/ miércoles 25 de marzo de 2020

El mundo después del coronavirus

Estos días en que buscamos estar en nuestras casas para prevenir una mayor propagación del tan mencionado Coronavirus, son toda una ocasión para reflexionar, pensar sobre nuestras vidas y el mundo que nos rodea, esperando que esta crisis termine de la mejor manera, quizá no pronto, pero sí bien.

Algo sobre lo que resulta por demás interesante reflexionar, es sobre el mundo posterior al coronavirus. Vaya ¿Cómo será nuestro hábitat y nosotros mismos cuando esta pandemia haya pasado? Será interesante ver cuánto hemos aprendido y cuánto de eso podremos aplicar en el futuro para siguientes contingencias, porque de que las habrá, las habrá.

Todo aquello que se vive de forma extraordinaria, puede arrojar resultados iguales, ya que tecnologías experimentales o incipientes, se llegan a perfeccionar; se aceleran y mejoran procesos médicos y aquellos que se habían mantenido como inciertos, terminan probándose, ya que al no hacerse el riesgo puede ser mayor.

Lo que hoy vivimos y más aún, lo que estamos por vivir, entre otras cosas prueba conexiones a distancia que otrora se postergaban por apego al pasado, en tanto que gobiernos, instituciones y personas, hacemos cosas que no habríamos hecho en situaciones que en previos tiempos considerábamos convencionales. Vivimos una transformación que por una parte se torna forzada y por otra resulta un siguiente paso lógico para el progreso de la humanidad.

El progreso que podemos esperar de un mundo interconectado y altamente tecnificado tras la crisis del coronavirus, puede llevarnos a ver cómo lo que ahora son empleados y estudiantes conectados a sus instituciones desde los lugares en que habitan, tenga como siguiente paso el seguimiento de ciudadanos que en un futuro se pudieran contagiar de otros males, a través del GPS de sus teléfonos inteligentes, que gradualmente podrán desarrollar aplicaciones que permitan detectar si tienen algún tipo de contagio que pudiera representar un peligro.

Por otra parte, en un contexto global posterior al coronavirus, el seguimiento desde cámaras web que ya tenía un considerable avance, ahora con calles vacías, puede experimentar con alcances muy superiores, que, entre otras cosas, puedan ubicar anormalidades en salud de las personas, lo que llevaría a más depurados estándares de vigilancia, tanto para la seguridad, como para salud pública.

Estos días en que buscamos estar en nuestras casas para prevenir una mayor propagación del tan mencionado Coronavirus, son toda una ocasión para reflexionar, pensar sobre nuestras vidas y el mundo que nos rodea, esperando que esta crisis termine de la mejor manera, quizá no pronto, pero sí bien.

Algo sobre lo que resulta por demás interesante reflexionar, es sobre el mundo posterior al coronavirus. Vaya ¿Cómo será nuestro hábitat y nosotros mismos cuando esta pandemia haya pasado? Será interesante ver cuánto hemos aprendido y cuánto de eso podremos aplicar en el futuro para siguientes contingencias, porque de que las habrá, las habrá.

Todo aquello que se vive de forma extraordinaria, puede arrojar resultados iguales, ya que tecnologías experimentales o incipientes, se llegan a perfeccionar; se aceleran y mejoran procesos médicos y aquellos que se habían mantenido como inciertos, terminan probándose, ya que al no hacerse el riesgo puede ser mayor.

Lo que hoy vivimos y más aún, lo que estamos por vivir, entre otras cosas prueba conexiones a distancia que otrora se postergaban por apego al pasado, en tanto que gobiernos, instituciones y personas, hacemos cosas que no habríamos hecho en situaciones que en previos tiempos considerábamos convencionales. Vivimos una transformación que por una parte se torna forzada y por otra resulta un siguiente paso lógico para el progreso de la humanidad.

El progreso que podemos esperar de un mundo interconectado y altamente tecnificado tras la crisis del coronavirus, puede llevarnos a ver cómo lo que ahora son empleados y estudiantes conectados a sus instituciones desde los lugares en que habitan, tenga como siguiente paso el seguimiento de ciudadanos que en un futuro se pudieran contagiar de otros males, a través del GPS de sus teléfonos inteligentes, que gradualmente podrán desarrollar aplicaciones que permitan detectar si tienen algún tipo de contagio que pudiera representar un peligro.

Por otra parte, en un contexto global posterior al coronavirus, el seguimiento desde cámaras web que ya tenía un considerable avance, ahora con calles vacías, puede experimentar con alcances muy superiores, que, entre otras cosas, puedan ubicar anormalidades en salud de las personas, lo que llevaría a más depurados estándares de vigilancia, tanto para la seguridad, como para salud pública.