/ martes 9 de julio de 2019

El neosocialismo (I)

El inicio de los multitudinarios debates para seleccionar al candidato Demócrata que enfrente a Trump, ha abierto las puertas a la discusión de temas económicos que caracterizan a la corriente neosocialista surgida del desprestigio de las políticas neoliberales en el mundo y en los propios Estados Unidos.

El millennial socialism como lo denomina la prestigiada revista The Economist en su edición del pasado 16 de febrero es una reacción contra la globalización que retoma algunos planteamientos de la ideología socialista. Quienes abanderan esta tendencia son tanto académicos como políticos prácticos. De estos destacan, en la Gran Bretaña, Jeremy Corbyn que es el líder del Partido Laborista, uno de los más importantes de ese país, y en EU, el que fuera exitoso precandidato demócrata en la elección de 2016, Bernie Sanders, quien se encuentra participando nuevamente en los debates rumbo a las elecciones primarias de su partido.

Otras figuras de la política estadounidense dentro de esta corriente son: Alexandria Ocasio-Cortez, congresista por Nueva York, y las senadoras Elizabeth Warren y Kamala Harris, estas dos últimas precandidatas del Partido Demócrata a la Presidencia en el proceso 2019-2020. En el campo académico destaca el economista francés Thomas Piketty, cuya obra El Capital en el Siglo XXI ha tenido gran impacto. Este autor hace notar, con una sólida aportación de datos históricos económicos, la acentuación de la desigualdad en el mundo y demuestra que la cantidad total de capital en la economía continuará elevándose en relación con el producto nacional bruto, incrementando continuamente la ventaja de los detentadores de la riqueza.

Otros pensadores de la izquierda contemporánea como Mark Fisher y David Graeber, sostienen que la globalización en lugar de una fábrica de prosperidad ha sido un generador de inseguridad, falta de libertad e inequidad.

Después de la caída del Muro de Berlín, se extendió la impresión de que la experiencia socialista había sido definitivamente derrotada y el futuro del mundo vería florecer el absoluto predominio del capitalismo organizado políticamente bajo el modelo de la democracia liberal. De hecho se proclamaba el triunfo del neoliberalismo en toda la línea.

El optimismo de quienes así pensaban, se enfrentó a la cruda realidad. El panorama de crecimiento y bonanza no solo no permito un incremento generalizado del nivel de vida, sino que concluyó en una pavorosa crisis financiera en 2008. La concentración del ingreso y la riqueza se ha agudizado a niveles tales que ponen en riesgo la estabilidad de los regímenes democráticos. El poder adquisitivo del salario ha disminuido, las clases medias ven cada vez más reducidas sus expectativas y, en particular los jóvenes carecen de oportunidades de desarrollo personal; el acceso a la educación superior no es una garantía de éxito laboral. En Estados Unidos, los estudiantes tienen que recurrir a créditos cuyos pagos los atan financieramente por muchos años y en ocasiones no consiguen los ingresos necesarios para cubrirlos. Ello genera en grandes capas juveniles una especial simpatía hacia las medidas propuestas por los neosocialistas.

El denominador común de las preocupaciones del neosocialismo es la excesiva desigualdad entre los más ricos y el resto de la población cuyo empobrecimiento se acelera, así como procurar que se equilibren los beneficios del capital con las percepciones que reciben los trabajadores. Su objetivo central es democratizar la economía mediante la redistribución de la riqueza y el ingreso. Las principales propuestas contemplan procedimientos como los indicados a continuación.

Gravar con mayor severidad a los dueños de grandes fortunas y a los que reciben ingresos más altos. La senadora y precandidata demócrata a la presidencia de EU, Elizabeth Warren propone un impuesto a la riqueza que se aplicaría en una tasa del 2 por ciento a las familias que posean más de 50 millones de dólares y de 3 por ciento a las fortunas de más de mil millones de dólares. Plantea también un esquema fiscal que grave a las empresas en función de las ganancias que declaran públicamente y no con base en los estados financieros que presentan los contadores a las autoridades fiscales. Las grandes corporaciones tendrían que pagar el 7 por ciento sobre las ganancias que excedan los cien millones de dólares anuales. La congresista Ocasio-Cortez propone una tasa del 70 por ciento a los ingresos superiores a 10 millones de dólares anuales.

Crear fondos económicos para redistribuir la riqueza, pues las raquíticas mejoras salariales no son suficientes para una auténtica elevación del nivel de vida. Existen proyectos para crear fondos destinados al beneficio social. En Italia el M5S y la Liga del Norte pusieron en marcha en marzo de 2019 un ingreso ciudadano o renta básica para 5 millones de personas con dificultades económicas de hasta 780 € por persona o 1330 € por familia durante un periodo limitado.

eduardoandrade1948@gmail.com

El inicio de los multitudinarios debates para seleccionar al candidato Demócrata que enfrente a Trump, ha abierto las puertas a la discusión de temas económicos que caracterizan a la corriente neosocialista surgida del desprestigio de las políticas neoliberales en el mundo y en los propios Estados Unidos.

El millennial socialism como lo denomina la prestigiada revista The Economist en su edición del pasado 16 de febrero es una reacción contra la globalización que retoma algunos planteamientos de la ideología socialista. Quienes abanderan esta tendencia son tanto académicos como políticos prácticos. De estos destacan, en la Gran Bretaña, Jeremy Corbyn que es el líder del Partido Laborista, uno de los más importantes de ese país, y en EU, el que fuera exitoso precandidato demócrata en la elección de 2016, Bernie Sanders, quien se encuentra participando nuevamente en los debates rumbo a las elecciones primarias de su partido.

Otras figuras de la política estadounidense dentro de esta corriente son: Alexandria Ocasio-Cortez, congresista por Nueva York, y las senadoras Elizabeth Warren y Kamala Harris, estas dos últimas precandidatas del Partido Demócrata a la Presidencia en el proceso 2019-2020. En el campo académico destaca el economista francés Thomas Piketty, cuya obra El Capital en el Siglo XXI ha tenido gran impacto. Este autor hace notar, con una sólida aportación de datos históricos económicos, la acentuación de la desigualdad en el mundo y demuestra que la cantidad total de capital en la economía continuará elevándose en relación con el producto nacional bruto, incrementando continuamente la ventaja de los detentadores de la riqueza.

Otros pensadores de la izquierda contemporánea como Mark Fisher y David Graeber, sostienen que la globalización en lugar de una fábrica de prosperidad ha sido un generador de inseguridad, falta de libertad e inequidad.

Después de la caída del Muro de Berlín, se extendió la impresión de que la experiencia socialista había sido definitivamente derrotada y el futuro del mundo vería florecer el absoluto predominio del capitalismo organizado políticamente bajo el modelo de la democracia liberal. De hecho se proclamaba el triunfo del neoliberalismo en toda la línea.

El optimismo de quienes así pensaban, se enfrentó a la cruda realidad. El panorama de crecimiento y bonanza no solo no permito un incremento generalizado del nivel de vida, sino que concluyó en una pavorosa crisis financiera en 2008. La concentración del ingreso y la riqueza se ha agudizado a niveles tales que ponen en riesgo la estabilidad de los regímenes democráticos. El poder adquisitivo del salario ha disminuido, las clases medias ven cada vez más reducidas sus expectativas y, en particular los jóvenes carecen de oportunidades de desarrollo personal; el acceso a la educación superior no es una garantía de éxito laboral. En Estados Unidos, los estudiantes tienen que recurrir a créditos cuyos pagos los atan financieramente por muchos años y en ocasiones no consiguen los ingresos necesarios para cubrirlos. Ello genera en grandes capas juveniles una especial simpatía hacia las medidas propuestas por los neosocialistas.

El denominador común de las preocupaciones del neosocialismo es la excesiva desigualdad entre los más ricos y el resto de la población cuyo empobrecimiento se acelera, así como procurar que se equilibren los beneficios del capital con las percepciones que reciben los trabajadores. Su objetivo central es democratizar la economía mediante la redistribución de la riqueza y el ingreso. Las principales propuestas contemplan procedimientos como los indicados a continuación.

Gravar con mayor severidad a los dueños de grandes fortunas y a los que reciben ingresos más altos. La senadora y precandidata demócrata a la presidencia de EU, Elizabeth Warren propone un impuesto a la riqueza que se aplicaría en una tasa del 2 por ciento a las familias que posean más de 50 millones de dólares y de 3 por ciento a las fortunas de más de mil millones de dólares. Plantea también un esquema fiscal que grave a las empresas en función de las ganancias que declaran públicamente y no con base en los estados financieros que presentan los contadores a las autoridades fiscales. Las grandes corporaciones tendrían que pagar el 7 por ciento sobre las ganancias que excedan los cien millones de dólares anuales. La congresista Ocasio-Cortez propone una tasa del 70 por ciento a los ingresos superiores a 10 millones de dólares anuales.

Crear fondos económicos para redistribuir la riqueza, pues las raquíticas mejoras salariales no son suficientes para una auténtica elevación del nivel de vida. Existen proyectos para crear fondos destinados al beneficio social. En Italia el M5S y la Liga del Norte pusieron en marcha en marzo de 2019 un ingreso ciudadano o renta básica para 5 millones de personas con dificultades económicas de hasta 780 € por persona o 1330 € por familia durante un periodo limitado.

eduardoandrade1948@gmail.com