/ jueves 21 de septiembre de 2017

El mundo de la realeza

■ El amor entre royals y plebeyos

 

Ya no es como en otras épocas, cuando príncipes se casaban con princesas. Ya no es como en los años 60 que los herederos se casaban con plebeyas. Ni como hace 20 años todavía se casaban por amor. Ahora se divorcian.

Hay parejas como monarcas actuales de diversos países que, o viven separados en privado y en público aparecen bien. Desde el siglo XVI, Enrique VIII de Inglaterra tuvo que separarse del Vaticano para poder divorciarse. Se casó seis veces. Más recientemente, el fallecido rey de Jordania, Hussein, padre de Abdalá y suegro de Rania, se casó cuatro veces. Y el rey de Swazilandia (África) se ha casado 13 veces.

Carlos de Inglaterra se divorció de Diana de Gales y años después hace 12 años se casó con Camila. Y más recientemente el segundo hijo varón de los duques de Luxemburgo, Luis, se acaba de divorciar de Tessy y habiendo tenido dos niños quienes están ya crecidos.

Dado a que algunas monarquías se han modernizado, el papel que hasta entonces representaba un monarca ha decaído. Tal vez solo la reina Isabel II sea un ejemplo de tradición y costumbres en su corte, pero la monarquía, su corona, se vio afectada en dos ocasiones: en 1992 cuando se divorciaron tres de sus cuatro hijos y en 1997, tras la muerte de Lady Di.

Ya se pueden casar con madres solteras, con bailarinas o divorciadas -los europeos, varias veces-. Pero el amor lo vence todo. Y el dinero y posición también. Es interesante saber cómo se conocen los príncipes y plebeyas, como incluso ya conviven fuera del matrimonio, como se casan y por ejemplo, la novia embarazada como fue el caso de la esposa de Filiberto de Saboya, nieto del último rey de Italia e hijo del pretendiente al trono, Víctor Manuel.

Y esto que esta consorte italiana ya tenía ¡8 meses de embarazo! hay princesas que junto con sus esposos, son perseguidas hasta en su luna de miel y zaz, las cachan en top less los paparazzis, generando la nota, invasión de privacidad y, después, una demanda.

Matrimonios que son ficticios los hay. Matrimonios criticados, también. Y algunas veces vencer la adversidad hace que su amor sea más grande. Este amor trae como consecuencia la llegada de los hijos, y el amor por los hijos hace o crecer su amor, o como en el caso de Tessy y Luis de Luxemburgo, llegar a un divorcio amistoso. O un divorcio caro y con conflictos como fue el de los príncipes de Gales.

El amor viene como un cuento de hadas, que la cenicienta se casa con su príncipe, o que un pueblo como Suecia le haya dado su “príncipe” a su princesa heredera Victoria, como ella dijo y agradeció el día de su boda. El amor triunfa y los príncipes ganan el corazón de sus súbditos, aunque muchas veces, en la actualidad, ya no es así.

 

■ El amor entre royals y plebeyos

 

Ya no es como en otras épocas, cuando príncipes se casaban con princesas. Ya no es como en los años 60 que los herederos se casaban con plebeyas. Ni como hace 20 años todavía se casaban por amor. Ahora se divorcian.

Hay parejas como monarcas actuales de diversos países que, o viven separados en privado y en público aparecen bien. Desde el siglo XVI, Enrique VIII de Inglaterra tuvo que separarse del Vaticano para poder divorciarse. Se casó seis veces. Más recientemente, el fallecido rey de Jordania, Hussein, padre de Abdalá y suegro de Rania, se casó cuatro veces. Y el rey de Swazilandia (África) se ha casado 13 veces.

Carlos de Inglaterra se divorció de Diana de Gales y años después hace 12 años se casó con Camila. Y más recientemente el segundo hijo varón de los duques de Luxemburgo, Luis, se acaba de divorciar de Tessy y habiendo tenido dos niños quienes están ya crecidos.

Dado a que algunas monarquías se han modernizado, el papel que hasta entonces representaba un monarca ha decaído. Tal vez solo la reina Isabel II sea un ejemplo de tradición y costumbres en su corte, pero la monarquía, su corona, se vio afectada en dos ocasiones: en 1992 cuando se divorciaron tres de sus cuatro hijos y en 1997, tras la muerte de Lady Di.

Ya se pueden casar con madres solteras, con bailarinas o divorciadas -los europeos, varias veces-. Pero el amor lo vence todo. Y el dinero y posición también. Es interesante saber cómo se conocen los príncipes y plebeyas, como incluso ya conviven fuera del matrimonio, como se casan y por ejemplo, la novia embarazada como fue el caso de la esposa de Filiberto de Saboya, nieto del último rey de Italia e hijo del pretendiente al trono, Víctor Manuel.

Y esto que esta consorte italiana ya tenía ¡8 meses de embarazo! hay princesas que junto con sus esposos, son perseguidas hasta en su luna de miel y zaz, las cachan en top less los paparazzis, generando la nota, invasión de privacidad y, después, una demanda.

Matrimonios que son ficticios los hay. Matrimonios criticados, también. Y algunas veces vencer la adversidad hace que su amor sea más grande. Este amor trae como consecuencia la llegada de los hijos, y el amor por los hijos hace o crecer su amor, o como en el caso de Tessy y Luis de Luxemburgo, llegar a un divorcio amistoso. O un divorcio caro y con conflictos como fue el de los príncipes de Gales.

El amor viene como un cuento de hadas, que la cenicienta se casa con su príncipe, o que un pueblo como Suecia le haya dado su “príncipe” a su princesa heredera Victoria, como ella dijo y agradeció el día de su boda. El amor triunfa y los príncipes ganan el corazón de sus súbditos, aunque muchas veces, en la actualidad, ya no es así.