/ miércoles 20 de diciembre de 2017

El observador parlamentario | ¿AMLO beneficiario de la segunda alternancia de Zedillo?

La Ley de seguridad interior se convirtió en el epicentro del debate político, se aferran a sus bondades los epígonos del oficialismo, mientras la oposición parlamentaria y de partidos políticos junto con representantes de organizaciones civiles y organismos de derechos humanos en paralelo con la representación de Naciones Unidas mantiene sus impugnaciones al señalar la falta de un debate real en el Congreso. ¿Cuál es su significado y su transcendencia?, ¿cómo influirá en la elección de 2018?

Para el senador Emilio Gamboa Patrón, coordinador del PRI en el Senado considera a la LSI como apegada a la Constitución,  a la vez que brinda un marco jurídico a las Fuerzas Armadas en su trabajo en el combate a la delincuencia organizada, además de que regula la función del Estado al establecer las bases, procedimientos y modalidades de coordinación entre la Federación, las entidades federativas y los municipios.

La oposición en el Congreso se dispone acudir a la SCJN a interponer una acción de inconstitucionalidad ante su inminente promulgación, así lo confirmaron, por separado, los senadores del PT–Morena, Miguel Barbosa, y del PRD Luis Sánchez.

La valoración de la LSI rebasa el marco del proceso de judicialización a que se le someterá con muy pocas probabilidades de resultar favorecido, la Corte va a confirmarlo, en base a una revaloración del Estado de Derecho, la dinámica del poder la convertirá en una ley de obediencia de vida que someterá a la sociedad donde los ciudadanos se sentirán agradecidos

En primer término, el presidente Enrique Peña Nieto procedió a una demostración ostensible de poder supremo, al jugar todas sus opciones, no forjó un supra poder para entregarlo a la oposición sino envía el mensaje que se retendrá el poder, pero ahora potenciado a su máximo, con toda la fuerza militar del Estado. El Presidente, a diferencia de sus antecesores, quienes luego de nominar a su sucesor pasaban al ostracismo para no interferir en el relevo y surgimiento del nuevo poder, ha decidido mantener el poder. No habrá sorpresas.

El discurso de AMLO es bifocal, en su plataforma electoral propone la organización de la Guardia Nacional que atendería los conflictos locales con respeto a la soberanía de los Estados, pero en su discurso llama a mantener la confianza al asegurar que su triunfo -ya confirmado desde ahora- impedirá que la LSI se active, al ganar la Presidencia el recursos legal será frustrado

La reflexión desde las fuerzas opositoras deberían examinar desde la geopolítica la formación de un Estado supra fuerte, al mostrar la parcialidad de las Fuerzas Armadas ideologizadas  en torno al organismo electoral del gobierno y su élite de gobierno no resuelta a dejar el poder; el cual mantiene negociaciones con la potencia imperial de los Estados Unidos no solo en el marco comercial del TLCAN, sino más importante de orden militar para la seguridad territorial regional, e incluso continental donde se somete la seguridad nacional a la seguridad de un Estado imperial hemisférico.

¿Cuál es la posibilidad de que se vuelva a dar la alternancia del PRI, como ocurrió en el año 2000?, esta se dio porque el presidente Zedillo se comprometió con la cláusula democrática Clinton inserta en el préstamo de 25 mil millones de dólares para sortear la crisis del “error de diciembre” que llevó al Presidente a tomar “la sana distancia del PRI”.  Hoy parece resurgir la posibilidad de que ocurra.

La élite de Peña Nieto no se resigna a aceptar la alternancia que se avecina bajo la sombra de un gabinete compuesto de exsalinistas y exzedillistas, pareciera que apuesta al retorno del pasado, de un autoritarismo imaginando cuya continuidad del nuevo orden político militar.

Mientras el militarismo sudamericano ha vuelto a los cuarteles, en México resurge con nuevos ingredientes,  como expresión de la proyección del nuevo Estado continental donde México postrado se asimila al imperio de los Estados Unidos,  uncido como extensión de las decisiones supremas del poder mundial.

La Ley de seguridad interior se convirtió en el epicentro del debate político, se aferran a sus bondades los epígonos del oficialismo, mientras la oposición parlamentaria y de partidos políticos junto con representantes de organizaciones civiles y organismos de derechos humanos en paralelo con la representación de Naciones Unidas mantiene sus impugnaciones al señalar la falta de un debate real en el Congreso. ¿Cuál es su significado y su transcendencia?, ¿cómo influirá en la elección de 2018?

Para el senador Emilio Gamboa Patrón, coordinador del PRI en el Senado considera a la LSI como apegada a la Constitución,  a la vez que brinda un marco jurídico a las Fuerzas Armadas en su trabajo en el combate a la delincuencia organizada, además de que regula la función del Estado al establecer las bases, procedimientos y modalidades de coordinación entre la Federación, las entidades federativas y los municipios.

La oposición en el Congreso se dispone acudir a la SCJN a interponer una acción de inconstitucionalidad ante su inminente promulgación, así lo confirmaron, por separado, los senadores del PT–Morena, Miguel Barbosa, y del PRD Luis Sánchez.

La valoración de la LSI rebasa el marco del proceso de judicialización a que se le someterá con muy pocas probabilidades de resultar favorecido, la Corte va a confirmarlo, en base a una revaloración del Estado de Derecho, la dinámica del poder la convertirá en una ley de obediencia de vida que someterá a la sociedad donde los ciudadanos se sentirán agradecidos

En primer término, el presidente Enrique Peña Nieto procedió a una demostración ostensible de poder supremo, al jugar todas sus opciones, no forjó un supra poder para entregarlo a la oposición sino envía el mensaje que se retendrá el poder, pero ahora potenciado a su máximo, con toda la fuerza militar del Estado. El Presidente, a diferencia de sus antecesores, quienes luego de nominar a su sucesor pasaban al ostracismo para no interferir en el relevo y surgimiento del nuevo poder, ha decidido mantener el poder. No habrá sorpresas.

El discurso de AMLO es bifocal, en su plataforma electoral propone la organización de la Guardia Nacional que atendería los conflictos locales con respeto a la soberanía de los Estados, pero en su discurso llama a mantener la confianza al asegurar que su triunfo -ya confirmado desde ahora- impedirá que la LSI se active, al ganar la Presidencia el recursos legal será frustrado

La reflexión desde las fuerzas opositoras deberían examinar desde la geopolítica la formación de un Estado supra fuerte, al mostrar la parcialidad de las Fuerzas Armadas ideologizadas  en torno al organismo electoral del gobierno y su élite de gobierno no resuelta a dejar el poder; el cual mantiene negociaciones con la potencia imperial de los Estados Unidos no solo en el marco comercial del TLCAN, sino más importante de orden militar para la seguridad territorial regional, e incluso continental donde se somete la seguridad nacional a la seguridad de un Estado imperial hemisférico.

¿Cuál es la posibilidad de que se vuelva a dar la alternancia del PRI, como ocurrió en el año 2000?, esta se dio porque el presidente Zedillo se comprometió con la cláusula democrática Clinton inserta en el préstamo de 25 mil millones de dólares para sortear la crisis del “error de diciembre” que llevó al Presidente a tomar “la sana distancia del PRI”.  Hoy parece resurgir la posibilidad de que ocurra.

La élite de Peña Nieto no se resigna a aceptar la alternancia que se avecina bajo la sombra de un gabinete compuesto de exsalinistas y exzedillistas, pareciera que apuesta al retorno del pasado, de un autoritarismo imaginando cuya continuidad del nuevo orden político militar.

Mientras el militarismo sudamericano ha vuelto a los cuarteles, en México resurge con nuevos ingredientes,  como expresión de la proyección del nuevo Estado continental donde México postrado se asimila al imperio de los Estados Unidos,  uncido como extensión de las decisiones supremas del poder mundial.