/ sábado 7 de agosto de 2021

El reto de los no vacunados en México y en el mundo

Desde que se comenzaba a hablar sobre factibles vacunas contra el covid-19, en los primeros meses de la pandemia, a principios del año pasado, algo que se consideró sería de vital importancia para luchar eficazmente contra el coronavirus SARS-CoV-2, era lograr un reparto masivo y equitativo de ésta a nivel mundial.

La sola idea, ilustra un reto descomunal, dado que se habla de más de 7 mil millones de vacunas y la mayor parte de estas, de doble dosis, además de que existe la necesidad de contar con gran infraestructura para fabricarlas, almacenarlas, distribuirlas e inocularlas, algo que representa un esfuerzo de muchos miles de millones de dólares, en cifras prácticamente incuantificables, especialmente si tomamos en cuenta que esta vacuna, al igual que otras, se espera requiera de refuerzos anuales, para mantener a raya a la pandemia.

Desde un principio, cuando se vio a Estados Unidos, a la Unión Europea e incluso a ciertas naciones, como Israel, hacer un gran esfuerzo, primero para impulsar las investigaciones que llevaran a tener en tiempo récord la vacuna y después, para comprar miles de millones de dosis, comenzaba a vislumbrarse un complicado panorama, particularmente para naciones en vías de desarrollo, que podían ir desde las más pobres del mundo, hasta aquellas con economías emergentes, entre las que se encuentra México.

Hoy, ya con las vacunas en pleno proceso de fabricación, distribución e inoculación alrededor del mundo, vemos algunos de los más negros panoramas cumpliéndose, pues incluso en Estados Unidos, país líder en administración del fármaco, hay aún, varios millones de personas que no han aceptado ponerse la vacuna y con esa gran cantidad de personas desprotegidas, nuevamente se multiplican los números en cuanto al contagio de una nueva cepa del virus, conocida como Delta.

En la medida que otros países alrededor del mundo, ya sea por pobreza o por falta de canales de distribución, no coloquen la vacuna a la mayor velocidad posible, variedades como la Delta, seguirán apareciendo y cada vez se hará más complicado que las vacunas disponibles, puedan generar anticuerpos con los que demos batalla a la pandemia.

En estos momentos, en México existen más de 70 millones de nuestros ciudadanos sin haber sido inoculados, lo que complica el panorama frente a nuevas versiones del virus, que surgen más contagiosas y dañinas para quienes contraen la enfermedad, llegando ya a abarcar a jóvenes y niños con desarrollo de síntomas graves.

En México, tenemos la necesidad apremiante de desarrollar esquemas internos y de cooperación internacional para apresurar el proceso de vacunación y mantenerlo así para tener capacidad en el futuro de inocular refuerzos y que de esa forma no se escapen nuevas versiones del SARS-CoV-2, dentro de nuestro país o hacia otras naciones, como Estados Unidos.

Es por ello la importancia de impulsar el ritmo de vacunación a nivel global, ya que conforme se van renovando las cepas del virus, bien se puede integrar alguna suerte de pandemia nueva, cada vez con condiciones más peligrosas que pongan en peligro a la humanidad, como ya la hemos visto en los últimos dos años o incluso peor.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre


Desde que se comenzaba a hablar sobre factibles vacunas contra el covid-19, en los primeros meses de la pandemia, a principios del año pasado, algo que se consideró sería de vital importancia para luchar eficazmente contra el coronavirus SARS-CoV-2, era lograr un reparto masivo y equitativo de ésta a nivel mundial.

La sola idea, ilustra un reto descomunal, dado que se habla de más de 7 mil millones de vacunas y la mayor parte de estas, de doble dosis, además de que existe la necesidad de contar con gran infraestructura para fabricarlas, almacenarlas, distribuirlas e inocularlas, algo que representa un esfuerzo de muchos miles de millones de dólares, en cifras prácticamente incuantificables, especialmente si tomamos en cuenta que esta vacuna, al igual que otras, se espera requiera de refuerzos anuales, para mantener a raya a la pandemia.

Desde un principio, cuando se vio a Estados Unidos, a la Unión Europea e incluso a ciertas naciones, como Israel, hacer un gran esfuerzo, primero para impulsar las investigaciones que llevaran a tener en tiempo récord la vacuna y después, para comprar miles de millones de dosis, comenzaba a vislumbrarse un complicado panorama, particularmente para naciones en vías de desarrollo, que podían ir desde las más pobres del mundo, hasta aquellas con economías emergentes, entre las que se encuentra México.

Hoy, ya con las vacunas en pleno proceso de fabricación, distribución e inoculación alrededor del mundo, vemos algunos de los más negros panoramas cumpliéndose, pues incluso en Estados Unidos, país líder en administración del fármaco, hay aún, varios millones de personas que no han aceptado ponerse la vacuna y con esa gran cantidad de personas desprotegidas, nuevamente se multiplican los números en cuanto al contagio de una nueva cepa del virus, conocida como Delta.

En la medida que otros países alrededor del mundo, ya sea por pobreza o por falta de canales de distribución, no coloquen la vacuna a la mayor velocidad posible, variedades como la Delta, seguirán apareciendo y cada vez se hará más complicado que las vacunas disponibles, puedan generar anticuerpos con los que demos batalla a la pandemia.

En estos momentos, en México existen más de 70 millones de nuestros ciudadanos sin haber sido inoculados, lo que complica el panorama frente a nuevas versiones del virus, que surgen más contagiosas y dañinas para quienes contraen la enfermedad, llegando ya a abarcar a jóvenes y niños con desarrollo de síntomas graves.

En México, tenemos la necesidad apremiante de desarrollar esquemas internos y de cooperación internacional para apresurar el proceso de vacunación y mantenerlo así para tener capacidad en el futuro de inocular refuerzos y que de esa forma no se escapen nuevas versiones del SARS-CoV-2, dentro de nuestro país o hacia otras naciones, como Estados Unidos.

Es por ello la importancia de impulsar el ritmo de vacunación a nivel global, ya que conforme se van renovando las cepas del virus, bien se puede integrar alguna suerte de pandemia nueva, cada vez con condiciones más peligrosas que pongan en peligro a la humanidad, como ya la hemos visto en los últimos dos años o incluso peor.


FB: YolandaDeLaTorreV

Tw: @yoladelatorre