/ viernes 18 de diciembre de 2020

El punto de inflexión

En Ricardo II Shakespeare escribió que “hablemos de tumbas, gusanos y epitafios”, la gravedad de estas palabras refleja la terrible circunstancia que estamos pasando, donde pareciera que un porcentaje importante de la población ha subestimado el peligro que implica la pandemia. Esto no es una incomodidad ni una molestia: es la situación más mortal en décadas. Si comparamos la cifra de decesos con algunos conflictos bélicos del siglo XXI, podemos observar que en la guerra en Siria, Irak y Afganistán, la suma de las víctimas en estos conflictos no es ni cerca del número de decesos por COVID-19: las tres guerras mencionadas dejaron un saldo aproximado de 650 mil muertos en más de 10 años y derivado de la pandemia han fallecido más de 1.5 millones de personas en tan solo un año.

Muchos países experimentan segundas o terceras olas con aumentos significativos en contagios y decesos. Por ejemplo, Japón experimentaba 500 contagios en promedio en octubre y hace unos días superó los 3,000 en 24 horas. Corea del Sur mantuvo su curva de contagios con excelencia al tener 100 contagios al día; esta semana superó los 1,000. Y así como estas naciones asiáticas habían sido ejemplos para seguir, se ven ahora en momentos complicados. Los hospitales de países europeos sin camas en sus hospitales y Estados Unidos con más de 200 mil contagios y más de 3,000 muertos en un solo día, superando las muertes por los atentados del 11 de septiembre

En México estamos en la puerta de una tercera ola que podrá ser muy peligrosa. Nada le ha quedado al gobierno de la Ciudad de México por hacer: ha incrementado el número de pruebas, digitalizado muchos trámites, ha anunciado por diversos medios las medidas de prevención y de advertencia, implementado medidas y programas para mitigar los contagios, entre muchas otras acciones. Lo único que le quedaría por hacer sería declarar un toque de queda que implicaría legalmente una suspensión de garantías, por lo que es la frontera que el Estado Mexicano no debería rebasar.

La Ciudad de México siempre se ha caracterizado por la solidaridad demostrada en los sismos, han sido la prueba de que los mexicanos y mexicanas colaboran con un objetivo en común y superan la adversidad, con un sentido de perseverancia y ayudando a los demás. Hoy ha prevalecido la frivolidad y la insensatez en un segmento importante de la población lo que parece potencializarse en esta época las celebraciones navideñas.

La soberbia es el pecado favorito del diablo, pensar que uno está por encima de los demás y viene al caso porque la pandemia ha sido alimentada por esta: la soberbia de la ciencia y de los laboratorios de suponer que todo debe ser negocio; la soberbia de tardar en declarar una pandemia cuando todo lo indicaba; y la soberbia de no haber reaccionado ante los primeros síntomas en China, lo que permitió una dispersión global más grande. Pero sobre todo la soberbia de quienes están en las calles de manera innecesaria, suponiendo que no se van a contagiar. En las próximas semanas llegaremos a un punto de inflexión en el cual la gráfica podría descender o tenga un crecimiento mucho mayor al observado. Eso depende de todos. XXXTwitter: @LuisH_Fernandez

En Ricardo II Shakespeare escribió que “hablemos de tumbas, gusanos y epitafios”, la gravedad de estas palabras refleja la terrible circunstancia que estamos pasando, donde pareciera que un porcentaje importante de la población ha subestimado el peligro que implica la pandemia. Esto no es una incomodidad ni una molestia: es la situación más mortal en décadas. Si comparamos la cifra de decesos con algunos conflictos bélicos del siglo XXI, podemos observar que en la guerra en Siria, Irak y Afganistán, la suma de las víctimas en estos conflictos no es ni cerca del número de decesos por COVID-19: las tres guerras mencionadas dejaron un saldo aproximado de 650 mil muertos en más de 10 años y derivado de la pandemia han fallecido más de 1.5 millones de personas en tan solo un año.

Muchos países experimentan segundas o terceras olas con aumentos significativos en contagios y decesos. Por ejemplo, Japón experimentaba 500 contagios en promedio en octubre y hace unos días superó los 3,000 en 24 horas. Corea del Sur mantuvo su curva de contagios con excelencia al tener 100 contagios al día; esta semana superó los 1,000. Y así como estas naciones asiáticas habían sido ejemplos para seguir, se ven ahora en momentos complicados. Los hospitales de países europeos sin camas en sus hospitales y Estados Unidos con más de 200 mil contagios y más de 3,000 muertos en un solo día, superando las muertes por los atentados del 11 de septiembre

En México estamos en la puerta de una tercera ola que podrá ser muy peligrosa. Nada le ha quedado al gobierno de la Ciudad de México por hacer: ha incrementado el número de pruebas, digitalizado muchos trámites, ha anunciado por diversos medios las medidas de prevención y de advertencia, implementado medidas y programas para mitigar los contagios, entre muchas otras acciones. Lo único que le quedaría por hacer sería declarar un toque de queda que implicaría legalmente una suspensión de garantías, por lo que es la frontera que el Estado Mexicano no debería rebasar.

La Ciudad de México siempre se ha caracterizado por la solidaridad demostrada en los sismos, han sido la prueba de que los mexicanos y mexicanas colaboran con un objetivo en común y superan la adversidad, con un sentido de perseverancia y ayudando a los demás. Hoy ha prevalecido la frivolidad y la insensatez en un segmento importante de la población lo que parece potencializarse en esta época las celebraciones navideñas.

La soberbia es el pecado favorito del diablo, pensar que uno está por encima de los demás y viene al caso porque la pandemia ha sido alimentada por esta: la soberbia de la ciencia y de los laboratorios de suponer que todo debe ser negocio; la soberbia de tardar en declarar una pandemia cuando todo lo indicaba; y la soberbia de no haber reaccionado ante los primeros síntomas en China, lo que permitió una dispersión global más grande. Pero sobre todo la soberbia de quienes están en las calles de manera innecesaria, suponiendo que no se van a contagiar. En las próximas semanas llegaremos a un punto de inflexión en el cual la gráfica podría descender o tenga un crecimiento mucho mayor al observado. Eso depende de todos. XXXTwitter: @LuisH_Fernandez