/ domingo 2 de enero de 2022

El segundo día…

…de un nuevo año es el primer día del nuevo ciclo que nos retorna a la realidad, pero ¿de qué realidad estamos hablando? Justa y lamentablemente de aquella que entrevió Zygmunt Bauman cuando, desde hace décadas, nos comenzó a hablar de la“liquidez” en la que se encontraba atrapado el mundo contemporáneo. Liquidez que hoy más que nunca nos tiene engullidos, asfixiados.

Una liquidez caracterizada por la falta de certezas; por la ansiedad que nos persigue; por la transitoriedad y pérdida de vínculos; por la incredulidad que se ha impuesto por sobre cualquier tipo de asombro; por la pérdida de una identidad propia y colectiva; por el surgimiento de enjambres artificiales o comunidades sustitutas a partir del nacimiento delas redes sociales; por el abandono del Estado que se ha encargado de callar toda voz que le sea discordante y que despierte conciencias, no sólo a partir de su inacción o persecución, sino también por medio del “silenciamiento silencioso” (actuando calladamente, subrepticiamente, sin rendir cuentas a la sociedad); por el no saber qué hacer con las libertades, ardua y largamente conquistadas, en medio de un mundo que ha perdido valores, que se ha endurecido, insensibilizado, petrificado.

Un mundo al que el arribo del SARS-CoV-2y la sucesión hasta ahora incesante, irrefrenable y galopante de sus variantes ha puesto, está y probablemente estará poniendo en jaque a la sociedad humana, al resquebrajar los grandes paradigmas en los que creía o decía creer ésta, comenzando por tener que enfrentar su propia liquidez. Y es que la humanidad está atravesando por una de las más grandes crisis a las que se ha visto sometida. De sobra sabemos que una guerra es y será siempre una de las más duras pruebas que el hombre podrá soportar. ¡Qué mayor ejemplo que la Segunda Guerra Mundial y sus atroces horrores! Sin embargo, por lo regular el cese de una guerra depende de la voluntad humana. En cambio, lo que sucede con una pandemia en gran parte no depende del hombre. Sí, en la medida en que no haga lo que le corresponde por obligación propia y solidaridad social. No, por cuanto a que el “enemigo”es un agente de potencial desconocido, que además es “invisible” al ojo humano y acecha y puede atacar en cualquier momento y en cualquier parte, a través de cualquier medio, en un instante.

Ilusamente la humanidad pudo creer que las “pestes” eran ya cosa del pasado, que si azotaban era porque el hombre no había desarrollado la ciencia como lo había logrado hacer ya el hombre moderno, pero de pronto apareció el SARS-CoV-2 y la liquidez del mundo se cimbró. Por primera vez en mucho tiempo reapareció el asombro y resurgió el miedo:un miedo ancestral, oculto, primitivo… Bauman, ese visionario de la modernidad y posmodernidad, lo había anticipado una vez más. En su libro “Miedo líquido.La sociedad contemporánea y sus temores”, comienza diciendo que el miedo es un sentimiento conocido por todas las criaturas vivas, junto al cual existe en el ser humano un sentimiento adicional, de “segundo grado”, “reciclado”,“derivativo”, que encauza su conducta, una especie de miedo procesado que da lugar a un sentimiento de susceptibilidad permanente al peligro. A este punto, agrega: “existe también una tercera zona (la más terrorífica de todas, quizás):una zona gris, insensibilizadora e irritante al mismo tiempo, para la que todavía no tenemos nombre y de la que manan miedos cada vez más densos y siniestros que amenaza con destruir nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo y nuestros cuerpos por medio de desastres naturales”. Una zona en laque se precipitarían las bolsas de valores, se colapsarían las energías, desaparecerían los servicios y los puestos de trabajo, en suma, todo tipo de catástrofes podrían suscitarse. ¿Podría haber mayor ejemplo de incertidumbre y caos que éste? Pues bien, henos aquí, en la tercera zona baumaniana.

Al irrumpir el SARSCOV-2 en nuestras vidas estamos comenzando a conocer a un virus acorde al momento social presente,ad hoc a la modernidad “líquida” de nuestro tiempo: un virus “líquido”,inclemente e insensible al dolor humano, que pareciera salido del “Inferno” deDante para decirnos: “Las ciate ogni speranza voi ch’entrate” (“Abandonad toda esperanza vosotros que entráis”).

¿Qué hacer en consecuencia? Más que nunca tener presente al pensamiento de Zygmunt Bauman -el más grande analista de nuestro presente, de quien este próximo 9 de enero se cumplirá el primer lustro de su partida- y a su postrera advertencia contenida en “Retrotopía”(1917): “Los habitantes humanos de la Tierra nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común”. Ello, con el ánimo de compartir con ustedes, apreciados lectores, uno de los principales anhelos que persiguió nuestro autor: invitar a que realicemos una introspección que nos permita descubrir qué modelo de vida tenemos y si nuestra vida tiene un sentido. Pocos momentos tan propicios para ello que en el albor de un año nuevo.


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli



…de un nuevo año es el primer día del nuevo ciclo que nos retorna a la realidad, pero ¿de qué realidad estamos hablando? Justa y lamentablemente de aquella que entrevió Zygmunt Bauman cuando, desde hace décadas, nos comenzó a hablar de la“liquidez” en la que se encontraba atrapado el mundo contemporáneo. Liquidez que hoy más que nunca nos tiene engullidos, asfixiados.

Una liquidez caracterizada por la falta de certezas; por la ansiedad que nos persigue; por la transitoriedad y pérdida de vínculos; por la incredulidad que se ha impuesto por sobre cualquier tipo de asombro; por la pérdida de una identidad propia y colectiva; por el surgimiento de enjambres artificiales o comunidades sustitutas a partir del nacimiento delas redes sociales; por el abandono del Estado que se ha encargado de callar toda voz que le sea discordante y que despierte conciencias, no sólo a partir de su inacción o persecución, sino también por medio del “silenciamiento silencioso” (actuando calladamente, subrepticiamente, sin rendir cuentas a la sociedad); por el no saber qué hacer con las libertades, ardua y largamente conquistadas, en medio de un mundo que ha perdido valores, que se ha endurecido, insensibilizado, petrificado.

Un mundo al que el arribo del SARS-CoV-2y la sucesión hasta ahora incesante, irrefrenable y galopante de sus variantes ha puesto, está y probablemente estará poniendo en jaque a la sociedad humana, al resquebrajar los grandes paradigmas en los que creía o decía creer ésta, comenzando por tener que enfrentar su propia liquidez. Y es que la humanidad está atravesando por una de las más grandes crisis a las que se ha visto sometida. De sobra sabemos que una guerra es y será siempre una de las más duras pruebas que el hombre podrá soportar. ¡Qué mayor ejemplo que la Segunda Guerra Mundial y sus atroces horrores! Sin embargo, por lo regular el cese de una guerra depende de la voluntad humana. En cambio, lo que sucede con una pandemia en gran parte no depende del hombre. Sí, en la medida en que no haga lo que le corresponde por obligación propia y solidaridad social. No, por cuanto a que el “enemigo”es un agente de potencial desconocido, que además es “invisible” al ojo humano y acecha y puede atacar en cualquier momento y en cualquier parte, a través de cualquier medio, en un instante.

Ilusamente la humanidad pudo creer que las “pestes” eran ya cosa del pasado, que si azotaban era porque el hombre no había desarrollado la ciencia como lo había logrado hacer ya el hombre moderno, pero de pronto apareció el SARS-CoV-2 y la liquidez del mundo se cimbró. Por primera vez en mucho tiempo reapareció el asombro y resurgió el miedo:un miedo ancestral, oculto, primitivo… Bauman, ese visionario de la modernidad y posmodernidad, lo había anticipado una vez más. En su libro “Miedo líquido.La sociedad contemporánea y sus temores”, comienza diciendo que el miedo es un sentimiento conocido por todas las criaturas vivas, junto al cual existe en el ser humano un sentimiento adicional, de “segundo grado”, “reciclado”,“derivativo”, que encauza su conducta, una especie de miedo procesado que da lugar a un sentimiento de susceptibilidad permanente al peligro. A este punto, agrega: “existe también una tercera zona (la más terrorífica de todas, quizás):una zona gris, insensibilizadora e irritante al mismo tiempo, para la que todavía no tenemos nombre y de la que manan miedos cada vez más densos y siniestros que amenaza con destruir nuestros hogares, nuestros lugares de trabajo y nuestros cuerpos por medio de desastres naturales”. Una zona en laque se precipitarían las bolsas de valores, se colapsarían las energías, desaparecerían los servicios y los puestos de trabajo, en suma, todo tipo de catástrofes podrían suscitarse. ¿Podría haber mayor ejemplo de incertidumbre y caos que éste? Pues bien, henos aquí, en la tercera zona baumaniana.

Al irrumpir el SARSCOV-2 en nuestras vidas estamos comenzando a conocer a un virus acorde al momento social presente,ad hoc a la modernidad “líquida” de nuestro tiempo: un virus “líquido”,inclemente e insensible al dolor humano, que pareciera salido del “Inferno” deDante para decirnos: “Las ciate ogni speranza voi ch’entrate” (“Abandonad toda esperanza vosotros que entráis”).

¿Qué hacer en consecuencia? Más que nunca tener presente al pensamiento de Zygmunt Bauman -el más grande analista de nuestro presente, de quien este próximo 9 de enero se cumplirá el primer lustro de su partida- y a su postrera advertencia contenida en “Retrotopía”(1917): “Los habitantes humanos de la Tierra nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos, o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común”. Ello, con el ánimo de compartir con ustedes, apreciados lectores, uno de los principales anhelos que persiguió nuestro autor: invitar a que realicemos una introspección que nos permita descubrir qué modelo de vida tenemos y si nuestra vida tiene un sentido. Pocos momentos tan propicios para ello que en el albor de un año nuevo.


bettyzanolli@gmail.com @BettyZanolli