/ martes 22 de octubre de 2019

El pozo sin fondo de la robotización

Una de las partes de las que menos se ha hablado en cuanto al debate del martes entre los candidatos del Partido Demócrata fue el intercambio que tuvo lugar en relación con la automatización y cómo lidiar con ella. Sin embargo, vale la pena centrarse en ese intercambio porque fue interesante; y por interesante, me refiero a deprimente.

Así que permítanme hacerles una súplica a los demócratas: por favor no caigan en el pozo sin fondo de la robotización. Uno de los presentadores declaró que un estudio reciente demuestra que “alrededor de una cuarta parte de los empleos estadounidenses podría perderse debido a la automatización, tan sólo en los próximos 10 años”. Lo que el estudio dice en realidad es menos alarmante: ha descubierto que una cuarta parte de los empleos estadounidenses enfrentará “una alta exposición a la automatización durante las próximas décadas”.

Sin embargo, si piensan que incluso eso suena mal, pregúntense lo siguiente: ¿cuándo, en la historia moderna, no ha sido cierta una frase como esa? Después de todo, en la década de los cuarenta, en Estados Unidos había alrededor de siete millones de agricultores y cerca de doce millones de trabajadores de la industria manufacturera. Las maquinarias podían relevar buena parte del trabajo que los estadounidenses estaban haciendo (y de hecho lo hicieron), y la gente en aquel entonces se preguntaba de dónde podrían salir nuevos empleos.

A pesar de ello, la generación que siguió fue una era dorada para los trabajadores estadounidenses, quienes vieron aumentos drásticos en sus ingresos y muchos de ellos entraron de inmediato a la creciente clase media. Tal vez argumenten que esta vez es distinto porque el ritmo del cambio tecnológico es mucho más acelerado. Sin embargo, eso no es lo que dicen los datos. Por el contrario, la productividad de los trabajadores —que es la manera en la que medimos hasta qué grado los trabajadores están siendo remplazados por las máquinas— últimamente ha crecido con mucha más lentitud que en el pasado.

Aumentó menos de la mitad de 2007 a 2018 en comparación con lo que creció en el transcurso de los once años anteriores.

Como dije, la mejor respuesta fue la del precandidato Sanders. No, no apoyo su propuesta de garantía de empleo, que probablemente no se pueda llevar a la práctica, pero tuvo razón cuando dijo que hay demasiado trabajo por hacer en Estados Unidos y también cuando señaló la necesidad de inversión pública a gran escala, cosa que incluso los economistas de la corriente dominante han venido defendiendo como una respuesta a la debilidad económica continuada.

Entonces, insistir en los peligros de la automatización, aunque pueda sonar muy inflexible, en la práctica es una especie de fantasía escapista para los centristas que no quieren enfrentar las preguntas verdaderamente difíciles.

Además, los progresistas como Warren y Sanders que rechazan el determinismo tecnológico y hacen frente a las raíces políticas de nuestros problemas, al menos en este tema, son los auténticos realistas obstinados en la habitación.

Una de las partes de las que menos se ha hablado en cuanto al debate del martes entre los candidatos del Partido Demócrata fue el intercambio que tuvo lugar en relación con la automatización y cómo lidiar con ella. Sin embargo, vale la pena centrarse en ese intercambio porque fue interesante; y por interesante, me refiero a deprimente.

Así que permítanme hacerles una súplica a los demócratas: por favor no caigan en el pozo sin fondo de la robotización. Uno de los presentadores declaró que un estudio reciente demuestra que “alrededor de una cuarta parte de los empleos estadounidenses podría perderse debido a la automatización, tan sólo en los próximos 10 años”. Lo que el estudio dice en realidad es menos alarmante: ha descubierto que una cuarta parte de los empleos estadounidenses enfrentará “una alta exposición a la automatización durante las próximas décadas”.

Sin embargo, si piensan que incluso eso suena mal, pregúntense lo siguiente: ¿cuándo, en la historia moderna, no ha sido cierta una frase como esa? Después de todo, en la década de los cuarenta, en Estados Unidos había alrededor de siete millones de agricultores y cerca de doce millones de trabajadores de la industria manufacturera. Las maquinarias podían relevar buena parte del trabajo que los estadounidenses estaban haciendo (y de hecho lo hicieron), y la gente en aquel entonces se preguntaba de dónde podrían salir nuevos empleos.

A pesar de ello, la generación que siguió fue una era dorada para los trabajadores estadounidenses, quienes vieron aumentos drásticos en sus ingresos y muchos de ellos entraron de inmediato a la creciente clase media. Tal vez argumenten que esta vez es distinto porque el ritmo del cambio tecnológico es mucho más acelerado. Sin embargo, eso no es lo que dicen los datos. Por el contrario, la productividad de los trabajadores —que es la manera en la que medimos hasta qué grado los trabajadores están siendo remplazados por las máquinas— últimamente ha crecido con mucha más lentitud que en el pasado.

Aumentó menos de la mitad de 2007 a 2018 en comparación con lo que creció en el transcurso de los once años anteriores.

Como dije, la mejor respuesta fue la del precandidato Sanders. No, no apoyo su propuesta de garantía de empleo, que probablemente no se pueda llevar a la práctica, pero tuvo razón cuando dijo que hay demasiado trabajo por hacer en Estados Unidos y también cuando señaló la necesidad de inversión pública a gran escala, cosa que incluso los economistas de la corriente dominante han venido defendiendo como una respuesta a la debilidad económica continuada.

Entonces, insistir en los peligros de la automatización, aunque pueda sonar muy inflexible, en la práctica es una especie de fantasía escapista para los centristas que no quieren enfrentar las preguntas verdaderamente difíciles.

Además, los progresistas como Warren y Sanders que rechazan el determinismo tecnológico y hacen frente a las raíces políticas de nuestros problemas, al menos en este tema, son los auténticos realistas obstinados en la habitación.