/ viernes 24 de septiembre de 2021

El mundo ¿al borde del abismo?

Al inaugurar la 76 sesión de la Asamblea General de la ONU, el Secretario General, António Guterres, dio un discurso inusitado y probablemente sin precedente por el contenido y el tono de este. En éste señaló: “estoy aquí para dar la alarma, el mundo debe despertar. Estamos en el borde de un abismo y caminando en la dirección incorrecta. Nuestro mundo nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido. Enfrentamos las crisis más grandes de nuestras vidas”. Para muchos podría sonar alarmista, sin embargo, existen los elementos científicos que permiten fundamentar esta preocupación.

Los problemas existían antes de la pandemia, pero ésta los intensificó. Si a esto le sumamos el círculo de tensión que genera el incremento en la demanda del agua, alimentos y energía; el crecimiento de la población y en los patrones de consumo, la ecuación se vuelve volátil. Un ejemplo es el aumento en el mercado de la ropa, que se ha disparado hasta un 500% en el mundo en los últimos 20 años. Al final del día el gran ausente en el debate es la cuestión demográfica; simplemente el mundo no aguanta la cantidad de seres humanos con los niveles de consumo actuales y futuros.

Países como la India, Pakistán e Indonesia tienen tasas de crecimiento por arriba de la que sus recursos ambientales y económicos les permitirían. Destaca Nigeria, el país más poblado de África, con una población de más de 200 millones de personas, la cual se duplicará en los próximos años. Las familias nigerianas tienen en promedio 5.6 hijos lo que provocará que en 2050 uno de cada 10 niños que nazcan en el mundo, habrá nacido en Nigeria. De mantenerse estas tasas no hay forma de que el planeta los sostenga.

Estos elementos determinarán no solo el futuro de gobiernos, países e incluso civilizaciones, sino de toda la humanidad. Mientras no haya una política demográfica global y una conciencia para reducir el consumo suntuoso, estaremos en una crisis de dimensiones y riesgos mucho mayores a la pandemia.

¿Podemos considerar que nuestro concepto de progreso tiene sentido si mientras unos turistas multimillonarios se van al espacio, otros se mueren de hambre en la tierra? ¿No valdría la pena enfocar la innovación en sistemas que nos permitan ahorrar agua en actividades cotidianas como el lavado de ropa, de trastes o el aseo diario que consume millones de litros de agua al día en el mundo?

El llamado de Guterres obliga a dar una nueva direccionalidad e intencionalidad a las acciones de gobierno en el mundo y a enfocar a la ciencia a salvar el planeta, no a construir gadgets o juguetes espaciales. Es necesario que la supervivencia y el futuro de la humanidad para los próximos siglos sea prioritario para todos.

Twitter: @LuisH_Fernandez


Al inaugurar la 76 sesión de la Asamblea General de la ONU, el Secretario General, António Guterres, dio un discurso inusitado y probablemente sin precedente por el contenido y el tono de este. En éste señaló: “estoy aquí para dar la alarma, el mundo debe despertar. Estamos en el borde de un abismo y caminando en la dirección incorrecta. Nuestro mundo nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido. Enfrentamos las crisis más grandes de nuestras vidas”. Para muchos podría sonar alarmista, sin embargo, existen los elementos científicos que permiten fundamentar esta preocupación.

Los problemas existían antes de la pandemia, pero ésta los intensificó. Si a esto le sumamos el círculo de tensión que genera el incremento en la demanda del agua, alimentos y energía; el crecimiento de la población y en los patrones de consumo, la ecuación se vuelve volátil. Un ejemplo es el aumento en el mercado de la ropa, que se ha disparado hasta un 500% en el mundo en los últimos 20 años. Al final del día el gran ausente en el debate es la cuestión demográfica; simplemente el mundo no aguanta la cantidad de seres humanos con los niveles de consumo actuales y futuros.

Países como la India, Pakistán e Indonesia tienen tasas de crecimiento por arriba de la que sus recursos ambientales y económicos les permitirían. Destaca Nigeria, el país más poblado de África, con una población de más de 200 millones de personas, la cual se duplicará en los próximos años. Las familias nigerianas tienen en promedio 5.6 hijos lo que provocará que en 2050 uno de cada 10 niños que nazcan en el mundo, habrá nacido en Nigeria. De mantenerse estas tasas no hay forma de que el planeta los sostenga.

Estos elementos determinarán no solo el futuro de gobiernos, países e incluso civilizaciones, sino de toda la humanidad. Mientras no haya una política demográfica global y una conciencia para reducir el consumo suntuoso, estaremos en una crisis de dimensiones y riesgos mucho mayores a la pandemia.

¿Podemos considerar que nuestro concepto de progreso tiene sentido si mientras unos turistas multimillonarios se van al espacio, otros se mueren de hambre en la tierra? ¿No valdría la pena enfocar la innovación en sistemas que nos permitan ahorrar agua en actividades cotidianas como el lavado de ropa, de trastes o el aseo diario que consume millones de litros de agua al día en el mundo?

El llamado de Guterres obliga a dar una nueva direccionalidad e intencionalidad a las acciones de gobierno en el mundo y a enfocar a la ciencia a salvar el planeta, no a construir gadgets o juguetes espaciales. Es necesario que la supervivencia y el futuro de la humanidad para los próximos siglos sea prioritario para todos.

Twitter: @LuisH_Fernandez