo hizo con la diplomacia de las vacunas para garantizar el suministro para la población, no dejará de privilegiar la solidaridad e impulsará iniciativas de cooperación que pavimenten el camino para mejorar la coordinación internacional frente a amenazas globales. Desde el mundo corporativo, la sociedad civil, academia y gobierno deberemos tejer alianzas para estar a la altura de los grandes retos que nos esperan.

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Mariana Flores Abdo, COMEXI