/ domingo 25 de julio de 2021

El postconflicto en Colombia

La lucha abierta, armada, violenta, que duró de 1960 a 2016, que dejó miles de muertos, desaparecidos, mutilados, economías locales arrasadas, ha entrado en una importante y promisoria etapa. Y esta se refiere a la decisión de los líderes de la antigua guerrilla marxista en el Continente Americano, en reconocer que sus actos deben ser catalogados como “de guerra”, lo que significa un cambio jurídico y político de primer orden para seguir encontrando la difícil ruta de la reconciliación. Es probable, que desde el inicio de los larga negociación, este sea hasta el momento, uno de los principales avances.

A partir de las reivindicaciones ideológicas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se cometieron crímenes atroces, por lo que la disposición para ofrecer perdón a las víctimas, sin duda representa una paso sustancial. Si bien persisten varios violentos problemas en el país, como los residuos del Ejército de Liberación Nacional y desde luego, las bandas productoras y traficantes de cocaína, dar este paso, puede ofrecer varias opciones a su vez de reinserción a varios ex combatientes que quedan dispersos por las selvas de Colombia.

El proceso, por supuesto ha sido complicado y plagado de ataques desde distintas posiciones políticas y organizaciones del país. No obstante se ha mantenido gracias a la determinación de funcionarios, diplomáticos, líderes sociales (que decenas de ellos han sido asesinados, así como poco más de 250 ex guerrilleros) así como líderes religiosos y sobre todo, las organizaciones de las víctimas de los más graves delitos como son secuestro, desaparición, tortura y asesinato. Las siguientes etapas en el postconflicto colombiano van a requerir de la profundización en el compromiso para la paz, en una nación seriamente castigada.

Faltan aún, procesos muy complejos y sensibles, como la justicia transicional, en su caso, como se apuntó, el perdón, así como saber con precisión cómo y en donde se dieron, es decir, el fundamental valor de la verdad. Sin estos tres componentes, la meta, aunque se vaya a alcanzar, puede retrasarse, poniendo en riesgo los muy importantes avances logrados hasta ahora. No obstante, hay cimentadas expectativas de que los avances seguirán, por el bien de Colombia y Latinoamérica, pues en otros casos similares, puede tomarse como una referencia, cuando la ideología conduce sin más, a la violencia abierta.

Debe recordarse que la reivindicación ideológica, fue el origen del conflicto armado. Sin que estemos de acuerdo con los graves formas para intentar imponer una forma determinada de percibir la realidad, la opción a la conciliación se abre a partir de reconocer la supremacía de la ley, la democracia y la paz. De otra forma, habría sido imposible llegar a cualquier punto de conciliación. México, por cierto, esta bien representado en tan relevante acuerdo, por Carlos Ruiz Massieu, como jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

javierolivaposada@gmail.com

La lucha abierta, armada, violenta, que duró de 1960 a 2016, que dejó miles de muertos, desaparecidos, mutilados, economías locales arrasadas, ha entrado en una importante y promisoria etapa. Y esta se refiere a la decisión de los líderes de la antigua guerrilla marxista en el Continente Americano, en reconocer que sus actos deben ser catalogados como “de guerra”, lo que significa un cambio jurídico y político de primer orden para seguir encontrando la difícil ruta de la reconciliación. Es probable, que desde el inicio de los larga negociación, este sea hasta el momento, uno de los principales avances.

A partir de las reivindicaciones ideológicas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se cometieron crímenes atroces, por lo que la disposición para ofrecer perdón a las víctimas, sin duda representa una paso sustancial. Si bien persisten varios violentos problemas en el país, como los residuos del Ejército de Liberación Nacional y desde luego, las bandas productoras y traficantes de cocaína, dar este paso, puede ofrecer varias opciones a su vez de reinserción a varios ex combatientes que quedan dispersos por las selvas de Colombia.

El proceso, por supuesto ha sido complicado y plagado de ataques desde distintas posiciones políticas y organizaciones del país. No obstante se ha mantenido gracias a la determinación de funcionarios, diplomáticos, líderes sociales (que decenas de ellos han sido asesinados, así como poco más de 250 ex guerrilleros) así como líderes religiosos y sobre todo, las organizaciones de las víctimas de los más graves delitos como son secuestro, desaparición, tortura y asesinato. Las siguientes etapas en el postconflicto colombiano van a requerir de la profundización en el compromiso para la paz, en una nación seriamente castigada.

Faltan aún, procesos muy complejos y sensibles, como la justicia transicional, en su caso, como se apuntó, el perdón, así como saber con precisión cómo y en donde se dieron, es decir, el fundamental valor de la verdad. Sin estos tres componentes, la meta, aunque se vaya a alcanzar, puede retrasarse, poniendo en riesgo los muy importantes avances logrados hasta ahora. No obstante, hay cimentadas expectativas de que los avances seguirán, por el bien de Colombia y Latinoamérica, pues en otros casos similares, puede tomarse como una referencia, cuando la ideología conduce sin más, a la violencia abierta.

Debe recordarse que la reivindicación ideológica, fue el origen del conflicto armado. Sin que estemos de acuerdo con los graves formas para intentar imponer una forma determinada de percibir la realidad, la opción a la conciliación se abre a partir de reconocer la supremacía de la ley, la democracia y la paz. De otra forma, habría sido imposible llegar a cualquier punto de conciliación. México, por cierto, esta bien representado en tan relevante acuerdo, por Carlos Ruiz Massieu, como jefe de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

javierolivaposada@gmail.com