/ domingo 17 de mayo de 2020

El que sabe ser pobre, lo sabe todo…

Y es que esto es una gran verdad; baste revisar nuestro “nuevo estilo de vida”, para darnos cuenta de que cada vez necesitamos menos, se puede decir que lo básico e indispensable para vivir, quizá la diferencia radica en el tipo de casa y la diversidad de alimentos que acostumbramos consumir, pero es suficiente con cubrir las necesidades básicas para subsistir.

Por supuesto que ello no quiere decir que vivimos en la pobreza, pero si implica pensar en la cantidad de bienes a los que nos hemos acostumbrado y que este aislamiento nos ha dado oportunidad de revalorar entre lo que es realmente necesario y las necesidades a las que el consumismo nos ha dejado acostumbrarnos… gran diferencia.

Pero más allá del tema, vayamos a una de las principales consecuencias de este Coronavirus en relación con el mundo y que evidentemente traerá aun más caóticas condiciones para este México nuestro, ya de por si abatido –económica, política y socialmente-. Pues bien, hemos visto que uno de los principales proyectos de Andrés López, quizá el que mayormente ha ocupado sus discursos desde sus inicios como contendiente por la Presidencia de la República, no tiene mayor futuro que, ante los tiempos que nos acogen, reconocer que la situación del país, aunado a esta economía global en pausa, hace imposible su pretensión y promesa para reducir la pobreza: las condiciones del mundo actualmente –según estima Coneval-, señalan que México podría terminar este 2020 con 10 millones de personas más viviendo en condiciones de pobreza extrema, lo cual pudiera suscitarse si no se empiezan a tomar medidas al respecto: según datos del IMSS, tan sólo en el pasado mes de abril –como consecuencia de esta pandemia-, se perdieron más de medio millón de empleos formales, lo que representa la nulidad de los poco más de 342 mil empleos generados en todo el 2019.

A decir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, México será uno de países latinoamericanos en los que más repercutirá la pandemia en materia de pobreza: se estima que el índice crecerá del 5.9% al 47.8%; no obstante, las condiciones extremas pasarán del del 11.1 al 17.1%...

Resulta prioritario activar la economía; es por eso que a mediados de la semana se anunció el plan de reactivación para lo que denominan “nueva realidad”, con lo que a partir del 17 de mayo una parte del país podrá regresar a trabajar bajo condiciones diferentes pero, a consideración de las autoridades locales –porque en esta 4°T nada es a fuerzas, dijo AMLO-, se empezará a mover el dinero; posteriormente, el 1º de junio, un semáforo por semana nos irá dando señales para reiniciar operaciones discrecionalmente.

Por lo anterior, hemos de estar consientes de que la recuperación económica será lenta, lo cual le da la razón a los presagios de la Cepal y considerar sus recomendaciones para que el ingreso familiar no deje de percibirse: no basta con apoyos insuficientes y acciones en beneficio de quienes han perdido el empleo –son solo paliativos con fines políticos-,se requiere de programas serios como las acciones propuestas por los empresarios y que el Presidente se ha negado a considerar, una reforma fiscal, en fin, atender todas las instancias de la sociedad con cabalidad y cordura…

Se reabren sectores desde el 18 de mayo, otros el 1 de junio, el 15 o en julio o hasta agosto… la cosa es que en lo federal, los semáforos nos irán marcando pautas para reiniciar zonalmente , las fechas podrán variar drásticamente de una parte del país a otra –aunque se respetarán las medidas que considere pertinente cada Estado-.

Lo cierto es que las normas para la reapertura son caóticas, al más puro estilo de esta administración que no cuadra nada y si descuadra todo; hay confusión, no hay cifras, ni pruebas, ni orden en los datos como para saber con certeza datos reales de la infección, incluso cantidad de decesos... Sea como sea que nos vayamos reincorporando, quienes dependemos de las decisiones federales, habremos de arriesgarnos aun al regreso.

gamogui@hotmail.com


Y es que esto es una gran verdad; baste revisar nuestro “nuevo estilo de vida”, para darnos cuenta de que cada vez necesitamos menos, se puede decir que lo básico e indispensable para vivir, quizá la diferencia radica en el tipo de casa y la diversidad de alimentos que acostumbramos consumir, pero es suficiente con cubrir las necesidades básicas para subsistir.

Por supuesto que ello no quiere decir que vivimos en la pobreza, pero si implica pensar en la cantidad de bienes a los que nos hemos acostumbrado y que este aislamiento nos ha dado oportunidad de revalorar entre lo que es realmente necesario y las necesidades a las que el consumismo nos ha dejado acostumbrarnos… gran diferencia.

Pero más allá del tema, vayamos a una de las principales consecuencias de este Coronavirus en relación con el mundo y que evidentemente traerá aun más caóticas condiciones para este México nuestro, ya de por si abatido –económica, política y socialmente-. Pues bien, hemos visto que uno de los principales proyectos de Andrés López, quizá el que mayormente ha ocupado sus discursos desde sus inicios como contendiente por la Presidencia de la República, no tiene mayor futuro que, ante los tiempos que nos acogen, reconocer que la situación del país, aunado a esta economía global en pausa, hace imposible su pretensión y promesa para reducir la pobreza: las condiciones del mundo actualmente –según estima Coneval-, señalan que México podría terminar este 2020 con 10 millones de personas más viviendo en condiciones de pobreza extrema, lo cual pudiera suscitarse si no se empiezan a tomar medidas al respecto: según datos del IMSS, tan sólo en el pasado mes de abril –como consecuencia de esta pandemia-, se perdieron más de medio millón de empleos formales, lo que representa la nulidad de los poco más de 342 mil empleos generados en todo el 2019.

A decir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, México será uno de países latinoamericanos en los que más repercutirá la pandemia en materia de pobreza: se estima que el índice crecerá del 5.9% al 47.8%; no obstante, las condiciones extremas pasarán del del 11.1 al 17.1%...

Resulta prioritario activar la economía; es por eso que a mediados de la semana se anunció el plan de reactivación para lo que denominan “nueva realidad”, con lo que a partir del 17 de mayo una parte del país podrá regresar a trabajar bajo condiciones diferentes pero, a consideración de las autoridades locales –porque en esta 4°T nada es a fuerzas, dijo AMLO-, se empezará a mover el dinero; posteriormente, el 1º de junio, un semáforo por semana nos irá dando señales para reiniciar operaciones discrecionalmente.

Por lo anterior, hemos de estar consientes de que la recuperación económica será lenta, lo cual le da la razón a los presagios de la Cepal y considerar sus recomendaciones para que el ingreso familiar no deje de percibirse: no basta con apoyos insuficientes y acciones en beneficio de quienes han perdido el empleo –son solo paliativos con fines políticos-,se requiere de programas serios como las acciones propuestas por los empresarios y que el Presidente se ha negado a considerar, una reforma fiscal, en fin, atender todas las instancias de la sociedad con cabalidad y cordura…

Se reabren sectores desde el 18 de mayo, otros el 1 de junio, el 15 o en julio o hasta agosto… la cosa es que en lo federal, los semáforos nos irán marcando pautas para reiniciar zonalmente , las fechas podrán variar drásticamente de una parte del país a otra –aunque se respetarán las medidas que considere pertinente cada Estado-.

Lo cierto es que las normas para la reapertura son caóticas, al más puro estilo de esta administración que no cuadra nada y si descuadra todo; hay confusión, no hay cifras, ni pruebas, ni orden en los datos como para saber con certeza datos reales de la infección, incluso cantidad de decesos... Sea como sea que nos vayamos reincorporando, quienes dependemos de las decisiones federales, habremos de arriesgarnos aun al regreso.

gamogui@hotmail.com


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