/ sábado 30 de mayo de 2020

El precipicio que se avecina

Sintonizar un noticiario hoy, cualquiera que sea, es ver un espacio de noticias monotemático, estadísticas, testimonios, análisis del covid se repiten una y otra vez por los medios de comunicación.

La tinta ha corrido en los medios impresos y las redes, las aplicaciones de noticias, las páginas de internet, las ondas electromagnéticas del radio y televisión tradicionales todo habla de la pandemia.

Sin embargo, es un hecho que se avecina una grave crisis alimentaria que sumiría a millones de mexicanos pobres en una pobreza irreversible, en una pobreza que podría traducirse en un gran movimiento social incontrolable en busca de la sobrevivencia, La desaceleración económica y el aumento de la desigualdad social y la pobreza, se combinan con la crisis energética y el cambio climático, lo que coloca a muchos en el umbral del hambre, pero de eso, los medios de comunicación hablan muy poco. Pareciera que sólo no es noticia.

Hoy, muchas voces, desde muchos escenarios, se alza la voz para advertir que el impacto económico del COVID-19 en México podría aumentar la pobreza por ingresos entre 7.2 y 7.9%. Esto significa que entre 8.9 y 9.8 millones de personas se sumarán a la población con recursos insuficientes para adquirir una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos.

El número total de personas en situación de pobreza extrema por ingresos, es decir, que su ingreso es insuficiente para adquirir la canasta alimentaria en dicho periodo de tiempo se incrementaría entre 4.9 y 8.5%, equivalente a entre 6.1 y 10.7 millones de personas.

Incluso el presidente de México aceptó que, producto de la pandemia, se pueden perder un millón de empleos. Y los trabajos que se están perdiendo son de trabajadores con menos salarios, es decir, regresarán al desempleo muchos mexicanos que acababan de encontrar trabajo.

Los que se enfrentarán a la falta de un salario son los que menos ganan.

Según la FAO, el principal desafío a corto plazo es garantizar el acceso a los alimentos de la población que está cumpliendo con las medidas de seguridad sanitaria, especialmente para quienes han perdido su fuente de ingresos y la pandemia podrá impactar de forma especialmente severa a aquellos países que ya presentaban una condición de inseguridad alimentaria.

Y aún con esto, los encabezados de los medios de comunicación priorizan siempre otras cosas. Y es que pareciera que los profesionales de la información viven una ficción, pues una inminente baja en la producción de alimentos y la pauperización de los más pobres no es asunto de llamar la atención, pues cuando asisten a los supermercados y mercados de las ciudades (grandes y pequeñas) los estantes están llenos de comida provocando un espejismo.

Es verdad, los alimentos están disponibles, pero lo que comemos los mexicanos es, en su gran mayoría importado desde el extranjero, principalmente de los Estados Unidos, es un hecho que la importación de alimentos básicos está por encima de lo que recomienda la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que es de 25 por ciento. En México, la compra de alimentos básicos del exterior es de 48 por ciento de lo que se consume.

En los últimos 20 años la dependencia alimentaria de México ha registrado un crecimiento sostenido, pasando de 10 en 1994 a 45% al día de hoy. Entre las principales causas del crecimiento de la dependencia alimentaria se encuentran la del desmantelamiento de la infraestructura estatal o paraestatal que atendía al campo, entre ellas Banrural, Fertimex, Conasupo, Conafrut, y la Productora Nacional de Semillas, mismas que en su momento impulsaron la producción en el campo.

No obstante, con la apertura de la economía se recortó fuertemente el gasto público que generó un vacío pasando de un esquema a otro sin sustituir a tiempo las figuras que estaban desapareciendo con las nuevas políticas, el financiamiento es un caso típico. Se trata de empresas que llegaron a ser paternalistas y proteccionistas y con un costo fiscal muy alto, ineficiencia muy grande y una corrupción y poca trasparencia, lo que se subsanaba con las autoevaluaciones que ellas mismas se hacían.

Si no hacemos algo, el hambre se establecerá en México y la pobreza crecerá exponencialmente. Tenemos que dar visibilidad a los problemas de los que menos tienen, no podemos negar que México se avecina a un precipicio del que no podremos salir. México debe detener la caída en los niveles de vida de millones de mexicano que se acercan a la pobreza y de otros tantos que incrementarán su, de por sí, bajo nivel de vida.

Tenemos que actuar todos juntos, sin matices partidistas o de grupo, para hacer que México salga avante de la crisis sanitaria y de crisis de alimentación y de empleo. Trabajemos todos por México.


Senador por el PT

@NarroJose


Sintonizar un noticiario hoy, cualquiera que sea, es ver un espacio de noticias monotemático, estadísticas, testimonios, análisis del covid se repiten una y otra vez por los medios de comunicación.

La tinta ha corrido en los medios impresos y las redes, las aplicaciones de noticias, las páginas de internet, las ondas electromagnéticas del radio y televisión tradicionales todo habla de la pandemia.

Sin embargo, es un hecho que se avecina una grave crisis alimentaria que sumiría a millones de mexicanos pobres en una pobreza irreversible, en una pobreza que podría traducirse en un gran movimiento social incontrolable en busca de la sobrevivencia, La desaceleración económica y el aumento de la desigualdad social y la pobreza, se combinan con la crisis energética y el cambio climático, lo que coloca a muchos en el umbral del hambre, pero de eso, los medios de comunicación hablan muy poco. Pareciera que sólo no es noticia.

Hoy, muchas voces, desde muchos escenarios, se alza la voz para advertir que el impacto económico del COVID-19 en México podría aumentar la pobreza por ingresos entre 7.2 y 7.9%. Esto significa que entre 8.9 y 9.8 millones de personas se sumarán a la población con recursos insuficientes para adquirir una canasta alimentaria, bienes y servicios básicos.

El número total de personas en situación de pobreza extrema por ingresos, es decir, que su ingreso es insuficiente para adquirir la canasta alimentaria en dicho periodo de tiempo se incrementaría entre 4.9 y 8.5%, equivalente a entre 6.1 y 10.7 millones de personas.

Incluso el presidente de México aceptó que, producto de la pandemia, se pueden perder un millón de empleos. Y los trabajos que se están perdiendo son de trabajadores con menos salarios, es decir, regresarán al desempleo muchos mexicanos que acababan de encontrar trabajo.

Los que se enfrentarán a la falta de un salario son los que menos ganan.

Según la FAO, el principal desafío a corto plazo es garantizar el acceso a los alimentos de la población que está cumpliendo con las medidas de seguridad sanitaria, especialmente para quienes han perdido su fuente de ingresos y la pandemia podrá impactar de forma especialmente severa a aquellos países que ya presentaban una condición de inseguridad alimentaria.

Y aún con esto, los encabezados de los medios de comunicación priorizan siempre otras cosas. Y es que pareciera que los profesionales de la información viven una ficción, pues una inminente baja en la producción de alimentos y la pauperización de los más pobres no es asunto de llamar la atención, pues cuando asisten a los supermercados y mercados de las ciudades (grandes y pequeñas) los estantes están llenos de comida provocando un espejismo.

Es verdad, los alimentos están disponibles, pero lo que comemos los mexicanos es, en su gran mayoría importado desde el extranjero, principalmente de los Estados Unidos, es un hecho que la importación de alimentos básicos está por encima de lo que recomienda la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que es de 25 por ciento. En México, la compra de alimentos básicos del exterior es de 48 por ciento de lo que se consume.

En los últimos 20 años la dependencia alimentaria de México ha registrado un crecimiento sostenido, pasando de 10 en 1994 a 45% al día de hoy. Entre las principales causas del crecimiento de la dependencia alimentaria se encuentran la del desmantelamiento de la infraestructura estatal o paraestatal que atendía al campo, entre ellas Banrural, Fertimex, Conasupo, Conafrut, y la Productora Nacional de Semillas, mismas que en su momento impulsaron la producción en el campo.

No obstante, con la apertura de la economía se recortó fuertemente el gasto público que generó un vacío pasando de un esquema a otro sin sustituir a tiempo las figuras que estaban desapareciendo con las nuevas políticas, el financiamiento es un caso típico. Se trata de empresas que llegaron a ser paternalistas y proteccionistas y con un costo fiscal muy alto, ineficiencia muy grande y una corrupción y poca trasparencia, lo que se subsanaba con las autoevaluaciones que ellas mismas se hacían.

Si no hacemos algo, el hambre se establecerá en México y la pobreza crecerá exponencialmente. Tenemos que dar visibilidad a los problemas de los que menos tienen, no podemos negar que México se avecina a un precipicio del que no podremos salir. México debe detener la caída en los niveles de vida de millones de mexicano que se acercan a la pobreza y de otros tantos que incrementarán su, de por sí, bajo nivel de vida.

Tenemos que actuar todos juntos, sin matices partidistas o de grupo, para hacer que México salga avante de la crisis sanitaria y de crisis de alimentación y de empleo. Trabajemos todos por México.


Senador por el PT

@NarroJose