/ viernes 3 de diciembre de 2021

El mundo está perdiendo una de sus herramientas más poderosas: los antibióticos

Cristóbal Thompson. Director ejecutivo de la AMIIF


Algunas personas describen la evolución darwiniana como "solo una teoría". Traten de defender ese argumento frente a los familiares y amigos de las 700,000 personas que mueren, cada año, por infecciones resistentes a los medicamentos.

La resistencia antimicrobiana no solo es uno de los ejemplos más claros de evolución en acción, sino que es también el que tiene el mayor costo humano inmediato.

El mundo enfrenta una inminente crisis de resistencia antimicrobiana (RAM). Una creciente gama de bacterias que causan enfermedades están resultando difíciles de tratar y algunas, de hecho, ya no son tratables, ni siquiera con la última línea de antibióticos. Extendiendo las tendencias de hoy hasta 2050, las 700,000 muertes podrían alcanzar los 10 millones. Quiero decirlo con toda franqueza: si no controlamos la RAM, se corre el riesgo de socavar los logros de la medicina moderna y hacernos retroceder a una época en la que una simple cortada podía volverse letal.

La responsabilidad para plantarle cara a este problema de salud pública es conjunta e incluye a la Cofepris, al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), la CONAGUA, a médicos y veterinarios, a la academia y, por supuesto, de la industria farmacéutica.

A pesar de los enormes costos sociales de la RAM, no existe un mercado viable para nuevos antibióticos y, por lo tanto, hay pocos fondos disponibles para apoyar la investigación clínica. Como resultado, es posible que antibióticos que muestran potencial en las primeras etapas de desarrollo nunca superen el "valle de la muerte" y nunca lleguen a los pacientes. Por ello, el junio de 2020, 23 empresas biofarmacéuticas se aliaron para crear el Fondo de Acción AMR, con una bolsa inicial de mil millones de dólares con el objetivo de desarrollar hasta 4 antibióticos nuevos para el final de la década.

Este Fondo busca proporcionar el apoyo y la inversión, muy necesaria, para las complejas y costosas etapas posteriores del desarrollo de un antibiótico. Si bien el Fondo no resolverá el problema por sí solo, sí brindará a los gobiernos el tiempo necesario para realizar las reformas necesarias (de incentivos económicos y de evaluación de antibióticos) que permitan investigar y desarrollar nuevos antibióticos de manera sostenible.

Si bien tener nuevos antibióticos es fundamental, estos solo tendrán valor si concientizamos a la sociedad en general sobre su uso y trabajamos en la formación y educación continua de los profesionales de la salud. De acuerdo con el Plan Universitario de Control de la Resistencia Antimicrobiana, que dirige Samuel Ponce de León Rosales, el mayor consumo indebido de antimicrobianos en salud humana se da en el tratamiento de infecciones respiratorias superiores y diarreas agudas. Y, los hallazgos de un estudio escocés revelaron que con un paciente de primera vez con infección del tracto respiratorio superior, el personal capacitado para emitir recetas no demostró intención de tratarlo con antibióticos. Pero, dos tercios de los encuestados dijeron que se sentían presionados por los pacientes para recetar antibióticos y que podrían cambiar su comportamiento de prescripción debido a esta presión.

Este caso demuestra la importancia de planear nuevas herramientas para manejar las expectativas de los pacientes, mejorar la educación sobre los antibióticos y apoyar al personal de salud para realizar sus labores.

Cristóbal Thompson. Director ejecutivo de la AMIIF


Algunas personas describen la evolución darwiniana como "solo una teoría". Traten de defender ese argumento frente a los familiares y amigos de las 700,000 personas que mueren, cada año, por infecciones resistentes a los medicamentos.

La resistencia antimicrobiana no solo es uno de los ejemplos más claros de evolución en acción, sino que es también el que tiene el mayor costo humano inmediato.

El mundo enfrenta una inminente crisis de resistencia antimicrobiana (RAM). Una creciente gama de bacterias que causan enfermedades están resultando difíciles de tratar y algunas, de hecho, ya no son tratables, ni siquiera con la última línea de antibióticos. Extendiendo las tendencias de hoy hasta 2050, las 700,000 muertes podrían alcanzar los 10 millones. Quiero decirlo con toda franqueza: si no controlamos la RAM, se corre el riesgo de socavar los logros de la medicina moderna y hacernos retroceder a una época en la que una simple cortada podía volverse letal.

La responsabilidad para plantarle cara a este problema de salud pública es conjunta e incluye a la Cofepris, al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA), la CONAGUA, a médicos y veterinarios, a la academia y, por supuesto, de la industria farmacéutica.

A pesar de los enormes costos sociales de la RAM, no existe un mercado viable para nuevos antibióticos y, por lo tanto, hay pocos fondos disponibles para apoyar la investigación clínica. Como resultado, es posible que antibióticos que muestran potencial en las primeras etapas de desarrollo nunca superen el "valle de la muerte" y nunca lleguen a los pacientes. Por ello, el junio de 2020, 23 empresas biofarmacéuticas se aliaron para crear el Fondo de Acción AMR, con una bolsa inicial de mil millones de dólares con el objetivo de desarrollar hasta 4 antibióticos nuevos para el final de la década.

Este Fondo busca proporcionar el apoyo y la inversión, muy necesaria, para las complejas y costosas etapas posteriores del desarrollo de un antibiótico. Si bien el Fondo no resolverá el problema por sí solo, sí brindará a los gobiernos el tiempo necesario para realizar las reformas necesarias (de incentivos económicos y de evaluación de antibióticos) que permitan investigar y desarrollar nuevos antibióticos de manera sostenible.

Si bien tener nuevos antibióticos es fundamental, estos solo tendrán valor si concientizamos a la sociedad en general sobre su uso y trabajamos en la formación y educación continua de los profesionales de la salud. De acuerdo con el Plan Universitario de Control de la Resistencia Antimicrobiana, que dirige Samuel Ponce de León Rosales, el mayor consumo indebido de antimicrobianos en salud humana se da en el tratamiento de infecciones respiratorias superiores y diarreas agudas. Y, los hallazgos de un estudio escocés revelaron que con un paciente de primera vez con infección del tracto respiratorio superior, el personal capacitado para emitir recetas no demostró intención de tratarlo con antibióticos. Pero, dos tercios de los encuestados dijeron que se sentían presionados por los pacientes para recetar antibióticos y que podrían cambiar su comportamiento de prescripción debido a esta presión.

Este caso demuestra la importancia de planear nuevas herramientas para manejar las expectativas de los pacientes, mejorar la educación sobre los antibióticos y apoyar al personal de salud para realizar sus labores.