/ jueves 6 de diciembre de 2018

El negacionismo del cambio climático

Muchos conservadores parecen desconcertados por la lealtad de los republicanos hacia Donald Trump, que se traduce como la disposición del partido a respaldarlo en todos los frentes, incluso después de derrotas importantes en las elecciones intermedias. ¿Qué tipo de partido mostraría tal apoyo a un líder que niega de manera rutinaria los hechos y trata de criminalizar a quien los señale?

La respuesta: el tipo de partido que, mucho antes de que Trump entrara en escena se dio a la tarea de negar los hechos sobre el cambio climático y criminalizar a los científicos que informan sobre esos hechos.

El Partido Republicano no siempre estuvo en contra del medio ambiente y la ciencia. George H.W. Bush introdujo el sistema de comercio de emisiones que controló en gran medida el problema de la lluvia ácida. Apenas en 2008, John Mc- Cain hizo un llamado para que se implementara un programa similar a fin de limitar las emisiones de los gases de efecto invernadero que ocasionan el calentamiento global.

Sin embargo, el partido de McCain ya estaba muy adelantado en el proceso de convertirse en lo que es hoy: un partido que no sólo está totalmente dominado por negacionistas del cambio climático, sino que es hostil a la ciencia en general.

Trump encaja con esta forma de pensar. De hecho, si uno revisa la historia del negacionismo republicano del cambio climático, es muy parecida al trumpismo. Se podría decir que la negación del cambio climático fue el crisol en el cual se formaron los elementos fundamentales del trumpismo.

Tomemos por ejemplo el rechazo por parte de Trump de toda la información negativa sobre sus acciones y consecuencias diciendo que son noticias falsas inventadas por medios hostiles o producto de un siniestro “estado profundo”. Ese tipo de creación de teorías conspirativas ha sido una práctica habitual entre los negacionistas climáticos.

¿Cuál fue la prueba de esta vasta conspiración? Buena parte se basó en, lo adivinaron, correos electrónicos hackeados. La credulidad de muchos periodistas en la supuesta mala conducta revelada por el “Climagate”, un seudoescándalo basado en citas selectivas y fuera de contexto.

Ah, ¿y cuál se supone que es la motivación de los miles de científicos involucrados en este engaño? Nos hemos acostumbrado al espectáculo de Trump, el presidente más corrupto de la historia que encabeza el gobierno más corrupto de los tiempos modernos y que rutinariamente llama a sus opositores y críticos “deshonestos”. Casi lo mismo ocurre con el debate climático.

A los negacionistas climáticos más destacados se les paga para que adopten esa postura, ya que reciben enormes sumas de dinero de empresas de combustibles fósiles. Después de anunciar la reciente Evaluación Nacional del Clima que detalla el daño que podemos esperar del calentamiento global, un desfile de republicanos apareció en televisión para decir que los científicos solo decían esas cosas por “el dinero”. ¿Se estaban proyectando?

Muchos conservadores parecen desconcertados por la lealtad de los republicanos hacia Donald Trump, que se traduce como la disposición del partido a respaldarlo en todos los frentes, incluso después de derrotas importantes en las elecciones intermedias. ¿Qué tipo de partido mostraría tal apoyo a un líder que niega de manera rutinaria los hechos y trata de criminalizar a quien los señale?

La respuesta: el tipo de partido que, mucho antes de que Trump entrara en escena se dio a la tarea de negar los hechos sobre el cambio climático y criminalizar a los científicos que informan sobre esos hechos.

El Partido Republicano no siempre estuvo en contra del medio ambiente y la ciencia. George H.W. Bush introdujo el sistema de comercio de emisiones que controló en gran medida el problema de la lluvia ácida. Apenas en 2008, John Mc- Cain hizo un llamado para que se implementara un programa similar a fin de limitar las emisiones de los gases de efecto invernadero que ocasionan el calentamiento global.

Sin embargo, el partido de McCain ya estaba muy adelantado en el proceso de convertirse en lo que es hoy: un partido que no sólo está totalmente dominado por negacionistas del cambio climático, sino que es hostil a la ciencia en general.

Trump encaja con esta forma de pensar. De hecho, si uno revisa la historia del negacionismo republicano del cambio climático, es muy parecida al trumpismo. Se podría decir que la negación del cambio climático fue el crisol en el cual se formaron los elementos fundamentales del trumpismo.

Tomemos por ejemplo el rechazo por parte de Trump de toda la información negativa sobre sus acciones y consecuencias diciendo que son noticias falsas inventadas por medios hostiles o producto de un siniestro “estado profundo”. Ese tipo de creación de teorías conspirativas ha sido una práctica habitual entre los negacionistas climáticos.

¿Cuál fue la prueba de esta vasta conspiración? Buena parte se basó en, lo adivinaron, correos electrónicos hackeados. La credulidad de muchos periodistas en la supuesta mala conducta revelada por el “Climagate”, un seudoescándalo basado en citas selectivas y fuera de contexto.

Ah, ¿y cuál se supone que es la motivación de los miles de científicos involucrados en este engaño? Nos hemos acostumbrado al espectáculo de Trump, el presidente más corrupto de la historia que encabeza el gobierno más corrupto de los tiempos modernos y que rutinariamente llama a sus opositores y críticos “deshonestos”. Casi lo mismo ocurre con el debate climático.

A los negacionistas climáticos más destacados se les paga para que adopten esa postura, ya que reciben enormes sumas de dinero de empresas de combustibles fósiles. Después de anunciar la reciente Evaluación Nacional del Clima que detalla el daño que podemos esperar del calentamiento global, un desfile de republicanos apareció en televisión para decir que los científicos solo decían esas cosas por “el dinero”. ¿Se estaban proyectando?