/ viernes 19 de junio de 2020

El Secuestro y los pobres

El gobierno de Morena sostiene que “no secuestran a un pobre, secuestran al que tiene”. En paralelo el líder de la banda que secuestró a la hija de Nelson Vargas recibió un amparo. Dos noticias que dan una rápida fotografía de la preocupante realidad que vivimos en México y que evidencian la falta de comprensión del fenómeno por parte del gobieno, así como la aún prevaleciente impunidad en el país.

La organización “Alto al Secuestro” ha publicado que el numero de casos disminuyó un 33.1%, en comparación con el sexenio anterior. Sin embargo con 2,587 casos en el país desde que inició la actual administración, el número es muy alto y profundo en estados específicos como Veracruz, Edomex, CDMX, Puebla, Morelos y Tamaulipas, que concentran el 61.6% del total a nivel nacional.

Los datos revelan que desde hace una década, cualquiera puede ser víctima de un secuestro. No es un asunto de ingresos, sino de la facilidad con que puede perpetrase este crimen, motivado principalmente por las terribles deficiencias institucionales para prevenirlo, investigarlo, perseguirlo y sancionarlo. Existe evidencia robusta de que a partir del 2002, este delito se extendió hacia todos los estratos socioeconómicos.

Es probable que el secuestro en los estratos mas pobres de la población se haya incrementado debido a que el ataque a personas de menores ingresos es menos riesgoso, requiere menos infraestructura e incluso resulta más rentable ante la falta de castigos ejemplares. La ultima encuesta del INEGI (Envipe), señala que el 59% de los hogares de estratos bajo y medio han sufrido un secuestro, mientras que el 41% provienen de los estratos medio alto o alto ingreso. Por su parte Héctor de Mauleón documentó recientemente el caso de secuestros de a 3 mil pesos en zonas de la CDMX y el Edomex.

Queda claro que cuando de inseguridad se trata, la condición separatista del discurso morenista entre “ricos y pobres”, los aleja del entendimiento claro de los problemas, pues su visión no tiene sustento alguno mas que el prejuicio ideológico.

Es un hecho que la preocupación de las personas por este delito se ha incrementado recientemente. En un análisis hecho por Métrics, se ha identificado que el uso de la palabra secuestro, ha incrementado su presencia de manera importante en la conversación digital. Hay tres temas en los que por más que el gobierno trate de eludir su responsabilidad, simplemente no le es posible en la percepción social, ante la falta de resultados: 1) feminicidios y violencia contra las mujeres; 2) incremento del activismo del crimen organizado y los narcotraficantes; 3) la inseguridad en las calles, en particular los secuestros y los robos a mano armada.

Desde hace varios meses, la estrategia de seguridad del gobierno de López Obrador muestra graves signos de debilidad. Se requieren modificaciones profundas y nuevas propuestas. Junto con la crisis sanitaria y económica, hoy se incuba una tercera que puede volver a manifestarse en cualquier momento: la crisis de inseguridad.

La #SociedadHorizontal que anhelamos tiene en la justicia un pilar fundamental. La impunidad prevaleciente en nuestro sistema afecta a todos los habitantes del país directa o indirectamente, por lo que si queremos combatir el secuestro y otros delitos, tenemos que enfocarnos en acabar con ella. Un primer paso sería un diagnóstico compartido de los problemas, no debemos continuar por la ruta del soliloquio que polariza desde premisas erróneas. Las soluciones las construimos todos.

El gobierno de Morena sostiene que “no secuestran a un pobre, secuestran al que tiene”. En paralelo el líder de la banda que secuestró a la hija de Nelson Vargas recibió un amparo. Dos noticias que dan una rápida fotografía de la preocupante realidad que vivimos en México y que evidencian la falta de comprensión del fenómeno por parte del gobieno, así como la aún prevaleciente impunidad en el país.

La organización “Alto al Secuestro” ha publicado que el numero de casos disminuyó un 33.1%, en comparación con el sexenio anterior. Sin embargo con 2,587 casos en el país desde que inició la actual administración, el número es muy alto y profundo en estados específicos como Veracruz, Edomex, CDMX, Puebla, Morelos y Tamaulipas, que concentran el 61.6% del total a nivel nacional.

Los datos revelan que desde hace una década, cualquiera puede ser víctima de un secuestro. No es un asunto de ingresos, sino de la facilidad con que puede perpetrase este crimen, motivado principalmente por las terribles deficiencias institucionales para prevenirlo, investigarlo, perseguirlo y sancionarlo. Existe evidencia robusta de que a partir del 2002, este delito se extendió hacia todos los estratos socioeconómicos.

Es probable que el secuestro en los estratos mas pobres de la población se haya incrementado debido a que el ataque a personas de menores ingresos es menos riesgoso, requiere menos infraestructura e incluso resulta más rentable ante la falta de castigos ejemplares. La ultima encuesta del INEGI (Envipe), señala que el 59% de los hogares de estratos bajo y medio han sufrido un secuestro, mientras que el 41% provienen de los estratos medio alto o alto ingreso. Por su parte Héctor de Mauleón documentó recientemente el caso de secuestros de a 3 mil pesos en zonas de la CDMX y el Edomex.

Queda claro que cuando de inseguridad se trata, la condición separatista del discurso morenista entre “ricos y pobres”, los aleja del entendimiento claro de los problemas, pues su visión no tiene sustento alguno mas que el prejuicio ideológico.

Es un hecho que la preocupación de las personas por este delito se ha incrementado recientemente. En un análisis hecho por Métrics, se ha identificado que el uso de la palabra secuestro, ha incrementado su presencia de manera importante en la conversación digital. Hay tres temas en los que por más que el gobierno trate de eludir su responsabilidad, simplemente no le es posible en la percepción social, ante la falta de resultados: 1) feminicidios y violencia contra las mujeres; 2) incremento del activismo del crimen organizado y los narcotraficantes; 3) la inseguridad en las calles, en particular los secuestros y los robos a mano armada.

Desde hace varios meses, la estrategia de seguridad del gobierno de López Obrador muestra graves signos de debilidad. Se requieren modificaciones profundas y nuevas propuestas. Junto con la crisis sanitaria y económica, hoy se incuba una tercera que puede volver a manifestarse en cualquier momento: la crisis de inseguridad.

La #SociedadHorizontal que anhelamos tiene en la justicia un pilar fundamental. La impunidad prevaleciente en nuestro sistema afecta a todos los habitantes del país directa o indirectamente, por lo que si queremos combatir el secuestro y otros delitos, tenemos que enfocarnos en acabar con ella. Un primer paso sería un diagnóstico compartido de los problemas, no debemos continuar por la ruta del soliloquio que polariza desde premisas erróneas. Las soluciones las construimos todos.