/ martes 19 de febrero de 2019

El neosocialismo

A partir de la caída del Muro de Berlín a fines de 1989 y en pleno auge del neoliberalismo, la sensación en la opinión pública no solamente legitimaba el triunfo de las democracias liberales frente al comunismo sino que, en un ambiente de exagerado optimismo, avalaba la noción de Fukuyama sobre “el fin de la historia”, que debería significar la consolidación de un régimen más libre, democrático y justo que se extendiera globalmente.

A 30 años de distancia, nuevamente recorre el mundo “el fantasma del socialismo”. La generación de los millenials resiente el impacto negativo de las políticas neoliberales que han agudizado la desigualdad en todo el planeta.

En su edición de esta semana la revista The Economist, la cual suele anunciar temas relevantes que habrán de ocupar la atención económica y política en el mundo, dedica su artículo principal al referido problema, al cual me he permitido denominar “Neosocialismo”, si bien este vocablo no traduce textualmente la expresión empleada por la revista que bautiza como “Millennial Socialism” al fenómeno consistente en la búsqueda de mecanismos que permitan combatir con eficacia la desigualdad económica, política y social por virtud de la cual, una capa extremadamente minoritaria de afortunados controla recursos infinitamente mayores a los que tienen a su disposición la capas menos favorecidos de la sociedad.

Las gráficas que presenta la revista muestran que en los últimos 50 años, el 0.1% de los estadounidenses han elevado su participación en el ingreso, de poco menos del 5% al 10%.

A fin de modificar esta situación han aparecido en diferentes países económicamente desarrollados, personas que plantean la necesidad de aplicar políticas correctivas que impidan la continuación de esta constante diferenciación entre ricos y pobres. Tales abanderados se encuentran no sólo entre los millennials, sino también figuran, relevantemente, personajes entrados en años como Bernie Sanders en los Estados Unidos o Jeremy Corbyn en el Reino Unido.

Entre los más jóvenes mencionados en la publicación, vale la pena tomar en cuenta a Alexandria Ocasio-Cortez, que es la persona más joven en toda la historia electa al Congreso de EE. UU. A los 29 años ganó un distrito de N.Y. postulada por el partido demócrata, si bien ella se declara abiertamente socialista.

Como muchos otros miembros de su generación, sus posiciones políticas reflejan la inconformidad con el crecimiento económico de las últimas décadas que solo ha beneficiado a los ricos y les enoja la existencia de una élite global que se translada desde el mundo de los negocios a la política y viceversa, magnificando sus beneficios.

Los nuevos socialistas buscan elevar los salarios mínimos, incrementar el gasto en servicios públicos, lograr la cobertura universal de salud públicamente financiada y asegurar el acceso gratuito a la educación universitaria.

En en el artículo que venimos comentando, se recoge la idea de un asesor del señor Corbyn, dirigida a democratizar la economía redistribuyendo la riqueza misma. Entre las propuestas, está la de crear “fondos de riqueza social” a partir de la intervención estatal sobre las utilidades y recursos de las grandes empresas. Otra forma de alcanzar dicha redistribución, se efectuaría a través de “bonos para los recién nacidos” entregados a las familias con nuevos miembros, que harían realidad la vieja idea de que los bebés vienen con una torta bajo el brazo.

Otras propuestas desarrolladas en Alemania y en Estados Unidos van en el sentido de hacer participar más intensamente a los trabajadores en los consejos de administración de las empresas. Elizabeth Warren, senadora demócrata con intenciones presidenciales sugiere que el 40% de los miembros de las juntas corporativas sean representantes de los trabajadores y propone también un impuesto anual de 2% sobre las riquezas de los americanos cuyos bienes rebasen los 50 millones de dólares. En el Reino Unido, el partido Laborista está proponiendo que se transfiera a los empleados el 10% de las acciones en aquellas empresas que tengan más de 250 trabajadores. En el ámbito de la ideología de izquierda se ha elaborado la denominada Teoría Monetaria Moderna, la cual hace notar el hecho de que la emisión de dinero a partir de la crisis financiera de 2008, no ha elevado excesivamente la inflación y que, en consecuencia, los gobiernos pueden recurrir a ese método para satisfacer necesidades sociales.

También se han expresado posiciones que buscan una fuerte elevación del impuesto a quienes reciben más ingresos. La congresista Ocasio-Cortez impulsa un porcentaje del 70% aplicado a los ingresos que superen los 10 millones de dólares.

La variedad de las medidas auspiciadas por esta nueva corriente socialista, es enorme e implica una prospectiva mundial tendiente a corregir las enormes injusticias surgidas de la aplicación de una política neoliberal que ha empobrecido cada vez a más personas en el mundo entero.

A partir de la caída del Muro de Berlín a fines de 1989 y en pleno auge del neoliberalismo, la sensación en la opinión pública no solamente legitimaba el triunfo de las democracias liberales frente al comunismo sino que, en un ambiente de exagerado optimismo, avalaba la noción de Fukuyama sobre “el fin de la historia”, que debería significar la consolidación de un régimen más libre, democrático y justo que se extendiera globalmente.

A 30 años de distancia, nuevamente recorre el mundo “el fantasma del socialismo”. La generación de los millenials resiente el impacto negativo de las políticas neoliberales que han agudizado la desigualdad en todo el planeta.

En su edición de esta semana la revista The Economist, la cual suele anunciar temas relevantes que habrán de ocupar la atención económica y política en el mundo, dedica su artículo principal al referido problema, al cual me he permitido denominar “Neosocialismo”, si bien este vocablo no traduce textualmente la expresión empleada por la revista que bautiza como “Millennial Socialism” al fenómeno consistente en la búsqueda de mecanismos que permitan combatir con eficacia la desigualdad económica, política y social por virtud de la cual, una capa extremadamente minoritaria de afortunados controla recursos infinitamente mayores a los que tienen a su disposición la capas menos favorecidos de la sociedad.

Las gráficas que presenta la revista muestran que en los últimos 50 años, el 0.1% de los estadounidenses han elevado su participación en el ingreso, de poco menos del 5% al 10%.

A fin de modificar esta situación han aparecido en diferentes países económicamente desarrollados, personas que plantean la necesidad de aplicar políticas correctivas que impidan la continuación de esta constante diferenciación entre ricos y pobres. Tales abanderados se encuentran no sólo entre los millennials, sino también figuran, relevantemente, personajes entrados en años como Bernie Sanders en los Estados Unidos o Jeremy Corbyn en el Reino Unido.

Entre los más jóvenes mencionados en la publicación, vale la pena tomar en cuenta a Alexandria Ocasio-Cortez, que es la persona más joven en toda la historia electa al Congreso de EE. UU. A los 29 años ganó un distrito de N.Y. postulada por el partido demócrata, si bien ella se declara abiertamente socialista.

Como muchos otros miembros de su generación, sus posiciones políticas reflejan la inconformidad con el crecimiento económico de las últimas décadas que solo ha beneficiado a los ricos y les enoja la existencia de una élite global que se translada desde el mundo de los negocios a la política y viceversa, magnificando sus beneficios.

Los nuevos socialistas buscan elevar los salarios mínimos, incrementar el gasto en servicios públicos, lograr la cobertura universal de salud públicamente financiada y asegurar el acceso gratuito a la educación universitaria.

En en el artículo que venimos comentando, se recoge la idea de un asesor del señor Corbyn, dirigida a democratizar la economía redistribuyendo la riqueza misma. Entre las propuestas, está la de crear “fondos de riqueza social” a partir de la intervención estatal sobre las utilidades y recursos de las grandes empresas. Otra forma de alcanzar dicha redistribución, se efectuaría a través de “bonos para los recién nacidos” entregados a las familias con nuevos miembros, que harían realidad la vieja idea de que los bebés vienen con una torta bajo el brazo.

Otras propuestas desarrolladas en Alemania y en Estados Unidos van en el sentido de hacer participar más intensamente a los trabajadores en los consejos de administración de las empresas. Elizabeth Warren, senadora demócrata con intenciones presidenciales sugiere que el 40% de los miembros de las juntas corporativas sean representantes de los trabajadores y propone también un impuesto anual de 2% sobre las riquezas de los americanos cuyos bienes rebasen los 50 millones de dólares. En el Reino Unido, el partido Laborista está proponiendo que se transfiera a los empleados el 10% de las acciones en aquellas empresas que tengan más de 250 trabajadores. En el ámbito de la ideología de izquierda se ha elaborado la denominada Teoría Monetaria Moderna, la cual hace notar el hecho de que la emisión de dinero a partir de la crisis financiera de 2008, no ha elevado excesivamente la inflación y que, en consecuencia, los gobiernos pueden recurrir a ese método para satisfacer necesidades sociales.

También se han expresado posiciones que buscan una fuerte elevación del impuesto a quienes reciben más ingresos. La congresista Ocasio-Cortez impulsa un porcentaje del 70% aplicado a los ingresos que superen los 10 millones de dólares.

La variedad de las medidas auspiciadas por esta nueva corriente socialista, es enorme e implica una prospectiva mundial tendiente a corregir las enormes injusticias surgidas de la aplicación de una política neoliberal que ha empobrecido cada vez a más personas en el mundo entero.