El 10 de octubre de 1824, al jurar protesta como el primer Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, el General Guadalupe Victoria marcó el derrotero que habría de seguir la novel nación independiente durante toda su historia: “Peligros no faltan, complicadas son las circunstancias y sólo el poder del Regulador de los destinos, la ciencia y previsión de los representantes del pueblo conducirán esta nave al puerto de la felicidad. La gran Carta Constitucional, áncora de nuestras esperanzas, define los poderes y previene los auxilios del Gobierno. A las luces del Soberano Congreso Constituyente Mexicano, á la alta política de la futura Cámara de Representantes y del Senado, al tino y cordura de los Honorables Congresos de los Estados, de sus ilustrados Gobiernos y de todas las autoridades se atribuirán con fundamento los aciertos de la administración que comienza en este día”.
Visionario y sensible a la realidad del país, el Gral. Guadalupe Victoria delineaba la hoja de ruta que debía seguir la nación, en aras de consolidar su soberanía, libertad y futuro: institucionalidad y espíritu de cuerpo.
Mucho ha sucedido desde entonces, algunas desviaciones han tenido lugar, pero México ha logrado superar grandes vicisitudes para colocarse hoy en un momento cúspide de su historia patria: un movimiento de izquierda ha sido elegido para integrar mayoritariamente las dos cámaras del Congreso de la Unión y nos encontramos en la antesala de que un hombre de izquierda asuma la Presidencia de la República, Lic. Andrés Manuel López Obrador.
Es en este contexto que un hombre también de izquierda, que se ha distinguido por su capacidad intelectual, labor pública, gestiones diplomáticas y astucia política, como lo es el embajador Porfirio Muñoz Ledo, fue electo por la abrumadora mayoría de todos los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados como su líder nato, como el responsable de encabezar durante el primer año legislativo el trabajo plenario y representar a ese cuerpo colegiado.
Se trata de un parlamentario en toda la extensión de la palabra, lo cual no se refiere al número de veces que ha sido legislador (pues ésta es la tercera), sino al empeño, estudio y relevancia que ha impreso durante su paso por ambas cámaras federales.
Actor fundamental del movimiento político opositor al otrora partido mayoritario, que se reflejó en la conformación del llamado G-7 durante la LVII Legislatura del Congreso de la Unión en la que desaparecieron por primera vez las mayorías para dar lugar a una representación equilibrada y plural, Porfirio Muñoz Ledo conoce a la perfección el marco jurídico del Congreso, pues él mismo contribuyó en su elaboración y hoy se dispone a proponer su reforma y actualización.
“La tarea que nos aguarda es inmensa: edificar un andamiaje jurídico digno de la sociedad mexicana y garante de la fortaleza nacional. No hay poder superior a los otros, pero desde la Constitución de Apatzingán, inspirada por Morelos, éste es el órgano creador y reformador del Estado”, dijo el parlamentario Muñoz Ledo el pasado 1 de septiembre.
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