/ martes 12 de diciembre de 2017

El registro de Meade, unidad histórica

Parte esencial en torno a una candidatura nacional por parte de un partido político, para que ésta pueda ser exitosa, radica en la unidad que se dé en torno a ésta, ya que un triunfo en comicios además de convencer, requiere de vencer, algo que se logra sumando y multiplicando, pero nunca dividiendo y menos aún restando.

En algún texto previo, llegué a comentarles que, ante retos inéditos, se requiere de tomar medidas inéditas. Es por ello que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ante tiempos como los actuales en que cada vez toma más fuerza la participación ciudadana en la política, optó por impulsar a un aspirante a la Presidencia de la República para las elecciones del 2018, a un servidor público de larga experiencia y probada capacidad, aunque no fuera militante del partido, aunque sí simpatizante de sus postulados y trascendencia histórica, siendo éste, José Antonio Meade Kuribreña, dos veces secretario de Hacienda y Crédito Público.

Desde que el hecho descrito era apenas una posibilidad, no faltaron quienes creyeron que al interior del PRI habría divisiones por la postulación de un no militante al cargo de elección popular más importante de México, pensando para ello en otros personajes también de trayectorias destacables y con apoyo tanto de las bases, como de algunos sectores dentro del partido.

Pero el PRI es antes que todo, un instituto político en el que el diálogo fluye y las razones se escuchan, por lo que al hacerse una valoración amplia de las circunstancias de competencia actuales, así como de lo que México requiere para la consolidación de las reformas estructurales y los retos por venir en los años próximos, se determinó que el candidato idóneo sería Pepe Meade, algo que fue debidamente entendido incluso por quienes durante años, habían dado forma a sus aspiraciones, quienes se sumaron a esta precandidatura de forma tal que no ha dejado dudas, por lo que hoy el PRI avanza a paso contundente hacia las elecciones del 1 de julio del 2018, las que habrán de significar una consolidación de la democracia mexicana.

Dar inicio en completa unidad y con una candidatura bien determinada para los retos que vienen, no solo en lo electoral, sino en general para nuestro país, nos fortalece y permite convencer de que representamos la mejor opción para lo que México y todos los mexicanos necesitamos, ya que el PRI es y ha sido un partido que siempre ha trabajado para toda la población, sin distinciones entre sus propios votantes y los de otras opciones políticas, ya que todos los puntos de vista suman lo que históricamente ha constituido a ésta, nuestra patria.

La ausencia de unidad en torno a una candidatura suele hacer que ésta fracase, que no tenga sentido y que por tanto no provoque un verdadero respaldo por parte de la sociedad. Eso es algo que hemos vivido tanto en México, como en otras naciones.

Hace no mucho, por ejemplo, pudimos verlo en Estados Unidos, donde el Partido Demócrata, presentó a una candidata como Hillary Clinton, que si bien, tenía una gran preparación y a todas luces era mejor opción política que su contraparte del Partido Republicano, Donald Trump, no terminó de lograr una plena unidad en torno a sus aspiraciones, lo que terminó favoreciendo a su rival, quien a pesar de no haber tenido la mayoría del voto popular, logró que las leyes electorales de su país trabajaran a favor suyo sumándole votos electorales por estado, lo que le llevó a la victoria.

La unidad por legítimo convencimiento es parte esencial de una victoria electoral contundente, algo muy distinto a imposiciones autoritarias, un aprendizaje que el PRI ha logrado a lo largo de los años y que hoy aplica en la búsqueda de un triunfo electoral con José Antonio Meade.

Senadora por el PRI

yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre

Parte esencial en torno a una candidatura nacional por parte de un partido político, para que ésta pueda ser exitosa, radica en la unidad que se dé en torno a ésta, ya que un triunfo en comicios además de convencer, requiere de vencer, algo que se logra sumando y multiplicando, pero nunca dividiendo y menos aún restando.

En algún texto previo, llegué a comentarles que, ante retos inéditos, se requiere de tomar medidas inéditas. Es por ello que el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ante tiempos como los actuales en que cada vez toma más fuerza la participación ciudadana en la política, optó por impulsar a un aspirante a la Presidencia de la República para las elecciones del 2018, a un servidor público de larga experiencia y probada capacidad, aunque no fuera militante del partido, aunque sí simpatizante de sus postulados y trascendencia histórica, siendo éste, José Antonio Meade Kuribreña, dos veces secretario de Hacienda y Crédito Público.

Desde que el hecho descrito era apenas una posibilidad, no faltaron quienes creyeron que al interior del PRI habría divisiones por la postulación de un no militante al cargo de elección popular más importante de México, pensando para ello en otros personajes también de trayectorias destacables y con apoyo tanto de las bases, como de algunos sectores dentro del partido.

Pero el PRI es antes que todo, un instituto político en el que el diálogo fluye y las razones se escuchan, por lo que al hacerse una valoración amplia de las circunstancias de competencia actuales, así como de lo que México requiere para la consolidación de las reformas estructurales y los retos por venir en los años próximos, se determinó que el candidato idóneo sería Pepe Meade, algo que fue debidamente entendido incluso por quienes durante años, habían dado forma a sus aspiraciones, quienes se sumaron a esta precandidatura de forma tal que no ha dejado dudas, por lo que hoy el PRI avanza a paso contundente hacia las elecciones del 1 de julio del 2018, las que habrán de significar una consolidación de la democracia mexicana.

Dar inicio en completa unidad y con una candidatura bien determinada para los retos que vienen, no solo en lo electoral, sino en general para nuestro país, nos fortalece y permite convencer de que representamos la mejor opción para lo que México y todos los mexicanos necesitamos, ya que el PRI es y ha sido un partido que siempre ha trabajado para toda la población, sin distinciones entre sus propios votantes y los de otras opciones políticas, ya que todos los puntos de vista suman lo que históricamente ha constituido a ésta, nuestra patria.

La ausencia de unidad en torno a una candidatura suele hacer que ésta fracase, que no tenga sentido y que por tanto no provoque un verdadero respaldo por parte de la sociedad. Eso es algo que hemos vivido tanto en México, como en otras naciones.

Hace no mucho, por ejemplo, pudimos verlo en Estados Unidos, donde el Partido Demócrata, presentó a una candidata como Hillary Clinton, que si bien, tenía una gran preparación y a todas luces era mejor opción política que su contraparte del Partido Republicano, Donald Trump, no terminó de lograr una plena unidad en torno a sus aspiraciones, lo que terminó favoreciendo a su rival, quien a pesar de no haber tenido la mayoría del voto popular, logró que las leyes electorales de su país trabajaran a favor suyo sumándole votos electorales por estado, lo que le llevó a la victoria.

La unidad por legítimo convencimiento es parte esencial de una victoria electoral contundente, algo muy distinto a imposiciones autoritarias, un aprendizaje que el PRI ha logrado a lo largo de los años y que hoy aplica en la búsqueda de un triunfo electoral con José Antonio Meade.

Senadora por el PRI

yolandadelatorre@senado.gob.mx

FB: YolandaDeLaTorreV

@Yoladelatorre